Comentario

Sanz, corresponsal de El Faro en Washington

"Ojalá comprendamos que es mejor una democracia incómoda que una dictadura cómoda"

25/03/2021

Ilustración: Dénnys Mejía

Comentario

Sanz, corresponsal de El Faro en Washington

"Ojalá comprendamos que es mejor una democracia incómoda que una dictadura cómoda"

25/03/2021

Ilustración: Dénnys Mejía

José Luis Sanz dirigía hasta hace poco El Faro un medio de comunicación digital de El Salvador con 23 años. Dejó la dirección para abrir una corresponsalía en Washington DC, EE.UU. En esta entrevista nos habla sobre el panorama para Centroamérica con el avance del autoritarismo, los ataques a la prensa y a la libertad de expresión y el cambio de gobierno en Estados Unidos. Disidencia y disciplina, a otra escala. ¿Hay esperanza?, le preguntamos frente a la situación de la región. «La hay si cada quien hace lo suyo», contestó. ¿La parte del periodismo? fiscalizar, visibilizar voces y generar debates de calidad.

Texto: Ricardo Marroquín
Edición: Enrique Naveda

En tu biografía de Crónicas Negras dice que te uniste a El Faro en 2001 como editor y codirector y desde entonces ascendiste hasta lograr ser únicamente reportero. Después de eso, volviste a ser director. Y ahora corresponsal en Washington DC. ¿Te sientes realizado?

Me siento insuficiente y torpe, como siempre. Es natural, tratándose de un oficio de aprendizaje constante, en el que he tenido la suerte de trabajar con personas con mucho talento. Sentirse realizado es una idea muy grande. Me siento contento de haber formado parte de proyectos fantásticos y sobre todo de uno extraordinario, como El Faro.

La sociedad ha tenido avances en comunicación. ¿Consideras que el periodismo va al ritmo de estos cambios?

El periodismo siempre ha estado en contacto constante con la transformación de la sociedad. Hoy no es diferente. Quizá ahora hemos perdido el control sobre los tiempos. Antes los periodistas decidíamos qué era noticia y lo que se compartía en foros públicos, pero ya no. El gran desafío es entender cuál es nuestro papel en un espacio de múltiples conversaciones que no se rigen por los mismos principios que el periodismo y que suceden a una velocidad vertiginosa. El periodismo ya no es solo ordenar lo confuso y romper el silencio, ahora es generar espacios coherentes en medio del ruido y comprender algo que nos desborda a todos: la sobreinformación y las brutales industrias de desinformación.

¿Por qué abre El Faro, bajo tu impulso, una corresponsalía en Washington DC?

Es una decisión colectiva. Vemos que se abre una oportunidad porque es un momento de crecimiento constante de El Faro, lo que nos llevó a pensar en la expansión territorial. Además, llevamos varios años tratando de tener más presencia y ser más constantes en el resto de Centroamérica, aunque no siempre lo logremos. El paso hacia Estados Unidos es natural y lo preparamos desde hace tiempo. Hace un año lanzamos un newsletter en inglés y queríamos desarrollar un proyecto ambiocioso sobre migración desde este lado de la frontera. El Faro lleva mucho tiempo pensando Estados Unidos de diferentes formas y en este momento, por el momento político, por la composisión del equipo y la redacción, abrir una corresponsalía en Washington e impulsar El Faro en inglés era un paso natural. Nos hace más fuerte como periódico, en un momento en el que el periodismo está bajo ataque en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Es una responsabilidad con nuestro equipo y con los lectores.

¿Se ven distintas las relaciones del nuevo gobierno de Estados Unidos con la región desde ahí? ¿Cómo las describirías y en qué dirección crees que están cambiando con respecto a Trump?

El cambio es radical. Es muy evidente. Donald Trump tenía una relación transaccional con los gobiernos centroamericanos, centrada en la complacencia con sus brutales políticas migratorias. A cambio, guardaba silencio cómplice frente a los retocesos democráticos en la región. Biden recupera un poco la tradición de los gobiernos democrátas que tratan de hacer una aproximación más comprensiva de la región y una relación bilateral más integral. Además, Biden es consciente de que necesita recuperar el terreno perdido y que si Centroamérica no recupera el rumbo democrático, de reducir desigualdes y de consolidar proyectos de país más sólidos y de largo plazo, las cifras de migración de los últimos dos años se quedarán pequeñas.

El candidato demócrata y futuro presidente electo, Joe Biden, sonríe durante el debate entre candidatos presidenciales, el 30 de septiembre 2020. EFE/Jim Lo Scalzo

¿La migración sigue siendo el tema central?

