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"Los jóvenes no pueden vivir sin hacerse cargo del pasado"

El dinosaurio (de Tito Monterroso) existe en Centroamérica (en este siglo) porque existe la cepa genética del dinosaurio. Nacemos en el huevo mismo del dinosaurio.
Lo que quisiera ver en Centroamérica son estadistas. Quien entienda al país en su totalidad, en su perspectiva de pasado y futuro, que ve la globalidad del país, no queriéndose vengar del gobernante anterior.
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"Los jóvenes no pueden vivir sin hacerse cargo del pasado"

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Sergio Ramírez hace malabares entre la literatura y el análisis político. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de América Latina y fue uno de los primeros en elevar la voz, en sus columnas y en foros, para proponer la despenalización de las drogas. En esta entrevista hace un recorrido por algunas luces y sombras centroamericanas.

Fue considerado el intelectual de la Revolución Sandinista y fungió como su vicepresidente en los años 80, pero después se retiró del partido y de la política partidaria para convertirse en uno de los críticos más contundentes del gobierno de Daniel Ortega. En 2009, fue una de las 17 personalidades convocadas por los expresidentes Henrique Cardoso (Brasil), Ernesto Zedillo (México) y César Gaviria (Colombia) para formar la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia; en la que se generó un documento que sirve de punto de partida para quienes debaten el tema.

Ramírez se dedica a la literatura, a la cátedra universitaria –en varias universidades del mundo- y a escribir columnas de opinión que se reproducen en diarios de toda Iberoamérica. Dirige la revista literaria Carátula y escribe un blog en el Boomeran(g) de Madrid. Estuvo recientemente en Guatemala para dictar la lección inaugural  de la Universidad Rafael Landívar.

¿Hace 30 años en algún sueño o vaticinio disparatado usted pudo pensar que Daniel Ortega podría llegara a convertirse algo parecido a Somoza y, en Guatemala, un presidente militar, en un mes de gobierno, propondría la despenalización de las drogas?

La historia es sorpresiva. En la normalidad de la historia de Centroamérica, el caudillismo ha sido un fenómeno que se repite. El caudillo es una figura rural constante en Centroamérica, a pesar de la concepción de modernidad de este siglo XXI. Alguien que se cree imprescindible y que cree que el mundo no podría funcionar si no está sentado en la silla presidencial.

Lo que sí es una verdadera sorpresa es que el presidente (Otto) Pérez Molina proponga la despenalización de las drogas. En una reunión en Colombia con Carlos Fuentes, el presidente Santos y el director del diario El País, se habló de este tema y Santos dijo que él estaba de acuerdo con la despenalización siempre que fuera un acuerdo internacional. Frente a las declaraciones del presidente de Guatemala, las reacciones son negativas por parte de Estados Unidos, que las ven como un horror. Ellos dicen que esto multiplicaría el crimen y yo digo que sería al revés. No nos debemos olvidar de la prohibición de las bebidas alcohólicas en Estados Unidos. Al Capone era hijo de la prohibición. Cuando cesó la prohibición, los asesinatos se terminaron, por lo tanto, la despenalización terminaría con el crimen organizado.

Lo interesante es que el presidente Mauricio Funes dijo que estaba de acuerdo en discutir este tema, así como la presidenta de Costa Rica. Pero esto no se va a dar pronto. La idea de decir “discutamos” viene de los países que son víctimas inocentes del tráfico de drogas. Nuestro punto geográfico como Centroamérica es esencial.

Como centroamericano, ¿podría convocar usted a la Comisión sobre Drogas para acompañar el debate en la región?

Yo no tengo esa autoridad, pero estoy de acuerdo en que debería haber un panel con médicos, especialistas en seguridad, especialistas en alcaloides. Es necesario abrir un foro de discusión sobre este tema, que ha sido un tabú.

El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, tiene una teoría que dice que la gente no se involucra al narcotráfico sólo por el dinero sino por obtener estatus, dignidad, poder. Un pobre que no pertenece a la clase dominante entra a un restaurante y lo tratan mal, pero después, al ser narco, le abren las puertas gustosamente.

Podríamos decir lo mismo de las pandillas. Una persona pobre, sin personalidad, se encuentra reflejada en una secta. Ese ha sido el rol de las sectas: pertenecer. El verdadero problema es el fácil acceso al dinero.

Pero más que el dinero, ¿cree la desigualdad en dignidad sea el motivo por el que florecen tanto los narcos en Centroamérica?

