No obstante, las capturas del rector y del exrector deben considerarse también como un desvelamiento de la corrupción existente dentro de la misma USAC. Ya en 2019, en su última acción en el país, la Cicig había presentado acusaciones por posibles hechos de corrupción en las que también los sindicaba a ellos dos.
Lo más preocupante, sin embargo, es que las acusaciones no sorprenden. Independientemente del resultado que tengan en el sistema judicial del país (corrupto desde el origen), muestran que hay algo profundamente erróneo en la forma en que se ha conducido a la USAC en los últimos tiempos. No se puede dejar de ver que las elecciones de autoridades (rectores, decanos y otras) o la participación de representantes de la institución en otras instancias (como las comisiones de postulación) presentan graves problemas.
En la elección de rector, de decanos y de representantes docentes y estudiantiles corren intereses que no son propios de los fines académicos y políticos originales de la institución. Las elecciones en ciertas unidades académicas son un derroche de dinero, de alcohol y de mal gusto. ¿Quiénes pagan tales derroches? ¿Qué se espera obtener a cambio de la inversión?
Durante más de tres lustros, la misma AEU fue señalada de estar en manos de mafias y de grupos de choque, al servicio de fines ajenos a su naturaleza. No fue sino hasta en 2017 cuando se recuperó esta instancia. Lo significativo es que esta larga toma de la AEU fue funcional a los intereses de autoridades universitarias y de otros actores.
Todo esto no es coincidencia. Es resultado de la historia política general del país y de la misma historia institucional en las últimas décadas, de la interacción entre mafias fuera de la USAC (en partidos políticos, en las cortes, en otras instituciones del Gobierno, en círculos empresariales) y grupos que han llegado a ocupar puestos de poder en la universidad.
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Hay que entender que la USAC no es un todo homogéneo. Las unidades académicas funcionan de manera bastante independiente. Aunque existe una calidad variable en la formación, hay áreas en las que es mejor que otras universidades del país. Asimismo, entre otros aspectos, la práctica supervisada y el EPS son una retribución importante de la universidad a la sociedad. Sin ir más lejos, los médicos practicantes ayudan a que el sistema de salud del país no colapse y los practicantes de psicología prestan un extenso y amplio servicio a población de escasos recursos que no tiene otras opciones de servicio.
Pero esta heterogeneidad de sus estructuras y de su funcionamiento no exime de la responsabilidad de cuestionar los profundos problemas que presenta y que se condensan en la acusación contra el rector y el exrector.
Hay necesidad de replantearse temas como la elección y conformación de los órganos de autoridad en diversos niveles, la participación de la USAC en distintas representaciones institucionales, su funcionamiento administrativo y, en definitiva, su calidad académica.
Esto no va a pasar de la noche a la mañana o por generación espontánea. Se necesita una intensa discusión para replantearse estos aspectos. Puede ser la oportunidad de que avance la postergada reforma universitaria y de replantear aspectos fundamentales de su funcionamiento [1], pero esto implica diálogo serio, apertura y participación de los mismos universitarios y de otros actores interesados en mejorar la institución.
* * *
[1] Aunque en el ámbito interno de la universidad suene a herejía, ya hay otros actores que cuestionan su papel como única institución estatal. Descontando el fundamentalismo del mercado, que siempre busca echarle agua a su molino, es un tema que habría que discutir seriamente.
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