Soy una ciudadana convencida de que en la medida de que el Estado se fortalezca a través de sus instituciones, va a poder garantizar la vida, la seguridad, la justicia y el bienestar a la población.
Hay intervenciones que vulneran totalmente la independencia de poderes, una de ellas es la elección a Procurador de los Derechos Humanos. Nuestra posición como sociedad civil era la no reelección por dos elementos fundamentales: el respeto a la ley y la necesidad de retomar el verdadero rol de la oficina del Procurador de los Derechos Humanos, como el garante de velar por el respeto de los derechos humanos de las y los guatemaltecos por igual, con total independencia, sin representar intereses políticos partidistas o de grupo. Este proceso a cargo del Congreso de la República, donde la bancada del partido oficial es mayoritaria, hacía innecesaria la intervención directa del Ejecutivo y más aún, en la forma que se dio. De más esta decir que esta intromisión vulneró el proceso, le restó transparencia.
Hasta para los candidatos era innecesario, porque su trayectoria y hoja de vida habla por ellos, no necesitan llegar al cargo desgastados o con duda sobre la transparencia de su elección. Damos el beneficio de la duda para que en su actuar al frente de la PDH se legitimen, por eso ojo con el equipo que van a integrar, y confió que no se vaya a filtrar nadie que haya estado vinculado al tema del negocio ilegal de las adopciones internacionales.
Igual de preocupante ha sido el proceso de nombramiento del Ministro de Salud, otro desgaste innecesario no solo para el Ejecutivo, sino también para el Ministerio Público y el Organismo Judicial. Si en algún momento quedaban dudas del tráfico de influencias, la falta de autonomía, y ¿por qué no decirlo? del servilismo, con el actuar de estas instituciones se viene a evidenciar lo que tantos guatemaltecos han señalado a lo largo de los años, y no queda duda que aun la institucionalidad es vulnerable y nada confiable. Ahí es donde toman fuerza los señalamientos de tráfico de influencias en casos como el de Cristina Siekavizza, hasta donde podemos tener la certeza de que en su momento no se actuó de igual forma.
En este mismo orden, estamos a las puertas de elegir al Director General del INACIF, y aunque se realizó una convocatoria y hay 45 aspirantes a este cargo, ya se habla de reelección, de acuerdos. Un funcionario puede plantearse continuar en el cargo, luego de haberse evaluado su desempeño, los resultados de su gestión, y si el resultado es positivo se le elige para un nuevo periodo como un reconocimiento. Pero esa no es la situación del INACIF, han existido deficiencias que han impactado en la no aplicación de la justicia en muchos casos. El INACIF debe ser dirigido con visión científica, con independencia, transparencia, mística, con un alto nivel de profesionalismo. Me pregunto si va existir la suficiente transparencia.
Los tomadores de decisiones tienen una gran responsabilidad en sus manos, ustedes están de paso, la institucionalidad prevalece y la misión de todos es ir fortaleciéndola. Estamos a tiempo de enderezar procesos y conductas, necesitamos un gobierno fuerte, con respaldo y sabiduría para no perder el camino, si de verdad se quiere hacer algo bueno por Guatemala.
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