Este 22 de mayo, Día del Estudiante Universitario, la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) Oliverio Castañeda de León —sí, Oliverio, lleva tu nombre— cumple 100 años. La AEU empieza a ser una institución centenaria, probablemente la más antigua de las organizaciones en el país y, quizá, una de las entidades estudiantiles de luchas ancestrales por la vida y por la dignidad más antiguas en este continente. Luchas en las que la AEU, desde Guatemala, ha inscrito páginas doradas en la historia.
Eso ustedes lo saben porque en el período en el que integraron el secretariado (1978-79) fueron parte del trazo magistral de las letras que construyeron frases, párrafos y páginas de la historia. Algunos de ustedes, Alfredo y Héctor, por ejemplo, repitieron esa estadía en años todavía más terribles, en 1983 y 1984. La entrega que cada uno hizo por defender los derechos estudiantiles y los del pueblo guatemalteco fue cobrada con sus vidas. Oliverio, asesinado el 20 de octubre de 1978. Antonio Ciani, su sucesor, detenido desaparecido en noviembre de ese mismo año. Iván Alfonso Bravo, asesinado en 1980. Hugo Rolando Morán, desaparecido desde 1980. Aura Marina Vides, detenida, torturada y asesinada en 1981.
Alfredo Baiza, Héctor Interiano y Julio Estrada, detenidos y desaparecidos en 1984. Junto a otros dirigentes estudiantiles, Alfredo, Héctor y Julio aparecen en esa terrible relación de la barbarie llamada Diario Militar, que justo hace 21 años, en mayo, fue dado a conocer. Junto a ellos, otras 180 personas aparecen con fichas elaboradas en el marco de esa política asesina del Estado que no se detuvo ante la más criminal de las maquinarias para imponer su voluntad.
Los rostros de esas personas, así como los de ustedes, junto a los de muchos más, asesinados o detenidos desaparecidos, observan desde las añejas paredes de la ciudad cómo las circunstancias de sus luchas siguen vigentes.
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A lo largo de los años transcurridos desde los crímenes que les arrebataron la vida y hasta ahora, la AEU, ese espacio al que entregaron su joven y comprometido corazón, ha vivido diversos capítulos: uno que incluso la mantuvo en la oscuridad durante al menos dos décadas, mientras el crimen organizado, de la mano del partido de la privatización, hizo de la AEU su centro de negocios.
Fue necesaria la lucha tesonera, valiente y decidida de varias generaciones de jóvenes para que finalmente en 2017 fuera posible arrebatarles la AEU a las mafias e iniciar su proceso de recuperación. Ahora, la AEU, con un segundo secretariado para el rescate, paso a paso va levantando cabeza y recuperando su rol.
Para estas generaciones tampoco es fácil la tarea. Si a ustedes les tocó un período difícil, enfrentando la muerte en cada esquina, a las nuevas generaciones también les resulta espinoso. Les toca enfrentar una estructura universitaria que, como todo el Estado guatemalteco, está tomada por estructuras mafiosas que han arruinado el rol que la tricentenaria debe desempeñar ante la realidad nacional.
Hoy, cuando la AEU cumple cien años, quiero abrazarlos, recordarlos y contarles que, además del rescate, hay otros avances. Uno de ellos es el que se refiere a la justicia transicional por crímenes como los que ustedes vivieron. Por ejemplo, por la violencia sexual y detención ilegal de Emma Molina Theissen y por la desaparición forzada de su hermanito Marco Antonio, de apenas 14 años, hubo condena en 2018 contra cuatro mandos militares.
Sin embargo, aún falta camino por recorrer. Y parte de ese camino es que el Ejército, institución a la que pertenecían los condenados y los mismos convictos, devuelvan los restos de Marco Antonio. Hace falta igual que la justicia en los casos por los crímenes que ustedes enfrentaron también avance. Hoy, cuando Guatemala está sumida en la crisis del coronavirus, cuando las inequidades que ustedes combatieron y denunciaron se hacen evidentes, su ejemplo y el de una AEU combativa son más que indispensables. Será nuestra mejor manera de rendir homenaje a sus vidas y a su entrega.
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