Baldetti fue explícita al explicar el marco en el cual, junto con representantes de los grupos de poder, definieron la integración de las cortes judiciales y acordaron líneas de acción política. Esa pareja en la Presidencia gobernó con base en dicho pacto. Por ello, Pérez Molina fue sostenido en la primera magistratura hasta el último segundo posible. Los poderes fácticos consideraron que la renuncia de su delfín y protegido resquebrajaría las bases del contrato macabro. La componenda amarrada para financiar la campaña electoral en 2007 significó la designación de ministros y ministras que impulsarían la agenda contenida en los términos de referencia de los vales firmados.
La crisis de credibilidad en el sistema, destapada a partir de la revelación de la arquitectura de saqueo montada por Pérez y Baldetti, hizo tambalear, pero no caer, los contenidos del tratado. Si bien la segunda de Pérez se vino a pique a causa de las antipatías mediáticas que crecieron en torno a ella por factores de clase, misoginia y machismo, estas también facilitaron ponerla como el centro de la furia social.
Sin embargo, ante el destape evidente de la responsabilidad del uno en el Gobierno, fue prácticamente imposible que las élites pudieran sostenerlo en la presidencia. Los poderes fácticos no podían jugarse el desborde social que anunciaba el surgimiento del rechazo al gobierno corrupto y saqueador de los bienes públicos. Entonces, pragmáticos que son, al ver a Pérez a la orilla del abismo, simplemente le dieron el empujón. Eso sí, no sin antes adoptar las medidas necesarias para actualizar el convenio con nuevos actores.
Y allí es donde resulta cercenado el empuje ciudadano. El poder elitario vuelve a tomar el rumbo y se asegura de que las votaciones, cual feria patronal, se realicen en la fecha prevista, sin importar que las condiciones fueran iguales o peores que cuando Pérez y Baldetti se clavaron la banda presidencial.
No se podían dar el lujo de permitir que un actor crítico y con capacidad de movilización se consolidara en el entorno político. Así que pasaron lista de lo que se les ofrecía en el cartón de la lotería electoral y cantaron victoria cuando encontraron al actor perfecto para la comedia que montarían. Lo alimentaron con financiamiento y apoyos logísticos antes de la primera vuelta. Le abrieron las pautas de publicidad disfrazada de cobertura de prensa y lo dejaron correr según su propio libreto.
Una vez encaramado para la segunda vuelta, empezaron a pulirle el discurso, a ofrecerle más espacio de proyección y a garantizarle la llegada. De ahí que no resulte extraña la declaratoria de ese cartel llamado Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif). Este afirma que el candidato, que carece de plan de gobierno y que por ello promueve como pasta de dientes el K’atun 2032, armado por el gobierno derrocado por corrupto, sí tiene propuestas concretas para solventar los problemas nacionales.
Qué le importa a este grupo que los legisladores electos que llegan al Congreso bajo la bandera del partido del comediante sean militares retirados con larga cola de violaciones a derechos humanos o actos de corrupción. Ya se ve que el interés único de la oficina de trámites de las élites es actualizar el pacto, renovar los actores y garantizar que su proyecto económico, social y político sobreviva. Si para ello deben irse a la cama con el diablo, pareciera que no les molesta en absoluto el tufo a azufre que habrán de adquirir por las juntas ahora establecidas.
Habrá que accionar para que el sueño de ese pacto de nuevo cuño se vuelva la pesadilla de los poderes fácticos y no logren concretar el nuevo asalto al poder.
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