Dentro de los resultados destaca el hecho de que, a nivel nacional, solamente el 34.8 % de los graduandos alcanza el logro educativo en lenguaje y el 11.4 % en matemática. Sobre esos resultados, el editorial de Prensa Libre y el columnista Salvador Paiz responsabilizan de ello a la formación de docentes del sector público o incluso al pacto colectivo suscrito entre el magisterio nacional y el Ministerio de Educación (Mineduc). Pero ¿tendrán razón?
De lo que no hablan ambos es de que, según estadísticas del Mineduc, cerca del 70 % de los alumnos del nivel medio diversificado estudian en el sector privado. De hecho, la evaluación recoge resultados de 116,620 alumnos de este sector contra 32,091 del sector público. Es decir, de cada diez alumnos evaluados, siete fueron del sector privado. La evaluación también recoge resultados de 2,313 alumnos del sector municipal y de 7,137 del de cooperativa.
Entonces, cuando se habla de malos resultados o insatisfactorios, no estamos hablando precisamente de una mala gestión de los docentes del sector público, sino de aquellos empresarios que juegan a realizar una actividad del sector público y que lo hacen muy mal (con la excepción de algunos colegios de élite). A esto agreguemos que el sector privado de la educación no paga impuestos. Entonces, la sociedad guatemalteca prácticamente está otorgando una exención fiscal a cambio de resultados mediocres. ¿A quién tendríamos que pedirle explicaciones? Por supuesto que al sector privado de la educación. ¿Cómo es posible, guatemaltecos, guatemaltecas, que paguemos por un servicio privado de pésima calidad y no exijamos una mejora?
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Ahora les comparto datos comparativos de los sectores evaluados. Veamos: en lectura, en la ciudad capital y en el departamento de Guatemala el logro educativo fue del 41.7 % en los alumnos del sector público y del 44.0 % en los del privado, una diferencia de tres puntos a favor de este último. Pero no fue este último el que obtuvo el mejor resultado, sino el de cooperativa, con 50.7 %. Este sector es una modalidad tripartita de pago entre la municipalidad, los padres de familia y el Gobierno central. Siendo más específicos, en la ciudad capital (siempre en lectura), el 40.7 % de los alumnos del sector privado alcanzaron el logro, contra el 48.2 % del sector público.
Por otra parte, en matemática, en 10 de los 22 departamentos el logro es superior o igual en el sector público respecto del privado. Es decir, casi en la mitad del país el conocimiento de matemática que un alumno adquiere es independiente del tipo de establecimiento donde este estudie.
Con estos datos, no sé ustedes, pero yo al menos me opongo a que sigamos otorgando una exención fiscal sin los resultados deseados. Y creo que sería muy bueno que la educación privada de todo nivel pagara impuestos y que, una vez colectados, fueran una transferencia directa para financiar la educación inicial de miles de niñas y niños que no tienen acceso a esta, lo cual también podría evitarnos costos enormes en materia de desnutrición crónica infantil.
Si usted cree que esta columna tiene algún sesgo, está en lo correcto. Está escrita para evidenciar que en Guatemala hay actividades que el sector público hace mejor que el privado y que este fracasa rotundamente en su esfuerzo por privatizar un bien público.
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