Si siembro maíz y me ofrecen sembrar coca en cualquier lugar de América, y por eso voy a ganar 20 veces más, voy a elegir la coca más allá de la cuestión ética. Es un asunto de la posibilidad del ingreso. La escogencia es natural y esto va llevando a la corrupción porque los policías ganan $200 y les ofrecen $10 mil por hacerse de la vista gorda. Lo que atrae a la gente es el dinero no el prestigio.

Pero algunos que ya tienen dinero y no necesitan más participan. ¿Cómo ve el papel de los bancos?

Ningún negocio produce tanto dinero como la droga. Rompe cualquier parámetro de ganancia. Un kilo de coca que sale procesada de Colombia y llega a Estados Unidos, en cada kilometro que avanza va multiplicando su valor. Es el negocio más rentable que ha existido en la historia de la humanidad, capaz de dejar ganancias considerables por todas las manos que vayan pasando.

Todo el dinero que se gasta en drogas, en Europa y Estados Unidos, a algún lugar tiene que ir a dar. Tiene que ser procesado, lavado, miles de millones que tienen que reinvertirse, en ganado, en edificios, por lo tanto debe pasar por las entidades financieras.

El narcotráfico, entre otras cosas, provoca buena parte de la violencia en el Istmo. Esta semana volvió a quemarse por accidente una cárcel en Honduras como sucedió en dos ocasiones en la década pasada. ¿Cómo lo ve?

Dos cosas. Un sentimiento de frustración de que nuestras raíces sigan siendo tan marginales, tan pobres. No están superpobladas las escuelas, sino las cárceles. Las cárceles de Centro América rebalsan por el triple a su capacidad y se vuelven incontrolables. Se convierten en centros de dirección del tráfico de droga; desde ahí se dirigen asesinatos, secuestros, se crean espacios de reos privilegiados. El sistema carcelario es un reflejo de la gran desigualdad que existe en nuestras sociedades.

Héctor Rosada, sociólogo guatemalteco, describe al sistema carcelario como una máquina trituradora de pobres. Algunas voces en Honduras dijeron que el incendio fue avalado por las autoridades. ¿Le parece que en Honduras se prefiere dejar que se quemen a mantenerlos encarcelados?

Para hacer una afirmación de esas tendría que tener evidencias. Eliminar presos sería una afirmación demasiado temeraria. El sistema judicial es desequilibrado y trae el hacinamiento de las cárceles. Es más fácil capturar a los pequeños que meter a los peces grandes a las cárceles. Hay gente que permanece encerrada porque no tiene recursos para mover sus casos en el sistema judicial.

(El Faro publicó esta semana que los guardias de la cárcel pudieron abrir las celdas para evitar que se quemaran 350 presos y permitirles que salieran a un patio del penal, pero recibieron la orden de no hacerlo).

Existe un déficit de democracia, ¿qué cree que se puede hacer en esta década para combatir estas deficiencias?

Va a tomar años cubrir los baches que la democracia tiene. El requisito esencial es la libertad de elegir. Es una pieza sin la que el resto de la democracia no podría llegar a funcionar. Si eso se enturbia, la democracia no dará ningún otro paso. Debe existir rendición de cuentas en el gasto público, que cada centavo se anote en un sitio de internet. La democracia debe ser capaz de ir corrigiendo los grandes abismos de desigualdad. El dinero no se debe quedar perdido en los vericuetos de la corrupción, se tiene que ir cerrando la brecha entre los que no tienen nada y los que tienen demasiado a través de un sistema tributario justo.

En Nicaragua no se respetó esa libertad de elegir a los líderes, así como en Honduras, en el último golpe de Estado.

El golpe de Estado de Honduras fue un retroceso. Los golpes de Estado deberían estar proscritos por siempre en Centroamérica. Espero que la siguiente elección presidencial en Honduras sea transparente.

En una entrevista usted decía que en Nicaragua, al igual que en otros países de Centroamérica,  la cosa se fastidió cuando los comandantes guerrilleros empezaron a  pensar en hacerse ricos, ¿cómo lo vivió?

Uno de los grandes riesgos de la democracia es esta vieja premisa de que el Estado es un botín. Ese mecanismo de alguien que llega al palacio y siente que está cubierto por un manto de impunidad. Que tiene una inmensa posibilidad de negocios, en las licitaciones, este sentimiento de impunidad nos muestra una imperfección de la democracia. La corrupción es un tejido que hay que eliminar.

