A cuatro kilómetros de Uspantán, municipio de Quiché, se localiza Chamac, una pequeña aldea en donde viven dos hermanos, Miguel y Paulino, el primero de 13 años y el otro de 10.
Ambos son lustradores de zapatos. Por la mañana van a la escuela y por la tarde se dirigen al "pueblo", como llaman al centro del municipio. Miguel terminó sexto primaria y Paulino quinto el pasado año. El primero tendrá que trasladarse al "pueblo", ya que en la aldea no hay un instituto de educación básica.
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A cuatro kilómetros de Uspantán, municipio de Quiché, se localiza Chamac, una pequeña aldea en donde viven dos hermanos, Miguel y Paulino, el primero de 13 años y el otro de 10.
Ambos son lustradores de zapatos. Por la mañana van a la escuela y por la tarde se dirigen al "pueblo", como llaman al centro del municipio. Miguel terminó sexto primaria y Paulino quinto el pasado año. El primero tendrá que trasladarse al "pueblo", ya que en la aldea no hay un instituto de educación básica.
Los niños viven con sus padres y otros seis hermanos. Paulino dice que “desde hace ocho meses lustra zapatos”, su hermano solo ríe y no comenta cuánto tiempo lleva en el oficio. Ambos cobran un quetzal por par de zapatos.
La caja de Paulino le costó 60 “y era usada”. Pero “lo bueno fue que venía con la tinta” y demás herramientas.
Además de trabajar en el centro de Uspantán, también visitan las viviendas de los pobladores, preguntando si necesitan de sus servicios. “Los dos siempre son amables y alegres”, informan los vecinos.
Es mediodía y los hermanos se detienen en una tienda para comprar algo para comer. Piden helados de bolsita y “risitos” para cada uno.
Un vecino cuenta que para el tiempo de cosecha de cardamomo en La Parroquia, una comunidad de Playa Grande, los dos hermanos viajan a recoletar el grano que les servirá para ayudar a su familia. “Son aventados”, puntualiza el señor.
Al caer la noche Miguel y Paulino regresan a casa. Caminan al menos 30 minutos, por un carretera empinada de terracería.