La idea de definir un día internacional de la mujer surgió a finales del siglo XIX con el propósito de que las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y por diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unieran para conmemorar las luchas a favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica.
No es un evento social o comercial, sino más bien un día de relevancia política, que debe servir para reflexionar sobre la igualdad, la discriminación y los avances alcanzados, exigir cambios y visibilizar los actos de valor de mujeres que han desempeñado una función extraordinaria en la lucha por sus derechos.
El Ministerio de Cultura y Deportes, en un arranque de originalidad, tuvo la iniciativa de crear una campaña para celebrar este día. Según un comunicado emitido por esa entidad, el objetivo era «enaltecer la labor de la mujer guatemalteca» reconociendo «el talento y el esfuerzo de personalidades que han destacado en diversos campos». Para este propósito, las autoridades seleccionaron a Celeste Catrina Morales, rabín ajáu 2016-2017, a la violinista y actriz Mónica Sarmientos y a la vitralista Esmeralda Gallardo de Briones.
Los alcances expuestos parecen ser legítimos y congruentes con el Día internacional de la mujer. Desafortunadamente, el resultado fue contraproducente y opuesto a lo que se buscaba. El diablo está en los detalles, dicen. En el mensaje de Esmeralda Gallardo, ella expresa que la mujer es «el vaso frágil para la gloria de Dios». Y esta frase desata tempestades en las redes sociales.
No es para menos, ya que toda la frase está cargada de elementos machistas y ajenos a un enfoque de derechos. La mujer es vista como objeto, como un contenedor que necesita ser llenado para tener sentido. Por tanto, hace referencia a la mujer cuya única función y razón de ser es la de madre. A la mujer frágil que tiene que ser protegida y cuidada por el hombre, incompatible con la mujer independiente y dueña de sí. A la mujer pura llamada a la gloria de Dios, contraria a la mujer que ejerce sus derechos sexuales y reproductivos. Todos los estereotipos de mujer con los que hemos venido luchando por años, tirados al canasto en un videíto de dos minutos.
El Ministerio de Cultura se defiende diciendo que se trata de una entrevista y que solo estaba dejando que las mujeres se expresaran con libertad. Sin embargo, cualquiera que vea el video se dará cuenta de que no es una entrevista espontánea, de que en ella hay trabajo de producción y edición. La señora Gallardo es libre de verse a sí misma como vaso frágil, pero convertir su voz en una campaña para conmemorar el Día Internacional de la Mujer es un insulto. Para conmemorar la libertad de expresión y de pensamiento tenemos el 20 de septiembre, pero el 8 de marzo es para celebrar las luchas por la igualdad y los derechos de las mujeres.
Además, que esa campaña sea promovida por un ente estatal es aberrante, pues le corresponde al Estado, a través de sus instituciones, promover y garantizar los derechos de la mujer, tal y como se comprometió al firmar los tratados internacionales en materia de equidad e igualdad de género.
Por otra parte, me alegra que las redes sociales explotaran y que muchas mujeres y muchos hombres nos hiciéramos eco de tanta indignación. No creo que nos estemos ahogando en un vaso de agua, como dicen algunos. Un asunto que compete a la mitad de la población no es para verse a la ligera. Bastante tenemos ya con la violencia diaria y con la discriminación aguantada por siglos para que además tengamos que quedarnos calladas ante una campaña que nos denigra.
De mi parte, espero que las autoridades tomen nota de por dónde va la precesión y hagan los cambios necesarios.
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