La semana se advertía muy tensa a causa de las noticias estrepitosas que colmaron las páginas de los medios informativos e hicieron rebosar de comentarios las redes sociales. Tres de ellas se distinguieron por su impacto. Les comparto entonces mis reflexiones a la luz del contraste que ofrecía el alcance de lo sucedido y la vista de nuestro suelo patrio.
Vamos primero con las noticias.
La primera fue la complacencia manifestada por el señor Eliot Lance Engel al saber del asilo otorgado por Estados Unidos de América a la exfiscal Thelma Aldana. El señor Engel es el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes y la figura más importante de Estados Unidos ante el decimosexto distrito congresional de Nueva York.
La segunda fue el amparo que presentó ante la Corte de Constitucionalidad la fiscal Consuelo Porras en contra del Congreso para detener la elección de los nuevos magistrados y obligar a los responsables de los desaciertos a repetir todos los procesos de postulación, así como, por supuesto, la aquiescencia de dicha corte para declarar con lugar el amparo, si bien de manera provisional.
En medio de ambas (y aún en la cresta de la ola mediática) estaban y están los pormenores de la captura de Gustavo Alejos por evasión. Demás está argüir acerca de la vorágine que se desató con los hallazgos que hizo el Ministerio Público en relación con las reuniones que él tuvo con diputados, aspirantes a magistrados y otras personas vinculadas (presuntamente) a la elección de magistrados.
Y después de observar los barrancos que circundan la ciudad de Guatemala brotó la primera reflexión: es inaudito que haya habido opiniones en contra de la decisión del Gobierno de Estados Unidos de América con relación al asilo concedido. Pensé: ¿acaso no por perseguir a contumaces traidores a la patria la señora Aldana sufre hoy el exilio? Solo faltó que dijeran que el señor presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos es comunista.
[frasepzp1]
Quince minutos después pude apreciar muchas cordilleras donde la deforestación sentó reales. Ni qué decir de las cuencas vacías de ríos otrora caudalosos. Pensé entonces (segunda reflexión) en los desgobiernos que Guatemala ha tenido. En contraste, y como una especie de paramnesia del reconocimiento, repasé el carpetazo del Ministerio Público en contra del Congreso (antro de lo inimaginable) para suspender la elección de los magistrados y consideré que demás no estuvo porque ya era tiempo de que la actual fiscal enderezara el rumbo de la nave donde hasta ahora parecía haber un solo timonel del lado del bien. Me refiero al jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad en Guatemala (FECI), el licenciado Juan Francisco Sandoval. De tal manera, las oquedades del Ministerio Público, donde antes hubo confianza, comenzaron a llenarse otra vez. En ese momento rogué (a la corte celestial) que no fuera ni vaya a ser solo una mediática y efímera intentona. También elevé mis plegarias por la protección física y psicológica del fiscal Sandoval.
Después vino la tercera reflexión (relacionada con todos los escenarios) y concluí con una aseveración ancestral: «Nada puede esconderse al calor de la verdad». Y las noticias tomaron a todos tan de sorpresa que los gritos de quienes se sintieron afectados no solo fueron chillidos de desesperación, sino un real berrinche que terminó de exhibirlos tal cual son.
Los sentimientos de desolación que provocaron en mí las abstracciones referidas se acrisolaron en el vuelo de retorno. Observar la diferencia entre las colonias residenciales y las casas construidas a la orilla de los barrancos es indescriptible. Allí la muerte danza con la vida al compás de los retumbos del mal. En la ciudad capital de Guatemala. En la ciudad del futuro.
Miércoles de Ceniza del año 2020: la esperanza aún no muere porque el amor es indestructible.
Más de este autor