Y, como siempre, podemos decir: «Con un nuevo récord». Esta vez podríamos rozar los diez mil millones de dólares, por cierto una cifra que, ante la caída de los precios mundiales de materias primas, en Guatemala está en camino de alcanzar el nivel total de las exportaciones. Este inmenso monto contribuye fuertemente a mantener la vida de seis millones de guatemaltecos. Los hombres y las mujeres con trabajo formal en este país no son tan numerosos, ya que el 70 % de la población trabaja informalmente.
Sin embargo, la forma como los sectores políticos y económicos consideran la remesa ha empezado a cambiar. Todavía por 2015 todos coincidían en que las remesas representaban únicamente un apoyo directo a las familias. Incluso, esta fue la respuesta que escuché en el Programa Nacional de Competitividad (Pronacom). Pero esta aparente unidad de criterio se desmoronó.
Permítaseme hacer un paréntesis en este punto. Seguramente más de algún lector se sentirá indignado ante la idea de instrumentalizar los flujos monetarios de las personas que en su mayoría se fueron a pie para encontrar un mejor futuro. ¿Se han puesto a pensar que todo este dinero, al final de cuentas, casi siempre alimenta la economía nacional? La única pregunta es en qué parte y con qué impacto. En la actualidad, uno de los más grandes beneficiados, sin duda, es el sector terciario, como el gigante mundial Walmart. Con sus cadenas de supermercados Paiz y la Despensa Familiar ha logrado tener presencia en todos los departamentos donde se recibe remesa. Otros sectores muy beneficiados son la banca, la construcción, entre ellos el cuasimonopolista Cementos Progreso, y las telecomunicaciones, Tigo y Claro, que tampoco tienen mucha competencia en el país. Dicho en otras palabras, prohibir la reflexión sobre el gasto de la remesa es una forma de mantener el statu quo, uno que favorece tendencias monopolistas.
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Entre los que hoy en día buscan mejorar el uso de la remesa se encuentran (otra vez) varios bancos, (otra vez) Cementos Progreso y la Flacso, que, junto con su servidor, promueve la idea de un desarrollo local que beneficie a la población local por medio de cooperativas. Otros colegas de Asíes, por ejemplo, van por la línea del emprendimiento, que podría beneficiar a las mipymes. Pero en esta lista aún faltan dos enfoques que en el futuro sin duda ganarán más espacio en la discusión, ambos compatibles con cooperativas o pequeñas empresas: a) el intento de apoyar los vínculos entre las comunidades de los familiares y los migrantes en Estados Unidos por medio de apoyos de la municipalidad y b) las reflexiones sobre un programa dos por uno guiado desde la capital. Este último se basa en un ejemplo de México que multiplica todas aquellas transferencias de los migrantes que un programa del Estado reconoce como proyecto por tres. Es decir, 1,000 dólares se podrían convertir en 4,000.
El Mineco elaboró toda una iniciativa de ley, por lo que, con el resultado de las elecciones, este tema posiblemente se abrirá camino. Lo que no sabemos es en qué dirección irá la discusión y quién participará en las reflexiones que tanto afectarán el destino de la población local. En este contexto es indispensable definir dónde estará ubicado el programa y quién decide o asesora en la definición de los proyectos. ¿Cómo evitar que los fondos se vuelvan botín clientelar? Tal vez aún más importante es la pregunta de la confianza, relacionada con esto de la transparencia. Porque los migrantes, en su vasta mayoría, tienen una relación complicada con un Estado que nunca en su vida les ha cumplido.
Los proyectos de educación, salud, infraestructura local, y sobre todo los productivos tienen que ser exitosos. Si no, el flujo que algunos olfatean rápidamente se convertirá en goteo. Es decir, el gasto por medio de un programa tiene que formar parte de un enfoque en el desarrollo local en un sentido más amplio y con una fuerte disposición y capacidad de garantizar asesoría. Que no se nos olvide que también este camino del financiamiento requiere de cambios estructurales. Si no, lo único que encontraremos es más dinero por poco tiempo.
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