Quienes trabajamos en el mundo de las emergencias y los desastres hemos visto el surgimiento y la ruptura de paradigmas de diversa índole. Se ha transitado desde la administración de emergencias como una función paramilitar (mediados del siglo XX), hasta la gestión de riesgos en instituciones modernas y marcos jurídicos donde las ciencias sociales han aportado elementos fundamentales.
En ese contexto, resulta interesante compartir un concepto poco difundido, y que merece atención: La individuación.[1] Ulrich Beck propuso que cuando las personas comunes se enfrentan al riesgo en su sentido amplio, deben lidiar con una condicionante que se hace especialmente dramática en el capitalismo: la percepción de que aquello que les ocurre, es una responsabilidad personal y no un problema social como se expone más adelante.
Beck construyó su concepto en Alemania donde el efecto de «ascensor» brindó a la clase obrera mejores salarios y capacidad de consumo. En coherencia con lo anterior, otros autores como Habermas[2] propusieron que las ideologías desaparecerían en tanto no hubiera razones para la lucha de clases. Y efectivamente, la movilización y la protesta social disminuyeron, en parte porque muchas personas dejaron de identificarse con los problemas de una clase social mientras aumentaba su capacidad de consumo. Por lo tanto, problemas que eran considerados como una falla del sistema, pasaron a ser asuntos de responsabilidad individual.
Beck traslada la situación anterior a la persona que debe lidiar con el riesgo, y está incapacitada para buscar una solución que no sea desde la perspectiva individual. Para Beck, el riesgo se construye y se manifiesta socialmente. Sin embargo «los problemas del sistema son transformados y desmontados políticamente como fracaso personal»[3] y es allí donde la individuación adquiere su carácter perverso.
Pese a las diferencias con el contexto que analizó Beck, en Guatemala la individuación puede estar presente especialmente en grupos de población que no se identifican necesariamente con luchas sociales, pero donde en casos de accidente, enfermedad o desastre, cada persona, o en el mejor de los casos, cada familia debe resolver sus problemas.
Y con lo anterior no se pretende negar la existencia de la solidaridad, y en casos de desastre, tampoco puede negarse el auxilio del Estado que, aunque limitado, existe. El punto a resaltar es que si una familia se encuentra en condiciones de riesgo, esto se debe en buena medida a problemas estructurales que trascienden lo individual.
Otra forma en la cual se expresa la individuación es en la invisibilización de los accidentes como problema social. En Guatemala, los accidentes de tránsito, laborales, o de otra índole simplemente están subregistrados, y no existe una instancia nacional responsable de su estudio y la propuesta de medios de regulación. El Estado se ha limitado a asignar presupuestos modestos a instituciones de respuesta que hacen su mejor esfuerzo. No obstante, la prevención, la regulación, la educación y la sanción están ausentes, tanto en el ámbito vial, como en el laboral[4] por citar dos ejemplos.
En Guatemala, los accidentes causan anualmente más muertes y sufrimiento que los sismos y los huracanes de forma combinada. Y salvo casos excepcionales, la movilización o la protesta social no están presentes, especialmente allí donde el problema es aparentemente individual, y donde cada familia debe lidiar con problemas de orden social desde una perspectiva aislada y por lo tanto menos consistente y efectiva.
Finalmente, pese a la existencia de la individuación es justo reconocer la actitud valiente de muchas comunidades que defienden su territorio, sus recursos, su seguridad, y que han asumido como colectividad la lucha contra un problema social, que bien puede ser un riesgo de origen antrópico.
* El autor es un Administrador egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la USAC. Es también egresado de la Maestría en Investigación de Política y Sociedad de la Escuela de Ciencia Política de la USAC. Ha trabajado en la gestión de riesgos y ejercido la docencia con varias instituciones los últimos 25 años. Se especializa en la planeación, el desarrollo de capacidades y el diseño y desarrollo de procesos de capacitación.
[1] Beck U. (2006) La sociedad del riesgo, hacia una nueva modernidad. Barcelona, España.: Paidós.
[2] Habermas, J. (1986) Ciencia y técnica como «ideología». Madrid, España: Tecnos.
[3] Beck, p. 124.
[4] Véase http://www.plazapublica.com.gt/content/cuando-trabajar-es-jugarse-la-vida
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