Esta semana fui alcanzado por dos videos de propaganda electoral. Ambos tienen buena producción, un mensaje que procura motivar al voto, y ante todo apelan a nuestro inconsciente, a las emociones que intervienen en la decisión ante las urnas.
El punto que quiero resaltar es que cualquiera puede ofrecer educación, infraestructura, empleo, justicia social, lucha contra la corrupción, salud, protección del ambiente y seguridad ciudadana.
No se necesita ser muy inteligente para articular lo anterior en un discurso. Y si se cuenta con paleros, regalos, comida, rifas, gorras y buena música, de pronto la gente considerará la posibilidad de votar por ese proyecto.
Mi respetuosa propuesta para usted y los medios que tengan acceso a candidatas y candidatos es esta:
Preguntemos por aquello que realmente importa y por aquello que marque una diferencia, al menos en el discurso, entre un partido y otro.
La coyuntura actual puede nublar nuestro juicio a favor de quienes ofrezcan acciones en contra de la corrupción, así como en el pasado el ofrecimiento de seguridad fue determinante en la decisión del electorado. Y, precisamente, cualquier candidata o candidato evitará en lo posible acercarse a temas espinosos que lo hagan vulnerable a la crítica de algún sector.
Por lo anterior, le propongo la primera de varias columnas con preguntas específicas:
Preguntas necesarias sobre derechos civiles
Cualquier partido debería mostrar en su plan de gobierno de qué manera se puede combatir la discriminación, promover la inclusión y cumplir con preceptos constitucionales. Lo anterior debería incluir propuestas legislativas y la operacionalización de iniciativas que se mantienen en el olvido. Aquí van las preguntas propuestas:
- ¿Qué acciones ha previsto para promover el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo?[1]
- ¿Cómo apoyaría usted a las mujeres que necesiten interrumpir la gestación?[2]
- ¿De qué manera garantizaría que todas las mujeres y todos los hombres tengan acceso a medios para evitar embarazos e infecciones de transmisión sexual?
- Si usted considera que todas las personas deben tener los mismos derechos, ¿su partido apoyaría el matrimonio igualitario?
- ¿De qué manera combatirá todas las formas de discriminación que existen en Guatemala?
- ¿Cuáles son, para usted, las mayores injusticias que viven las mujeres en Guatemala y cómo piensa trabajar para resolverlas?
- La Constitución Política establece que el Estado es laico. Sin embargo, algunas Iglesias inciden en las agendas políticas para limitar las conductas individuales en coherencia con su sistema de creencias. ¿Cómo piensa garantizar los derechos de las personas que no se adscriben a esa ideología o pensamiento religioso?
Por supuesto, las preguntas anteriores no son excluyentes. Lo invito atentamente a que usted plantee las suyas, a que establezcamos cuáles preguntas son más importantes y por qué.
Existen partidos, pequeños por cierto, que se han pronunciado en estos temas y que, en mi opinión, son mucho más incluyentes que los partidos grandes, que en el afán de conseguir votos evitan a toda costa los temas que generan controversia social.
Encontramos también argumentos que indican que en Guatemala somos conservadores. En realidad deberíamos decir que en Guatemala somos en ocasiones timoratos o acaso hipócritas, ya que en la vida real ocurren abortos de manera clandestina. En la vida real, la gente tiene relaciones sexuales desde la adolescencia, y el miedo y la superstición jamás han podido evitarlo.
Pese a lo anterior, se continúa negando el acceso a la información sobre salud reproductiva y el Estado se ha plegado a un discurso fundamentalista, que no es coherente con una sociedad moderna.
Debo mencionar que tuve la valiosa oportunidad de comentar la columna con amigas feministas. Sin embargo, esta columna es solo un intento de aproximación a un tema controversial que merece ser discutido en diferentes instancias.
[1] Imposible explicar en este espacio todas las preguntas, pero históricamente a las mujeres se les ha negado el control sobre su cuerpo. Por citar un ejemplo, persiste la consulta al esposo antes de un procedimiento de esterilización, algo que no ocurre con los hombres si quieren hacerse una vasectomía. Otro ejemplo es la imposibilidad de discutir técnicamente la interrupción de la gestación.
[2] Existen vías legales para la interrupción de la gestación, como las que se instituyeron en la ciudad de México (aplicables en las primeras 12 semanas). Otros fármacos legales en Guatemala también interrumpen la gestación (la píldora del día después, por citar un ejemplo), pero hay una gran resistencia a hablar del asunto.
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