Los países del triángulo norte de Centroamérica expulsan a sus habitantes por muchas razones, pero la falta de un proyecto de futuro es el principal. Así, se junta una mirada política con una necesidad política. No podemos olvidar que la migración será siempre el gran factor de política local estadounidense que determina su relación con Centroamérica y que sus intereses siempre estarán por encima del resto. Pero hay un cambio de tono. Que la consolidación democrática y la lucha contra la corrupción en Centroamérica estén en la agenda de Estados Unidos, abre un espacio interesante para las relaciones bilaterales. Aunque no será fácil, porque los gobiernos de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua no son ejemplo de esos temas.

¿Ves en los discursos nacionalistas y de defensa de la soberanía este intento de frenar la agenda de lucha contra la corrupción y de consolidación democrática?

El retroceso democrático es por la deriva de nuestros modelos políticos y por la degradación de nuestros liderazgos políticos. Centroamérica está en claro retroceso. Es justo hablar sobre la defensa de la soberanía. Estados Unidos no va a solucionar nuestros problemas y no debe convertirse en juez del futuro de la región. La defensa de la soberanía debe estar presente en nuestro debate político y en la relación con Estados Unidos. Pero tampoco nos engañemos. El discurso de la defensa de la soberanía es el que arreció en Guatemala durante el juicio por genocidio contra Efraín Ríos Montt, es el que apareció en Honduras para justificar y blindar el golpe de Estado de 2009 contra Manuel Zelaya, es el de las élites más rancias y conservadoras de la región cuando quieren impedir que se haga justicia o que haya avances sociales básicos. Ha sido un discurso muy útil para las élites en Centroamérica, lo han instrumentalizado de manera perversa. Se utiliza de forma hipócrita para preservar la concentración de poder y la corrupción.

A eso se suma un interés por el control de las instituciones políticas y de justicia. Recientemente en El Salvador se concretó con el control de la Asamblea Legislativa por el partido del presidente Nayib Bukele y en Guatemala con la designación como magistrados de la Corte de Constitucionalidad a personas relacioandas con la alianza oficial. ¿Cómo se conjuga con la nueva política de Washington?

Es importante que Washington esté del lado de la lucha contra la impunidad, pero también que lo esté toda la comunidad internacional, que es una voz fuerte en el tema y en las causas de progreso social y de lucha contra la desigualdad o de la defensa de derechos humanos. Aunque insisto: no habrá transformaciones en Centroamérica si no hay procesos internos, movimientos políticos, participación ciudadana, liderazgos que ocupen los espacios políticos y lideren cambios positivos. Es importante que la comunidad internacional apoye y no vea hacia otro lado, pero las transformaciones de la región la van a impulsar los ciudadanos de Centroamérica. Mientras eso no suceda, ni el enorme peso de Washington importará.

Lenina García, Secretaria General de la Asociación de Estudiantes Universitarios - AEU - encabeza el cortejo que unió a miles de manifestantes en rechazo al mandatario Jimmy Morales y su gabinete de gobierno, durante la crisis de gobierno de septiembre 2018. Simone Dalmasso

¿Ves esos liderazgos de transformación en la región?

Hay movimientos sociales pujantes, liderazgos valiosos y transformaciones positivas. Es cierto que son insuficientes, no están articuladas y no se expresan en liderazgos aglutinadores. Pero en algún momento estos serán necesarios porque el desafío es enorme. Hay una nueva cultura de la transparencia que hace apenas quince años no existía. Los movimientos feministas están transformando la región y albergan liderazgos extraordinarios que ojalá se consoliden como nacionales. Hay movimientos campesinos e indígenas con raíz fuera de las ciudades, muy interesantes y que pueden desestabilizar los modelos perversos de conservación del poder tradicional. Tenemos muchos motivos para el optimismo, pero esto se trata de eso. Esto va de oportunidades y luchas y que cada uno haga su trabajo. La labor del periodismo es fiscalizar, visibilizar voces valiosas y generar espacios para debates de calidad. El desafío es para todos. Hay fuerzas que luchan con una perspectiva de futuro y para construir democracia y una Centroamérica más justa.

¿Cómo están afectando los retrocesos democráticos al periodismo y la libertad de expresión en el norte de Centroamérica, y qué actores o grupos de actores son los que están socavándola más en Honduras, El Salvador, Guatemala?

Es muy desconcertante que la gran amenaza al periodismo en Guatemala, El Salvador y Honduras no sea el crimen organizado, las pandillas y el narcotráfico —que sin duda también lo amenazan—, sino la corrupción política y los grandes grupos que concentran el poder. En Honduras hay una enorme violencia contra periodistas y en Nicaragua la represión es brutal. En Guatemala hay intentos por ahogar proyectos de periodismo independiente y en El Salvador el principal actor de desinformación y de violencia contra periodistas es el Ejecutivo, liderado por el presidente Nayib Bukele. Las amenazas son muy claras. Que pese a esta situación en la región se siga haciendo un periodismo extraordinario nos dice que hay espacios para trabajar y que debemos seguir peleando porque sigamos siendo un actor social importante, un detonante de mejores y más valiosas conversaciones y un contrapeso que desafía la concentración de poder.