Como centroamericano, ¿cómo ve este proceso de juzgar en Guatemala a los exjefes de Estado por delitos de lesa humanidad?

Eso es quedar en paz con la historia. No tomarlo como una persecución. Sobre todo cuando se trata de sistemas de justicia tan débiles. (...)

¿Qué lo pone a usted pesimista y optimista sobre Centroamérica?

Pesimista: la reiteración de los viejos vicios, el caudillismo. Me pone optimista que no se me ocurriría hoy en día, en una dictadura militar como las que tuvimos en los 70, con cementerios clandestinos y desaparecidos. O que te encarcelaran por el hecho de ser joven, llevar el pelo largo; ese tipo de cosas siento que quedaron atrás para siempre. Esa es mi esperanza optimista.

Usted habla de que el periodismo debería dedicarse más a la crónica…

Las maneras de informarse han cambiado. Cuando leo el periódico, ese periódico no me está informando nada nuevo. Todo ya lo sé porque las noticias me llegan al teléfono o las ví en la página de internet. La manera en que el periodismo tradicional en papel puede sobrevivir es cambiando el ángulo, que me recuenten la historia. No es algo que se improvisa, es bien investigado. En twitter me puedo informar ya de todo. Es una forma de información directa que antes no existía. Pero para que me informen a fondo está la crónica.

Hace 30 años les tocaba a los jóvenes pedir democracia, hacer revoluciones, ahora ¿qué rol les toca ahora a los jóvenes?

Informarse. Y esta información de la que hablo no sólo se refiere a estar informados del presente sino de lo que fue el pasado. Si hago una encuesta a los menores de 25 años y les pregunto quién es el general Ríos Montt, el 80 por ciento me dice que no sabe. En Estados Unidos, el 80 por ciento no sabe quién es Kennedy. El pasado es algo cancelado. Un niño de 12 años considera que los celulares han existido desde el origen de la humanidad. No se puede vivir sin hacerse cargo del pasado.

¿Qué pensaría que deben hacer los políticos que están cerca del poder?

Lo que quisiera ver en Centroamérica son estadistas. Un estadista es quien entiende al país en su totalidad, en su perspectiva de pasado y futuro, es el que ve la globalidad del país, no queriéndose vengar del gobernante anterior. Con visión estratégica hacia adelante. Es quien, al abandonar el cargo, quisiera que su sucesor continuara lo que ha hecho y que el sucesor quisiera continuar. No destruir la hilada de ladrillos sino poner una encima. Lo que ocurre en Brasil o Chile. Que llevan 25 años construyendo, detrás hay una idea de proyecto nacional. Cardoso empezó, Lula la mejoró y millones de personas han salido de la pobreza. La magia consiste en construir. ¿Cuál va a ser la visión de Guatemala o Nicaragua? ¿Servicios? ¿Turismo? Debemos construir una meta a 50 años.

En América del Sur se respira optimismo y en Centro América todavía no

Falta la visión republicana que es la sencillez al gobernar. Veo a un presidente, (José) Mujica, que gobierna sin pretensiones, sin opulencia. El llegó a la presidencia y anda en su carro viejo. No quiere ser el líder del mundo. El problema de América Latina es que los sueños de la razón producen monstruos. Alguien como Chávez piensa que por tener petróleo puede ser el líder del planeta. ¿Hay o no visión estratégica en un país como Venezuela? Se puede salir de estos problemas sin creerse faraón, esas son las claves, sin importar el signo ideológico, hoy en día el signo ideológico tiene menor peso. Ya nadie se mata por ideologías. Se trata de buscar un término medio.

Usted ha vivido a Centroamérica. Sobre este lenguaje centroamericano del que habla, ¿echa en falta que no se haya construido más identidad centroamericana?

Esa identidad solo se construye con instrumentos concretos, no retóricos. Por ejemplo, una editorial que pueda leerse en todos los países es más importante que un Parlamento Centroamericano que no sirve para nada. Se ha vuelto una huesera política donde se van de retiro los políticos que ya no son útiles. Porque las decisiones del parlamento no son vinculantes. Sería bueno que se creara una televisora, un periódico virtual, un portal centroamericano donde se encuentren carteleras culturales, datos sobre universidades, eso es mucho más integrador.

Si Tito Monterroso escribió “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, ¿cómo se traduciría esto, en este siglo, en Centroamérica?

El dinosaurio existe en Centroamérica porque existe la cepa genética del dinosaurio. Nacemos en el huevo mismo del dinosaurio.

 

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