Una solemne apertura de plicas

El recién pasado 10 de agosto se transmitió dicho acto desde el Salón de Honor de la Municipalidad. Fue durante una sesión extraordinaria del Concejo Municipal en la que estuvieron presentes los integrantes de la Honorable Comisión Permanente de los Juegos Florales, los miembros de la Casa de la Cultura y funcionarios del cuerpo diplomático acreditado en Guatemala. La apertura de plicas del LXXXIV Certamen 2022 se dio en el entorno de esa solemnidad que solo puede fundamentar un trabajo arduo y ético.

Los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango constituyen el certamen literario más antiguo del mundo de habla hispana. Tiene 105 años de existencia y la edición número 84 correspondió a este año 2022. Durante varias ocasiones fueron silenciados por los dictadores de turno (para limitar la libertad de expresión) y el año 2020 no se llevaron a cabo como una medida preventiva a causa de la pandemia de Covid-19.

Quetzaltenango, por medio de sus diversas comisiones permanentes (a lo largo de más de una centuria), supo hacer frente a esos avatares para que el certamen renaciera una y otra vez como un Ave Fénix. Bien lo dijo el Lic. Julio Rodolfo Custodio, su actual presidente: «Cuando los Juegos Florales cumplieron cien años, en 2016, acuñé un pensamiento que vale anotar ahora en tan solemne momento que vivimos dentro de este recinto hierático que debe ser el ara, el tabernáculo donde se guarda el prestigio cultural de nuestra Ciudad y que es y dice: “Quetzaltenango hacia el futuro teniendo presente el pasado”»^[1].

Ese hilo conductor —pasado, presente y futuro— se ha convertido en una especie de columna dorsal que les permite a ellos, a los quezaltecos, aprender, retroalimentarse y reinventarse en pro del buen decir, del buen escribir y del buen actuar.

Los jurados calificadores son incuestionables. Están conformados por académicos de otras latitudes pertenecientes a reconocidas universidades y la apertura de plicas es a ojos vistas y avalada por Notario. Así, no dejan duda alguna con relación al resguardo ético que han mantenido las justas a lo largo de su historia. 

Este año fue de sorpresas con relación a los triunfadores. En la rama de novela obtuvo el premio único el escritor quezalteco Rudy Mérida con su obra Cabina exprés; en la rama de cuento el palmarés fue para el salvadoreño Carlos Ancheta quien participó con su obra El caminante perdido; y el poeta laureado es el hondureño Antonio Aguilera quien concursó con el poema Se van.

Destacan los siguientes hechos: Carlos Ancheta (editor y guionista nacido en Quezaltepeque, El Salvador) es la segunda vez que gana en el certamen. La primera fue el año 2018 en la rama de novela. Rudy Mérida es quezalteco y graduado como Abogado y Notario en la Universidad Rafael Landívar (universidad jesuita). Y Antonio Aguilera es jesuita. Según la información emanada de la Comisión Permanente de los Juegos Florales «entró a la Compañía de Jesús en el año 2018 e hizo noviciado en Panamá. Actualmente vive en Guadalajara, México y realiza una maestría en Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO^[2]».

La obra de Antonio Aguilera reseña, según el Jurado Calificador, «una travesía contemporánea en la que se solidarizan los migrantes del continente y sus anhelos, que miran sin temor las injusticias y las divisiones; pero no es el poema de la desdicha, sino del gozo, la risa, la amistad, el gusto por la vida, la hermandad y la esperanza que sobreviven a pesar de —y a través de— las fronteras»^[3]. Sin duda, se trata de una temática y una visión muy jesuita que con relación a las migraciones Antonio Aguilera, con su habilidad poética, trasladó a la literatura.

Cierro este artículo destacando la febril actividad de la Comisión Permanente de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango. Sus miembros trabajan Ad honorem año tras año y su labor es un digno ejemplo de servicio y rectitud.