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Ilustración: Gabriel Serrano para Plaza Pública

Un accidente mortal para migrantes y la investigación que no avanza

El tráiler que transportaba alrededor de 200 personas apeñuscadas, volcó en una curva y mató a 56 personas
«Los que se van al otro lado siempre han logrado algo, por eso él decidió irse»
Tráileres: una trampa para migrantes

Una investigación coordinada por Noticias Telemundo y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) con la participación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), Bellingcat, Contracorriente (Honduras), Plaza Pública (Guatemala), EnUn2x3-Tamaulipas, Chiapas Paralelo y Pie de Página (México). Revisión y asesoría legal: El Veinte

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Un accidente mortal para migrantes y la investigación que no avanza

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Foto: Eduardo Say
Vídeo: Eduardo Say
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Hace dos años, 42 migrantes guatemaltecos murieron en un accidente de tráiler. Las autoridades de Guatemala y México se comprometieron a investigar los hechos, pero hasta ahora no se reporta ningún avance en el caso, mientras que las condiciones de pobreza para los sobrevivientes y sus familias siguen sin cambiar.

«Venía loco ese pisado, manejando con locura. Nunca pensó en nosotros», recuerda Baldomero Sis, de 36 años, un agricultor guatemalteco que sobrevivió al accidente de un tráiler con un contenedor lleno de migrantes que volcó en una carretera en Chiapas, México el 9 diciembre de 2021.

El piloto perdió el control y volcó en plena carretera. Con el impacto,  el techo de la cola del tráiler se despegó como si fuera una lata de sardinas. Eso provocó que algunos migrantes salieran proyectados al asfalto y que quienes sobrevivieron al golpe pudieran salir más rápido. Entre todos los cuerpos apilados estaba Baldomero, originario de San José Poaquil, Chimaltenango, Guatemala, una comunidad de caminos de tierra y polvo donde dejó en una casa de palos y lámina, a su esposa y sus cuatro hijos.

Con un brazo colgando, Baldomero logró salir del esqueleto metálico y descubrió el panorama de la tragedia: decenas de cuerpos estaban desperdigados en la carretera y el aire estaba lleno de llantos de sobrevivientes. Eran las personas que poco antes intentaban llegar a Estados Unidos, como él. Ese día sintió una tristeza que todavía le duele al recordar. Baldomero buscó su mochila, la agarró con fuerza y se desmayó. Este fue el relato que le dio a los reporteros de esta alianza que conversaron con él vía telefónica.


Noticias Telemundo, el Centro Latinoamericano de Investigación (CLIP) y los medios aliados, crearon una base de datos –chequeada por ICIJ – de más de 150 casos de tráilers y camiones que fueron inspeccionados, detenidos, abandonados o que estuvieron involucrados en accidentes en territorio mexicano entre 2018 y 2023.Los datos revelan que en ese período de tiempo alrededor de 18,900 personas migrantes, incluidos 3,216 menores de edad, fueron transportados en este tipo de vehículos. Al menos 110 migrantes murieron debido a la alta exposición al calor o falta de oxígeno dentro de los tráilers, o como resultado de accidentes de tránsito.

Esta base de datos hace parte de una investigación transfronteriza en la que participó además de los medios mencionados, Plaza Pública, Contracorriente de Honduras, Pie de Página y sus aliados, Chiapas Paralelo, En un2x3 y periodistas de Veracruz en México.

De estos casos, el más letal fue el accidente en Chiapas de 2021, donde el tráiler que transportaba alrededor de 200 personas apeñuscadas, volcó en una curva y mató a 56 personas, entre ellas 42 migrantes guatemaltecos. (Ver historia completa del accidente en (Crimen, impunidad y muerte detrás de la migración en Chiapas).

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Como Baldomero, otros 100 guatemaltecos sobrevivieron con heridas graves, según un conteo hecho por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Uno de los sobrevivientes tenía solo tres años de edad, mientras que el resto rondaba entre los 15 y 50 años. Todos eran originarios de Quiché, Chimaltenango, Quetzaltenango, Izabal, Baja Verapaz, San Marcos y Escuintla.

