Más allá de comunicar los cambios que hubo en la dirigencia de la CEG, entre los cuales resaltan la elección de los prelados Rodolfo Valenzuela Núñez, obispo de la Verapaz, como presidente; y Bernabé de Jesús Sagastume Lemus, obispo de San Marcos, como vicepresidente, el pleno llama a la reflexión acerca de cuatro contextos cuya frase inicial, para reseñarlos, nos deja un sabor de esperanza. La cito en el párrafo siguiente.
Las tres últimas líneas del párrafo numeral dos reza: «Las realidades que vivimos nos recuerdan nuestra vocación de pastores y nos desafían a trabajar buscando nuevos caminos. Nos sentimos llamados a escuchar estos signos de los tiempos y a continuar el camino de reflexión, escucha y discernimiento propuestos por el sínodo universal de la Iglesia».
Aunque en su texto no anuncian acción alguna que vaya a devenir de la reflexión, la escucha y el discernimiento, abordan luego los contextos referidos. A tenor de su contenido, vale la pena conocerlos y discernirlos. Los expongo a continuación.
1. La realidad de los migrantes y la disonancia que se tiene con el Estado guatemalteco a causa de «las exigencias establecidas […] en el marco del proceso de registro de albergues, específicamente en las obligaciones dispuestas en el artículo 101 del Acuerdo de Autoridad Migratoria Nacional número 7-2019, Reglamento del Código de Migración». Llama la atención el hecho de que expresan claramente su inconformidad en cuanto a lo exigido porque según ellos (apegados a la sensatez) consideran que las Casas del Migrante deben mantenerse como un servicio de caridad respetuoso y gratuito. Según indican, la aplicación estricta de la normativa impediría el mismo y los obligaría a clausurarlas.
2. Se cuestionan, en el tiempo de la postpandemia, el impacto de la pandemia «que ha tenido consecuencias en lo económico, en la salud física y mental. Esta experiencia nos pide no dejar en el olvido las desigualdades e injusticias que la misma develó […]».
3. Asimismo, el deterioro social y la violencia contra la mujer han sido puestos al tapete. Y los conflictos territoriales en Nahualá-Ixtahuacán y Tajumulco-Ixchiguán son mencionados. En este segmento del mensaje piden a las autoridades responsables ejercer su mandato constitucional para favorecer la solución del problema.
4. Con mucha precisión denuncian, a manera de colofón: «El deterioro de la democracia y de la aplicación de la justicia debido a la corrupción se ha hecho cada vez más evidente y el inicio del proceso electoral, en ese contexto, se torna complejo y provoca escepticismo y desconfianza en el país».
No se quedaron los prelados en la mera petición de oraciones para que nuestros problemas se solucionen. Con esa raigambre que solo puede proveer la certeza de estar del lado del bien, anuncian: «No obstante, creemos en la posibilidad de la democracia como sistema de gobierno que evite la centralización y manipulación del poder. Es posible promover, aún en esas circunstancias, un proceso honesto y transparente […]».
Como un hito histórico también preconiza el mensaje que el obispo auxiliar de Los Altos, Juan Manuel Cuá, fue elegido como delegado para el sínodo universal, y al obispo de Escuintla, Víctor Hugo Palma Paúl, como delegado suplente. ¿Por qué un hito histórico? La razón es una: don Juan Manuel Cuá Ajucum es el primer obispo indígena en la historia de Guatemala.
Así las cosas, con relación al nombre de este artículo Qué esperamos de la Conferencia Episcopal de Guatemala, puedo afirmar como laico (con mis derechos y mis obligaciones), que esperamos siga con la postura que se descubre en este mensaje: respetuosos pero firmes. Y también, hacer vida la petición del papa Francisco en la homilía de la misa celebrada el martes 17 de abril del 2018 en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae: «La Iglesia necesita que todos seamos profetas, es decir, hombres de esperanza, siempre directos y nunca débiles, capaces de decir al pueblo palabras fuertes cuando hay que decirlas y de llorar juntos si es necesario»[1].
Que mejor para nosotros, los laicos, si nuestros obispos nos enseñan a serlo.
Mis mejores votos para la nueva junta directiva de la CEG, especialmente para nuestro prelado Rodolfo Valenzuela Núñez (Quinto obispo de la Tercera Época de la Diócesis de Verapaz).
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