Durante el recorrido y al final de esta, en la plaza central, aparecieron volantes con fotografías de hombres integrantes de organizaciones sociales, de medios de comunicación y del mundo del arte: hombres de diversas edades, de diferentes segmentos económicos, de diversos niveles de formación y ocupación. Sin embargo, tenían un común denominador: eran señalados de ser agresores de mujeres.
La controversia no tardó en aparecer. Las reacciones han sido diversas. Han ido desde la aceptación automática del señalamiento y, por ende, la condena de todos los denunciados hasta la crítica inmediata de la acción de las denunciantes y el cuestionamiento de sus motivos. Centrarse en debatir si la sola inclusión de una foto implica condena automática o si la denuncia busca dividir un movimiento que ha luchado por construir alianzas estratégicas puede impedir ver el fondo del problema: que hay agresión a las mujeres en los espacios del movimiento social, lo que hace doblemente condenable esta situación.
El acoso y la agresión a las mujeres en espacios en los cuales debemos sentirnos seguras y protegidas, como la casa, el trabajo o la escuela, son gravísimos. Peor aún si estos acosos y agresiones se producen en un espacio por nosotras escogido, como lo es el entorno del movimiento en el cual ejercemos la defensa de derechos. Ser acosadas y agredidas por los compañeros que en teoría abrazan nuestros principios y formas de lucha y de entender la vida hace del problema un asunto de enorme gravedad que debe preocupar al movimiento en su conjunto.
Se trata de un problema estructural que tiene sus orígenes en la conformación del sistema patriarcal, que reproduce prácticas y supuestas normas de relación que facilitan, en posiciones de poder, el abuso y la agresión. Algunas organizaciones que han conocido situaciones de esta índole en sus espacios o por parte de sus miembros sí han actuado. Desde conocer las denuncias, investigarlas y adoptar medidas de sanción y corrección, como el establecimiento de protocolos de actuación y de ofrecimiento de espacios de queja. Cabe indicar que algunos de los integrantes de la galería han sido sujetos de esas averiguaciones.
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Y ese es un camino posible y necesario ante la situación planteada. Ojalá que todas y cada una de las organizaciones, no solo aquellas a las cuales pertenecen algunos de los señalados, sino también las integradas solo por mujeres, realicen un debate interno sobre el acoso y la agresión. En ese debate será indispensable establecer los mecanismos internos para atender futuras denuncias de acoso y agresión.
Ahora bien, dada la magnitud de la denuncia planteada en el #8M2020, es necesario algo distinto, esto es, un esfuerzo conjunto desde el movimiento social, el directamente acusado por no afrontar el problema. Podría ser que desde la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, así como desde entidades como el Procurador de los Derechos Humanos (PDH), con el acompañamiento de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU (Oacnudh), se dé paso a una comisión de tratamiento de los casos denunciados contra integrantes del movimiento social.
De esa cuenta, las denunciantes podrán tener un espacio seguro y de confianza para presentar sus denuncias concretas. Denuncias que, además de servir como punto de partida para investigar los hechos señalados, permitan generar e impulsar acciones en conjunto para enfrentar y eliminar un fenómeno que no puede ni debe tener cabida en el espacio de la lucha por la vida y la justicia. De igual manera, permitirá que quienes hayan sido señalados y consideren que no hay razón para ello, una vez confrontados con el contenido de la denuncia, puedan revisar sus prácticas y entender las razones del cuestionamiento. Asimismo, cabe la posibilidad de que alguien haya sido señalado sin que hubiera base para ello, y eso también es necesario afrontarlo y esclarecerlo. Pero, sin un espacio confiable para recolectar las acusaciones, sin un esfuerzo de investigación a profundidad y, sobre todo, sin voluntad colectiva para afrontar el fenómeno, de poco o nada habrá servido la denuncia que acompañó la marcha de este #8M2020.
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