No olvidamos el año viejo, pues queremos recordar a los atletas nacionales que brillaron en las olimpiadas de Londres, demostrando con su humildad y perseverancia que podemos sentirnos orgullosos como país.
Nostradamus quedó relegado por la profecía maya del Oxlajuj B´aktun que fue aprovechada por los empresarios que lamentaron no haberse unido para sacar más ganancias, dejando a cientos de personas con máscaras de gas en sus cuartos, esperando el nuevo fin del mundo.
Si Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, bailó junto a su paisano surcoreano el famoso “Gangnam Style”, ya nada más podría sorprendernos en cuestión de política.
No podemos olvidar el año viejo, pues a pesar de saber todos que debemos luchar por una relación de equidad entre hombres y mujeres, los siete feminicidios perpetrados por “El Coqueto” en México, nos demostró una vez más que nuestras sociedades siguen siendo machistas.
Cómo olvidar que en varios países centroamericanos, los diputados tardaron varios meses de discusiones en aprobar préstamos en salud, agricultura, educación y otros rubros importantes, metodología que fue olvidada al llegar al bono autorrecetado de fin de año, el cual no fue puesto en duda por ningún partido político.
Las deudas no conocen los propósitos de un nuevo año, y seguimos rescatando bancos y privilegiando a los empresarios, sabiendo que en la Eurozona son varios los que se han inmolado en un intento de enviar un mensaje directo a los que fabrican las medidas de austeridad que no toman en cuenta la vida del ser humano.
La esperanza de iniciar el año con un sistema de transporte público decente y que brinde seguridad, parece ser el regalo que todos quisiéramos se nos otorgue, pero ni Santa Claus pareciera tener la solución frente a tanta corrupción y amaño de intereses.
No olvidamos que los recientes eventos trágicos en Estados Unidos, uno de ellos en Connecticut con el asesinato de más de 20 niños, siguen siendo un tema que hace llorar al hombre más poderoso del mundo –no por su bondad, sino por la capacidad bélica que poseen como nación– y cuya solución en algún momento fue la de armar y enseñar a los profesores a disparar.
No queremos olvidar el año viejo, pues a pesar de reconocer que todos tenemos dignidad, fueron masacrados con brutalidad trabajadores mineros a manos de la policía sudafricana, imágenes captadas en un video que se ha comparado con los actos violentos de racismo vividos durante el Apartheid; y en Guatemala, elementos del ejército cometieron la primera masacre contra campesinos indígenas, recordando que el genocidio no era estrategia usada solamente durante el conflicto armado, sino que sigue siendo una opción después de la firma de la Paz.
A pesar de hablar de libertad, Facebook llegó a tener más de mil millones de usuarios, muchos de los cuales tienen ya la patología ciber-relacional que engrosan las filas de los adictos y dependientes de un mundo que está formando una generación de jóvenes que creen que todo lo podrán solucionar con bloquear los problemas o suscribirse a sus gustos, olvidando que la vida real no tiene Like.
El año nuevo quiere iniciar, pero la corrupción, violencia y extorsión del año son tan viejas que parecieran ser un tumor que no podemos extirpar.
De tal manera que ojalá seamos muchos los que con esfuerzo y optimismo recordemos el año viejo para no cometer los mismos errores en el año nuevo.
* El autor nació en Guatemala. Ha realizado estudios de Humanidades y Filosofía en la Universidad Rafael Landívar en Guatemala, Comunicación Social en la UCA de Nicaragua y de Teología en la Javeriana de Bogotá. En el 2004, ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Panamá. Ha colaborado profesionalmente en el Colegio Externado de San José, UCA y Fe y Alegría Zacamil de El Salvador.
Más de este autor