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Sin posibilidad de quedarse

Aunque casi pierde el brazo, Baldomero se siente afortunado de contar su historia: su vida avanzó, logró recuperarse físicamente y en un cuarto intento logró llegar a Estados Unidos. Lo que no cambió fueron las condiciones de pobreza en las que viven él y su familia. Tampoco  se cumplieron las promesas del entonces gobierno de Guatemala. Entonces dijeron que junto con las autoridades mexicanas investigarían quiénes estuvieron detrás del crimen.  Sí se creó un Grupo de Acción Inmediata (GAI) de México, Guatemala y otros países para investigar a los responsables, pero, según el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) guatemalteco, no hay registros de que los integrantes se reunieran más que una vez.

También solicitamos al Minex de Guatemala información sobre los resultados de ese grupo de acción y la Dirección de Comunicación Social respondió que no saben qué pasó ya que con el cambio de gobierno los funcionarios que fueron parte ya no están en la institución y no hay documentos disponibles.

Pedro Brolo, el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala había dicho a los sobrevivientes en una conferencia de prensa tras el accidente “no están solos, estamos con ustedes y estaremos brindando todo el apoyo que corresponda”. Esto contrasta con familiares y sobrevivientes entrevistados que aseguran que el gobierno nunca los contactó.

La investigación coordinada por CLIP, que entrevistó a decenas de sobrevivientes y expertos, también identificó al grupo «Los Chiapanecos», como las personas que llegaron a sus comunidades a ofrecer sus servicios de transporte a Estados Unidos a través de tractocamiones. Este grupo está vinculado al Cartel de Chamula, integrado principalmente por indígenas tzotziles originarios de San Juan Chamula en los Altos de Chiapas, México, que ejerce control en la frontera con Guatemala y que según testimonio de un exfuncionario federal, se sospecha que cuenta con el respaldo del Cártel de Sinaloa.

En diciembre de 2021, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de México (SSPC) dijo que indagaba una red de traficantes de personas que usan camiones de carga para traficar migrantes centroamericanos a través de una ruta que inicia en Chiapas, pasa por Veracruz y Puebla y llega a Tamaulipas,  antes de ingresar a Estados Unidos.

En Guatemala, tras el accidente, el MP anunció que abrió una investigación para dar con los coyotes que transportaron a los migrantes. El caso fue abierto por Stuardo Campo, entonces jefe de la Fiscalía contra el Tráfico Ilícito de Migrantes, quien viajó a Chiapas para recabar indicios y entrevistar a sobrevivientes y familiares de víctimas mortales. Sin embargo, hasta la fecha, abril de 2024, no se reportan avances .

Campo fue capturado en dos ocasiones, la última en diciembre de 2023, por una denuncia de la organización de extrema derecha Fundación contra el Terrorismo, que lo señala de supuestas anomalías en los casos que investigó. Campo ha dicho a los medios de comunicación que considera que es una venganza por tocar intereses de actores corruptos. Esta fiscalía ahora la dirige Cindy Gloria Euler, con quien Plaza Pública solicitó una entrevista para saber el destino de la investigación, pero el MP respondió que el expediente está bajo reserva y que no se pueden informar detalles del mismo.

Aunque el MP que dirige la Fiscal General Consuelo Porras (sancionada por Estados Unidos al considerarla  actora corrupta y antidemocrática), asegura que la investigación sigue su curso, ni Baldomero, que sobrevivió, ni su familia, ni los seres queridos de Marcos Gabriel Quiná, víctima mortal de 19 años, fueron contactados por la fiscalía.


Una última llamada

Paulino Quiná, de 46 años,vive en la aldea Xenimaquin, en Comalapa, municipio del departamento de Chimaltenango. Tuvo doce hijos y el cuarto de ellos era Marcos.

Paulino se enteró por Facebook del accidente del tráiler y aunque sospechó que su hijo estaba entre las víctimas, guardó la esperanza de encontrarlo con vida. Entre la falta de información oficial y sin respuestas del coyote, encontró fotografías de las posibles víctimas. Uno de esos retratos era similar a Marcos. Eso lo llevó a viajar hasta Chiapas.

«La última vez que me comuniqué con él fue un día antes del accidente, me dijo que estaba en San Cristóbal de las Casas y al día siguiente saldrían del pueblo. Le dije ‘ponte las pilas, no tengas pena, que ellos (los coyotes) saben cómo está el viaje, ellos son los que manejan’. Eso fue lo último que  hablé con él», relata.