Mencionabas la relación tensa que están teniendo con Bukele. ¿Habían visto algo así antes? ¿Hacia dónde creen que va Bukele?

El Faro lleva mucho tiempo recibiendo amenazas y enfrentando bloqueos informativos. Bukele está caminando por la misma senda de los gobiernos anteriores del FMLN y Arena. Él censura, oculta información y miente. Bukele y su gobierno acosan a periodistas y a medios. Lo inédito es lo bien engrasada que está la maquinaria de desinformación y de acoso a periodistas y a cualquier voz crítica. Él tiene una enorme popularidad, está tomando control de la mayoría de instituciones y las está instrumentalizando de una manera descarada. Un ejemplo es cómo utiliza el Ministerio de Hacienda para hacer auditorías contra quienes considera que obstaculizan sus objetivos políticos. Uno de ellos es El Faro. El descaro y la agresividad con la que Bukele persigue cualquier tipo de disidencia y de crítica no lo habíamos vivido en veinte años, a pesar de tener una larga trayectoria de amenazas. Quiero pensar que El Faro y el resto de medios en El Salvador somos más fuertes que nunca y que para desgracia del presidente, vamos a seguir haciendo periodismo.

Militares y policías tomaban el Salón Azul de la Asamblea Legislativa, en San Salvador, El Salvador, el 09 de febrero 2020, mientras el presidente de la república, Nayib Bukele amenazaba a los congresistas por no haber aprobado un préstamo al gobierno. Victor Peña/El Faro

Plaza Pública publicó el libro Disidencia y disciplina, acerca de los mecanismos con los que la élite tradicional ha sofocado el disenso en sus filas y en los medios. ¿Este fenómeno es parecido en el Salvador, o son otros actores y formas?

No en estos momentos. Acá operan de manera distinta. Hubo etapas en las que los poderes económicos se unían sutilmente al juego de premio y castigo a los medios que se dictaba desde el gobierno de turno. No creo que en este momento en El Salvador las élites sean el gran actor de censura, aunque todavía tienen mucho camino por recorrer para demostrar que comprendieron la importancia del periodismo independiente. Es probable que ahora lo valoren más porque se sienten desplazadas del centro de poder y porque el Gobierno las etiqueta como su oposición. A las élites centroamericanas el periodismo y la transparencia nunca les han resultado cómodos, porque tenían sus propias vías para alcanzar el poder político. Ojalá comprendamos, aunque sea por el difícil camino del desgaste de las instituciones, los retrocesos democráticos, el miedo y el abuso de poder, que una democracia incómoda es mejor que una dictadura cómoda.

¿Cuáles crees que han sido los principales aportes de los medios digitales?

Los medios independientes que operamos en el entorno digital —que es el espacio donde se pueden construir y tenemos mayor alcance e impacto— somos una realidad, ya no un experiemento o una sorpresa. Somos la referencia, tanto como los tradicionales. Tenemos que dejar de vernos como los niños malos disruptivos y entender que somos actores clave en el sistema de medios. En muchos casos somos la principal fuente de periodismo de investigación, de fiscalización del poder y de debate crítico, sobre todo porque en nuestros países los medios tradicionales también eran conservadores y en algunos casos rozaban las prácticas corruptas y de complicidad con las estructuras de poder. Ya no somos una anomalía. El mejor periodismo, no solo en Centroamérica, sino en toda Latinoamérica, se hace en hace en medios digitales. Me gusta pensar que el gran aporte de El Faro fue abrir una nueva noción del periodismo que se podía hacer y que inspiramos otros proyectos, porque demostramos que podíamos existir. Plaza Pública también es inspiración para periodistas y medios de Guatemala y otros países. El interés de muchos periodistas jóvenes por hacer un mejor trabajo de investigación no es porque aprenden en las universidades, sino porque ven a más medios como El Faro y Plaza Pública hacer periodismo de calidad. Que me perdonen otros medios tradicionales de Guatemala, pero el periodismo de referencia no es el que se hace en papel. Es el de Plaza Pública, Agencia Ocote, No Ficción, Ojo con mi pisto, por ejemplo. Con esa responsabilidad de saber que somos referencia y ya no alternativos, sino centrales en la conversación, debemos seguir creciendo porque nuestas sociedades necesitan más y mejor periodismo e información.

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