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Pequeño inmigrante

A los niños casi ni les pagan, hay mucho zancudo y duermen en el suelo. En cambio, cuando nos vamos para Honduras, allá nos tratan bien.
Tipo de Nota: 
Opinión

Pequeño inmigrante

06 de Julio de 2018
Palabras clave

Me llamo Élmer. Tengo 12 años. Desde que tenía 9 me voy a Honduras para trabajar en corte de café. Nos vamos todos los de la familia: mis tíos, sus esposas y hasta mi abuelita.

Todos nos vamos por temporadas de ocho a diez semanas. En la aldea solo se quedan las mamás con hijos chiquitos. Nos vamos porque en Purulhá, aunque hay muchas fincas de café, no pagan bien.

A las siete mi mamá nos prepara un tambo de café. Lo endulza bien para que nos dé fuerza. Ella se levanta a las cinco para juntar el fuego. Antes encendía una candela. Ahora ya enciende el foco porque, con el dinero que nos ganamos, mi hermano y yo pagamos el alambre y mi papá puso luz en la cocina...

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