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«¡Ni que fueran coches mis hijos!»

En comunidades abandonadas, la pobreza se embucha el derecho al duelo sin que en la ciudad lo adviertan.
Tipo de Nota: 
Opinión

«¡Ni que fueran coches mis hijos!»

26 de Octubre de 2018
Palabras clave

Hace unos días vivimos una tragedia: dos de nuestros pequeños lectores fallecieron inesperadamente. Hacía poco los abrazábamos en el proyecto. Imposible precisar si nuestro tormento superaba nuestra incertidumbre o viceversa.

Eran las diez de la noche cuando recibí la llamada de un teléfono desconocido. Con el amén en la boca —como dicen por ahí—, respondí. Era Martita:

—Seño, acompañé a mi mamá al centro de salud, pero acá me dijeron que un nenito de la biblioteca acaba de fallecer.

—¿Qué? —pregunté (había escuchado perfectamente, pero no quería interpretar lo que significaba).

—¡Sí! —repitió Martita—. Acá está el papá. Dice que murieron dos de sus hijos.

Poco puedo recordar de lo que ...

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