Todas las personas somos parte de una construcción social que no solo se fundamenta en nuestra experiencia, sino en lo que el mundo es según el espacio o escenario social y económico en el que crecemos. Somos lo que fueron nuestros antepasados y somos lo que actualmente absorbemos de ese entorno social, cultural, político y económico que nos construye a partir de sus discursos circulantes.
Es un hecho cultural que antes de nacer se asigna de manera impositiva una identidad a ese ser humano que se está gestando —incluso mucho antes de la gestación o siquiera de su posible idea de existencia—. Y todo esto, en virtud del discurso construido a partir de las representaciones de los cuerpos sexuados.
El ser hombre o mujer como un sistema binario de identidad sigue limitando el poder ser de las personas en muchas de las sociedades actuales. He allí la necesidad de comprender la noción de género en su integralidad. Basta con observar el entorno inmediato y cotidiano, desde lo aparentemente trivial hasta lo más complejo, como por qué las niñas tienen vestimentas distintas que los niños, por qué en muchos casos a los niños no se les permite jugar con muñecas, por qué al momento de pedir la cuenta en algún lugar se asume que los hombres la pagarán, por qué en el hogar se designan la labor doméstica y el cuidado de los otros a las mujeres, por qué las niñas deben atender a sus hermanos, por qué en muchos casos se limita el derecho al acceso a la educación de las niñas, por qué en casa el hermano puede llevar a la novia, pero la hermana no puede tener novio hasta cierta edad, etc.
Es importante reconocer que los colores no tienen género. Hace tiempo que la homosexualidad fue descartada como patología mental, lo que también descarta que las personas se vuelvan homosexuales por hacer cosas de niñas y que las preferencias no heterosexuales en sí sean negativas. Las mujeres buscan una igualdad en el mercado laboral para lograr independencia económica. Los hombres pueden hacer perfectamente las tareas del hogar como adultos funcionales. Las niñas son autónomas y no nacen para ser esposas de… Tanto hombres como mujeres tienen derecho a una vida libre de violencia y con la capacidad de experimentar su desarrollo a través de la igualdad de oportunidades.
[frasepzp1]
En sí, la perspectiva de género busca visibilizar todas esas desigualdades que con el tiempo la sociedad ha construido entre hombres y mujeres. Estos desequilibrios sociales se amparan y legitiman en ese discurso sobre el cuerpo. La importancia de visibilizar dichas diferencias es que estas generan violencia: las mujeres, por ser mujeres, tiene salarios menores que los de los hombres en los mismos puestos de trabajo; a las mujeres les es más difícil llegar a cargos de poder por el simpe hecho de ser mujeres, y la imagen de las mujeres aún es controlada como un objeto de placer que debe estar al servicio de los hombres.
Con estas tres razones de desigualdad podemos ejemplificar cómo a las mujeres no se las considera con las mismas capacidades que a los hombres y cómo ellas siguen estando un escalón debajo de sus pares en todos los sentidos. En un mundo de igualdad, las mujeres no deberían esforzarse más que sus pares para demostrar que, al igual que ellos, ellas también son seres humanos con derechos y capacidades.
Si bien las desigualdades se denotan entre hombres y mujeres, estas también pueden darse en otros aspectos. Un hombre blanco no es visto de la misma forma que un hombre afrodescendiente, de la misma manera en que una mujer blanca no es vista de la misma forma que una mujer de origen mestizo.
Todas estas formas de percibir y categorizar a las personas también son expresiones de violencia. Lo que el género busca es cuestionar las diferencias que se transforman en desigualdad social con el único fin de erradicarlas, ya que, al final de cuentas, todas y todos somos seres humanos con las mismas capacidades y merecemos las mismas oportunidades sin distinción.
Más de este autor