¿Tenemos la culpa o no? Eso de asumir responsabilidades nunca es cosa sencilla —o rentable—, así que no sorprende que se busquen excusas para culpar a los procesos naturales antes que decir: «Pues sí. Somos nosotros, unos más que otros, y ahora hay que ver qué hacemos, aunque nos cueste plata, aunque requiera cambios». Básicamente somos una plaga nefasta. Manejamos fácilmente el concepto si se trata de ratas o cucarachas, pero nos cuesta vernos como tal: una plaga depredadora, voraz y, de cierta forma, suicida; una plaga que tiene en sus manos dejar de serlo por su propio bien, porque a nadie más que a la humanidad le importa lo que a la humanidad le pase.
Haciendo buena ciencia se consideraron todas las hipótesis. Algunos proponen que nuestra contribución es mínima; que la actividad volcánica incrementa los gases invernadero; que la actividad solar contribuye al aumento en la temperatura, etcétera; que es cosa natural y hay que dejar a la naturaleza seguir su curso. Los mejores modelos del sistema Tierra que existen se probaron tomando en cuenta únicamente las causas naturales, y no se logró reproducir ni de lejos las observaciones que se tienen. Cuando se incorpora la contribución humana junto con los procesos naturales, se obtiene un muy buen ajuste con dichas observaciones y, por lo que se ve, nuestra contribución es tan grande que deberíamos estar pálidos de culpa.
El consenso (97% de los científicos del clima) es que las tendencias observadas en el cambio climático durante el último siglo se deben muy probablemente a actividades humanas. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) declaró en 2007 y 2013 que la mayor parte del aumento observado en la temperatura promedio desde mediados del siglo XX se debe, con una probabilidad mayor al 90%, al aumento observado en las concentraciones de gases invernadero de origen antropogénico. Ya basta de negar las cosas. Esto es una cuestión de tiempo, y no tenemos mucho.
Es una cuestión de tiempo porque la Tierra, desde que se formó (hace 4.5 millardos de años), se dedicó a sepultar el carbono de la atmósfera y nosotros no hacemos más que liberarlo. Porque ¿qué son cinco o seis grados de aumento en la temperatura si ya había ocurrido antes? Claro, esa vez tomó unos 20 000 años. Nosotros hacemos la hazaña en un par de siglos.
Es una cuestión de tiempo porque el efecto invernadero es irreversible y solo podemos minimizar el daño, desacelerar el proceso para que podamos adaptarnos. Siguiendo la tendencia, las condiciones en la Tierra cambiarán y seguramente albergarán formas de vida que se beneficien de ellas, pero serán hostiles a la nuestra, que no logró seguirle el paso, ese que nosotros mismos impusimos.
Es cuestión de tiempo porque más de 20 años han pasado desde la primera convención de cambio climático en 1992 y nada ha ocurrido. Pesan más las reelecciones, los financistas, el corto plazo. Tendremos que actuar nosotros, lo cual no significa volver a la edad de piedra, sino tomar conciencia, modificar conductas para poder disfrutar de manera sostenible de los beneficios que este planeta ofrece.
Es cuestión de tiempo porque el sistema Tierra es tan complejo que nos queda muchísimo por entender.
Iba rumiando que el doctor Canuto dijo que se necesitaban muchos más científicos trabajando en ciencias del clima, y en la radio una voz familiar y odiosa dice que Guatemala está adelante porque hay no sé cuántos miles de policías más. Río. No científicos, policías. Qué pena por nosotros en uno de los países más vulnerables ante el cambio climático. De plano todavía pensamos que los recursos son infinitos y que no es prioridad protegerlos. Ha de ser porque en matemática mal aprendida nos dijeron que las gotas de agua y la sal en el mar, los granos de tierra, las hojas de los árboles eran conjuntos infinitos. Infinitos, así que no importa cuánto se gaste, infinitos como para que presionarlos no induzca cambios significativos. Infinito como el tiempo que nos queda para que los efectos nos golpeen, porque moriremos antes de que pase, porque las próximas generaciones nos valen madre.
*A Question of Time, canción de la banda Depeche Mode, del álbum Black Celebration (1986).
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