Este fenómeno se ve en todo el mundo ya que se ha evidenciado dicha tendencia en países desarrollados al igual que en países en vías de desarrollo. Lo que esto nos muestra es que los sistemas patriarcales y las actitudes discriminatorias siguen siendo promovidas por nuestras sociedades. Principalmente se le atribuyen a las políticas promovidas principalmente al género masculino, la construcción de un sistema excluyente que obstaculiza el desarrollo pleno de las mujeres en el ámbito laboral. El tema de las brechas salariales es de suma importancia ya que es un ejemplo claro de la constante inequidad de género en la que se basan nuestras sociedades machistas. Sin embargo en esta columna me gustaría explorar otro síntoma de la discriminación que experimentamos las mujeres en el ámbito laboral, me refiero al rechazo a que los puestos de toma decisión sean ocupados por mujeres.
A finales de los años noventa existió un auge en la cantidad de mujeres que ocupaban cargos importantes en grandes empresas y corporaciones. Claro que éste no era un número significativo ni se acercaba a la cantidad de hombres que ocupaban cargos similares, pero era un paso importante hacia la igualdad. Esta tendencia permitió que por primera vez en el ámbito laboral, las mujeres estuvieran al mando de grandes corporaciones. Principalmente las mujeres lograron permear las juntas directivas y ocupar los puestos más deseados como las direcciones ejecutivas y financieras. Dicha apertura tuvo un efecto dominó hacia otros sectores del sector laboral en donde las mujeres alcanzaban posiciones importantes a través de sus méritos y no por cuotas. Claro que este auge de participación femenina en posiciones importantes se limitó a países con economías estables y en crecimiento ya que en nuestra región dicho fenómeno no tuvo la misma incidencia. A pesar de estos grandes avances, en los últimos años no hemos visto un incremento constante de dichos fenómenos como se esperaba. De hecho la revista económica Fortune 500 publicó este año un estudio que indica que la contratación de mujeres a puestos importantes no sólo se ha estancado sino existe una tendencia a regresar a los tiempos de exclusión.
Esta regresión tiene varias explicaciones sin embargo la principal se le atribuye al clima laboral, el cual es dominado por comportamientos sexistas. El problema ahora no es sólo como llegar a ocupar puestos importantes de autoridad si no que también cómo mantenerlos. A esto me refiero al manejo y la administración del equipo y de aquellos que trabajan bajo la autoridad del puesto, principalmente las políticas internas y las diferenciaciones injustas entre ambos géneros. Cuando un hombre es ambicioso, disciplinado y exigente es considerado un líder sin embargo cuando una mujer ejemplifica las mismas características es acusada de ser mandona. Un ejemplo claro de esto es el despido abrupto de Jill Abramson quien fungía como editora ejecutiva del prestigioso New York Times. A principios de esta semana, el dueño y presidente de dicho medio anunció el despido de Abramson sin ninguna argumentación o fundamento más que una vaga mención a tensiones en su equipo. Después de que se llevaron a cabo investigaciones salió a la luz que sí existían tensiones dentro del equipo de Abramson debido a su estilo de administración y liderazgo. La mayoría de las quejas las hizo el que ahora tomo su lugar, Dean Baquet, argumentando que su administración del equipo era muy ruda y ella era muy ambiciosa (ambición aparentemente es una debilidad). Sin embargo el conflicto se desató cuando Abramson contrató a otra persona en vez de Baquet para un puesto de redacción importante).
Jill Abramson fue la primera mujer en ocupar el puesto de editor ejecutivo en el New York Times y bajo su administración (de sólo tres años) el medio fue premiado con ocho Premios Pulitzer. Abramson es considerada una de las mejores periodistas de su generación por las investigaciones que ha impulsado, las cuales son caracterizadas por su valentía y compromiso. Sin embargo, Jill Abramson es otra víctima más de la trampa de diferenciación de actitudes basadas en género. Ser asertiva, ambisiosa y exigente no significa ser una Bitch y no deberían de ser la condena de una carrera profesional.
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