Para mí, uno de ellos ha sido la posibilidad de ver, en una sesión privada, el cortometraje colombiano Un camino para Tomás (2020), realizado por Punto 8 Audiovisual bajo la codirección de Andrés Ricaurte y Martín Agudelo Ramírez.
El filme me impactó tanto que, cuando pienso en él, vienen a mí los versos del poeta español Miguel Hernández: «Llegó con tres heridas: / la del amor, / la de la muerte, / la de la vida». Es así porque el personaje central, Tomás, cuestiona de manera profunda el sentido de su existencia. El miedo, la soledad, la desesperación, el no encontrar una salida, ninguna puerta que se abra, son interpretados de manera magistral por el actor Sergio Dávila Llinás. Por ello, la vida, el amor y la muerte son las tres heridas hernandianas que en el filme se encuentran y entrecruzan, pero que también se bifurcan y nos llevan por un hilo inseparable hacia una solución inesperada.
También me impactó porque a su guionista y codirector, Martín Agudelo Ramírez, lo conozco no del ámbito artístico, sino del académico. En 2017 coincidimos por primera vez en un coloquio de la Asociación Iberoamericana de Filosofía Práctica, que se desarrolló en Morelos, Cuernavaca, México. Su ponencia ahí giró en torno al cine y al conflicto armado en Colombia. De nuestros mutuos intereses por el arte, la filosofía y el derecho surgió una amistad que me permitió el privilegio de ver su filme.
Independientemente de ello, como toda obra de arte, Un camino para Tomás es una propuesta cinematográfica que se sostiene sola. Hay en el film elementos que están a la altura de las mejores producciones internacionales, a las que nada tiene ni que envidiar ni que imitar. Desde la ambientación hasta el vestuario, desde la música exclusiva para el filme (a cargo de La Banda del Bisonte) hasta la fotografía, desde la producción hasta el guion, pasando por la actuación de cada uno de los personajes, interpretados por actrices y actores oriundos de Colombia, todo está enlazado cuidadosamente, de manera puntual y precisa, como solo sucede cuando el arte se concibe con respeto, sin concesiones.
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Por el momento, Un camino para Tomás ha recorrido ya algunos senderos en el mundo de los festivales, entre ellos las selecciones oficiales de eventos como el Montreal Independent Film Festival (2020), el Luleå International Film Festival (Suecia, 2020), el Ciudad del Este Independent Film Festival (CEIFF, Paraguay, 2020), el Golden Bridge Istanbul Short Film Festival (Estambul, Turquía, 2020), el Anatolia International Film Festival (Estambul, Turquía, 2020) y el Andromeda Film Festival (Estambul, Turquía, 2021). Fue ganador en la categoría de mejor cortometraje dramático en el Best Istanbul Film Festival (2020) y finalista en los Florence Film Awards (Florencia, Italia, 2020). Finalmente, fue parte de la selección oficial de L’Hospitalet de Llobregat International Film Festival (LHIFF, Barcelona, España, 2020).
El proceso de distribución de un festival cinematográfico no es nada fácil una vez que la película agotó sus etapas de producción y posproducción. Cuando el producto está terminado, la película queda para el público y los jurados especializados, quienes tienen la última palabra en cuanto a que el filme sea oficialmente seleccionado o no. Al dialogar con Agudelo Ramírez, entiendo que el proceso es bastante complejo, pero, más allá del resultado, lo que importa, como él mismo lo manifiesta, es «posicionar la película» e intentar que «una historia logre captar el interés del espectador en distintas ciudades del mundo».
Este cortometraje no es tampoco su ópera prima. Su primer filme de ficción es Tríptico de una dama extraviada (2017), al que le sigue Un guardián ante el espejo (2018). Dichas propuestas cinematográficas las realiza en su tiempo libre, pues en la vida cotidiana Agudelo Ramírez se desempeña como juez, trabajo que combina con la cátedra universitaria. Cuenta, además, con dos doctorados, uno en filosofía y otro en derecho, este último en grado sobresaliente (summa cum laude), y con varios libros y artículos académicos publicados. Con ello, este apasionado por el cine nos demuestra que, para ser creadores, más que cualquier otra cosa, lo que se necesita es una dosis suficiente de entusiasmo, creatividad y mucha entrega.
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