Todavía no sé definir si me gusta ese estilo meloso, dramático y casi dolorido (la respuesta es seguramente un no), pero voy a usar unos versos de esa canción para empezar estas líneas:
Love is a crazy game, baby.
It’s how I feel.
Can make you, oh, so high,
but it takes so long to heal…
Escribo desde las postrimerías de la...
Todavía no sé definir si me gusta ese estilo meloso, dramático y casi dolorido (la respuesta es seguramente un no), pero voy a usar unos versos de esa canción para empezar estas líneas:
Love is a crazy game, baby.
It’s how I feel.
Can make you, oh, so high,
but it takes so long to heal…
Escribo desde las postrimerías de la destitución de Julen Lopetegui. El olor de la tragedia ha atraído a muchos, que han puesto su grano de arena en este esfuerzo conjunto por destrozar la reputación de un señor que pagó cara su apuesta de jugar a ser un dios.
Todos los medios, en una forma u otra, se han ocupado de la historia del tipo que fue destituido como seleccionador de España un par de días antes del Mundial y que cuatro meses después fue despedido del club por el que dejó la selección en medio de aquello que se llama crisis de resultados.
El aire tristón (lo voy encontrando difícil de llevar) de los Teskey Brothers me sirve para aseverar que esta situación es el mejor ejemplo de un linchamiento mediático.
La figura del linchamiento mediático fue incorporada por el socialismo del siglo XXI a la ley de comunicación ecuatoriana como un arma para un régimen que llevaba mal eso de la fiscalización de la que llamaba «prensa corrupta» (apelativo cariñoso para todo medio que no fuera el oficial), así que inventó un delito para periodistas y medios de comunicación que consiste en «desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública».
[frasepzp1]
Desde entonces no han dejado de salir imitaciones de esta ley en otras latitudes, sobre todo en épocas cercanas a procesos electorales, en los cuales los políticos y las políticas se juegan la reelección y no quieren lidiar con una prensa incómoda, que busca incordiar con aquello de medir el desempeño laboral de personas que en más de una ocasión no llegan a trabajar, se retiran temprano los viernes para ir a casa y usan el lunes completo para volver al trabajo, por supuesto en vehículos oficiales (descripción válida para funcionarios públicos de varios países).
La historia de este entrenador español le ha dado sentido por primera vez a una herramienta de aquellas que el poder inventa para defenderse a sí mismo. Si Lopetegui hubiera podido acogerse a una legislación como la ecuatoriana, habría evitado la crítica por el desempeño de su equipo y exigido indemnizaciones económicas de sus críticos.
Cambio mi fondo por Josefin Öhrn + The Liberation. Rushing Through my Mind (2016) me da algo más de energía mientras la noche y el tráfico se van cerrando. La pregunta es a qué vamos a dedicar tiempo ahora que Lopetegui ya no está. Seguramente vamos a conseguir algo más.
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