Tremendo y encomiable esfuerzo, dados los obstáculos políticos y presupuestarios para arribar hasta aquí. Eso, sin contar los retos de los 14,000 censistas para penetrar en cada vecindario y condominio amurallado, barrio marginal, caserío y aldea del territorio nacional en las próximas semanas. Efectuar un conteo y un diagnóstico más precisos y actualizados (esperemos) de todas las personas y de sus moradas no es poca cosa en un país que se caracteriza por tanta inestabilidad, tantos rumores y tanta suspicacia hacia la gestión de lo público.
El censo es como una foto de la familia extendida, con sus parientes pobres y ricos, de distintas procedencias y orígenes, viviendo en distintas localidades (algunos muy acomodados, otros menos favorecidos), con distintas ocupaciones y diversos niveles educativos. ¿Será entonces por eso que los reacios a abrirle la puerta al censo no quieren formar parte de esa foto, se rehúsan a reconocerse como parte integral de esa familia imperfecta y quieren permanecer aparte, en su nicho de confort? En su afán libertario, otros rechazan cualquier acción del Estado que no garantice la consabida tripleta de seguridad, justicia y propiedad privada. Se empecinan en no querer entender el propósito esencial del censo: generar la adecuada información estadística que permita el diseño de políticas públicas y proyectos de desarrollo.
De ahí que el tema de la equidad y la inclusión sea tan importante. Ser contado e incluido sin distinción del lugar de residencia o de las características socioeconómicas y lingüístico-culturales peculiares de los individuos y de las comunidades es clave para captar mejor los colores y tonalidades de esa foto de familia que, en el caso de Guatemala, es tan diversa y dinámica. Por eso estaba yo tan interesada en saber si este censo también preguntaría sobre emigración internacional y las características particulares de quienes han partido del país, lo que felizmente es el caso. Sin embargo, las preguntas del capítulo V de la boleta inquieren solamente sobre sexo, edad y año de partida de los individuos a partir del 2002. Tal disposición deja a millares de compatriotas fuera del recuento. Además, tampoco pregunta país de residencia.
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En cuanto al año, las autoridades aducen que se debe a que esta es la fecha en que se realizó el último censo. Respecto a dejar fuera el país de arribo, un amigo que conoce a fondo el tema indica que el objetivo es capturar la dinámica de migración en el conteo, no cualidades del migrante. Pero yo más bien creo que la decisión fue política: estamos a cinco meses de la convocatoria a elecciones generales, lo cual coincidirá con la entrega de los datos del censo en el primer semestre del 2019. Y ahora, leyendo al experto Pedro Pablo Solares, recién me entero de que los guatemaltecos en el extranjero podremos votar electrónicamente, pero solo tenemos siete meses para registrarnos en un padrón especial.
Quizá las autoridades gubernamentales temen ver una discrepancia monumental en cuanto a aquellos aptos para votar en el extranjero (muchos de ellos sin DPI) y el escaso número de ciudadanos que efectivamente lograrán empadronarse, dadas las barreras tecnológicas, como explica Solares. O quizá es para evitar ofrecer ventajas a algunos candidatos presidenciales que buscarán con ansiedad el voto en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Lo lamentable es que no sabremos cuál es la cantidad de migrantes que viven en el otro triángulo del norte (México, Estados Unidos y Canadá) versus los que viven en Europa u otros continentes. Me parece que se desperdició una buena oportunidad de tener números más exactos de los migrantes alrededor del mundo para justificar presupuestos y políticas adecuados para atender a los expatriados, especialmente a los más vulnerables, que viven continuamente en el limbo y la incertidumbre en territorio estadounidense.
Aparentemente, las entidades a cargo de la implementación y coordinación del censo están abiertas a mejorar el proceso y habrá también una fase de evaluación de este. Espero que, además de una revisión de este tema, también se ausculte mejor la pregunta sobre identidad, en la que ya se vislumbran pertinentes cuestionamientos, y se incluya una pregunta sobre orientación sexual. Nos guste o no, todos y todas cabemos en esta foto.
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