Mi abuelo contó alguna vez como escuchó en la radio de una barbería sobre la muerte de Gardel en un accidente aéreo en Medellín, y el estupor que causó la noticia en su pequeño pueblo andino donde en alguna ocasión el cine proyectó la tarde de un domingo una película en blanco y negro en la que Gardel cantaba esos versos que dicen «por aquellos ojos brujos yo habría dado siempre más» (Cuesta Abajo, 1934)
Amanecer un domingo con las noticias de la muerte de Taylor Hawkins en mis redes sociales no posee el potencial para formar una anécdota poderosa. Me arranca sí la nostalgia por aquellos Rocking 1000 que tocaron en un campo en Italia para invitar a los Foo Fighters a visitar Cesena, allá por el 2015. Pero poco después, alguien me envía un fotograma en blanco y negro, que compara dos imágenes similares y simbólicas: en la primera están Kurt Cobain, con David Grohl al fondo. Cobain, en su clásico aspecto desgarbado, luce cadavérico. En la segunda, la pose es repetida por una imagen similar de un sonriente y vital Taylor Hawkins con Grohl al fondo.
En sus memorias,The Story Teller, tales of life and music (2021), Grohl se refiere en más de una ocasión al enorme impacto de la muerte de Cobain, y al deterioro que este experimentaba para los tiempos en que Come as you are había encumbrado a Nirvana al éxito. Cobain parecía haber fijado su curso de autodestrucción y vivir con vehemencia esa misión.
[frasepzp1]
De la misma forma, Grohl define su relación con Hawkins en los términos de una sociedad compleja, que iba de la mano entre la amistad y la franqueza, que de acuerdo con el documental Back and Forth, (2011) se refleja en una relación intensa. Para Grohl, la presencia de Hawkins le brindó el equilibrio que no encontró en otros bateristas… y fueron varios, entre los cuales destaca el que tuvo que ver que Grohl volviera a grabar las pistas él en el estudio.
Para los Foo Fighters la muerte de Hawkins podría representar un poderoso punto de inflexión en el cual la continuidad de la banda queda en entredicho. Algo similar a lo que pasó por ejemplo con los Led Zepellin incapaces de seguir sin John Bonham. O de los Rolling Stones asumiendo la muerte de Charly Watts.
La muerte de Taylor Hawkins, traducida por un informe forense en la presencia de más de diez sustancias en su cuerpo, pone otra vez en la mesa el tema de las drogas y la vida y muerte de los rockstars. Todavía existen quienes, en términos mundanos, prefieren hablar sobre las adicciones y los excesos, como la forma en la que cada uno presenta batalla a sus propios demonios. Particularmente prefiero las palabras en la carta de Mary Forsberg Weiland a la muerte de Scott Weiland (el vocalista de Stone Temple Pilots, por si alguien lo ha olvidado): hay que evitar glorificar la tragedia.
Y al no glorificar la tragedia, y respetar las memorias de quienes lo sobreviven, me quedo con la energía desplegada por Hawkins en The Pretender.
Más de este autor