Se trata de un ser horroroso que habitaba en las fincas cafetaleras. El Negro o el Negrito —Q’eq (/kek/) en idioma q’eqchi’— era una especie de espíritu perverso que causaba toda clase de males, particularmente a los mozos colonos de las fincas que durante la noche salieran de sus ranchos para —supuestamente— robar el grano de café.
Asimismo, era un sirviente incondicional del patrón o dueño de la finca. Dicho ser mitológico cuidaba los latifundios a cabalidad, ya que, según se decía también, impedía los robos de tierra. Traducido a la realidad de aquella época, evitaba lo que hoy correspondería a las invasiones de terrenos. De esa cuenta, el antropólogo Carlos Rafael Cabarrús, S. J., lo sitúa como «un aliado de los terratenientes» (La cosmovisión q’eqchi’ en proceso de cambio, Guatemala, 2008, p. 36).
La noche del 8 de octubre de 1908, mi abuelo paterno casi acaba con la leyenda porque balaceó a un negrito que merodeaba por su casa en las afueras de Cobán. Se dice familia adentro que cada noche dicho ser intentaba espiar a mi abuela y no cuidar el cafetal aledaño, indiscutible cometido del maloso. Ella —una mujer muy hermosa— se quejó con mi abuelo —consumado billarista nocturno—, y esa noche él sacrificó su pasatiempo para atalayar al pícaro Negrito, sobre quien terminó descargando la tolva de su Colt .38. Rodó el mítico ser por una pendiente y al día siguiente se encontraron rastros de sangre. No diré más de la anécdota para no contar la adivinanza de la gallina. He comenzado a bosquejar La noche del amaranto, novela histórica que trata de desenmarañar el mito. Sí puedo adelantarles que el Negrito aquel no era un espíritu, sino una persona de carne y hueso.
El Negrito casi desapareció en la era poscafetalera de Verapaz, pero su trascendencia fue tal que algunas fincas tenían como valor agregado la presencia de un negrito. Es decir, la propiedad valía más. Lógico: si había Negrito, a ese lugar no se entraba sino con un permiso especial.
Los años pasaron, y durante el conflicto armado interno el Negrito fue sucedido por el Chupacabras, otro mitológico ser que, abriéndole el cogote al ganado vacuno, al ovejuno o a las gallinas, distraía la atención de la población en relación con los hechos que sucedían muy particularmente en el área rural. El Chupacabras era y es más internacional. Se lo conoce en áreas y países que van de Estados Unidos a la Patagonia, pasando por el Perú. En Texas lo relacionan con una extraña variedad de perro salvaje. En Perú, con los murciélagos gigantes. Pero nuestro Negrito, ahora netamente verapacense (ya no se lo recuerda en el altiplano de Guatemala), siempre tuvo una discreta presencia. No desapareció del todo.
De cierto tiempo para acá —me refiero a los últimos cinco años—, el Negrito está de vuelta. Esta vez no en las fincas ni en el ámbito rural del norte de Guatemala, sino en los barrios pobres de los cascos urbanos de Alta Verapaz. Este traslado mitológico hacia lo urbano lo ha confundido con algunas formas de Maak, el pecado que culpabiliza y que en casos extremos toma forma en el imaginario de las personas. Dicho sea, estas formas de Maak son muy personales y no distraen, como sí lo hacen las leyendas ajenas a nuestra cultura q’eqchi’ y mestiza.
Un amigo de infancia, académico y sacerdote católico, me contó cómo en su parroquia la supuesta presencia del Negrito se ha vuelto casi una epidemia. Consulté entonces con el psiquiatra Ricardo Peláez Thurton, quien me explicó que, bajo ciertos estados de ánimo provocados por alteraciones metabólicas o por situaciones emotivas especiales, pueden darse las condiciones clínicas para que una persona tenga una ilusión, esto es, la percepción errónea o distorsionada de un objeto. Y ello podría explicar la epidemia.
La pregunta del millón es: ¿por qué está sucediendo de nuevo?, ¿a qué obedece tal dinámica?, ¿por qué en los barrios periféricos de los cascos urbanos?, ¿quién o qué motiva esa presencia?
Como sea, mientras lo averiguamos, vale la pena recordar aquel refrán sudamericano que dice: «A mí no me engañas, chaleco, que yo te conocí con mangas».
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