Al llegar a México, Paulino buscó a su hijo en los hospitales y en la Cruz Roja. Ahí le entregaron un listado de migrantes fallecidos, pero su hijo no aparecía en ningún lado. Su calvario en instituciones públicas terminó hasta que se hizo una prueba de ADN y minutos después le confirmaron que coincidía con una de las víctimas mortales. Con ese dato, regresó a Guatemala sin Marcos, a la espera de los trámites para su repatriación.

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«Aquí realmente no se consigue nada, hemos visto que los que se van al otro lado siempre han logrado algo, por eso él decidió irse, pero lamentablemente no realizó su sueño. Él quería construir una casa y comprar terrenitos para sembrar», cuenta Paulino entre lágrimas, mientras se recuesta en la pared de la casa que construyó gracias a su trabajo como agricultor.

Entre el miedo y las necesidades económicas

La familia Quiná se sustenta con el trabajo del campo, con siembra de milpa y frijol, pero depende de la época de lluvia. Por eso el camino que inició Marcos era una esperanza de mejoras económicas para todo su núcleo.

<«Hemos sabido que en los furgones van muy pegados y se quedan sin oxígeno, que van bien apretados y sin moverse y ese es el problema», dice Paulino.

Baldomero lo confirma. Durante todo el camino, hasta antes del accidente, iba parado en el tractocamión,  sin espacio para moverse ni para agarrarse y sostenido de pie por la presión física del resto de migrantes apretados. Ese fue su tercer intento para llegar a Estados Unidos, pero no fue el último.

«Hoy sí, ojalá que pueda resistir… solo eso pensé nomás», cuenta Baldomero, que al despertar del impacto del accidente, se encontró en un hospital en México donde le dijeron que para salvarle el brazo debían colocarle varillas de platino. Tras la cirugía pagó un taxi para la frontera con Guatemala, donde lo esperaba su familia. Baldomero se recuperó en casa, junto a su esposa Isabela Esquit y sus cuatro hijos de 13, 12, 7 y 2 años, que dependen totalmente de él.

«Prácticamente, cuando él vino acá (Guatemala) del gobierno no recibió nada de ayuda, hubo personas particulares y de la comunidad que ayudaron», relata Isabela.

Acorralado por las necesidades económicas, Baldomero intentó volver a trabajar en la tierra, pero aunque lo logró con dificultad, el dinero seguía siendo insuficiente y tenía sobre sus hombros una deuda con el coyote por más de 80,000 quetzales. Ante la necesidad y con miedo,  decidió intentar una vez más llegar a Estados Unidos.

«Tuve miedo, pero esta vez la suerte estuvo conmigo», recuerda.

En ese cuarto intento llegó a Nueva York. Descansó tres días y pronto encontró trabajo lavando platos en un restaurante en Queens. Ya cumplió dos años en ese país y ahora cocina recetas rápidas en un restaurante chino de esa gran ciudad.

Los cuatro intentos de Baldomero para llegar a Estados Unidos hicieron que su deuda creciera. Por eso, la mayor parte de sus ingresos los destina a pagarla. Esto no permite que, por el momento, las condiciones de pobreza en las que vive su familia hayan cambiado. Sin embargo, se siente orgulloso de mandarles dinero para comida y zapatos, pero especialmente para su educación.

«Yo le he dicho a mis patojos que estudien para que no les pase lo que nos pasó a nosotros, que no tuvimos la oportunidad. Mientras yo esté aquí, aunque sea poco, los voy a apoyar», contó en una llamada desde Nueva York.

Ni Baldomero ni la familia de Marcos guardan esperanza de que el Ministerio Público termine la investigación y que haya justicia por la tragedia que mató a 42 migrantes guatemaltecos. Paulino tiene una petición:

«Si fuera posible yo les diría a los coyotes que llevan gente para allá que busquen otra forma, algo más seguro, para que así la gente que desea irse logre lo que desea», dice.

Baldomero anticipa que pasará un largo tiempo en Nueva York, mientras paga la deuda y acumula el dinero para construir su vivienda y comprar un terreno.

«Lo que ya pasó, ya pasó. Uno nunca sabe qué pasará en el camino. A los amigos que no han tomado esa decisión les pido que le echen ganas y le pidan a Dios, porque no queremos que vayan a pasar lo que yo pasé», señala.

 

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