En su mensaje en cadena nacional del viernes pasado, el presidente Giammattei hizo alarde de la recuperación que muestran los principales indicadores macroeconómicos como si fuese un triunfo de su gestión. Pero no engaña a nadie, pues esto es lo más parecido a saludar con sombrero ajeno, toda vez que la recuperación se debe en realidad a varios factores, pero definitivamente no al desempeño de su gobierno.
Las cifras oficiales publicadas por el Banco de Guatemala muestran que, de todas las variables macroeconómicas, la única que muestra una evolución favorable realmente extraordinaria para la economía nacional es el ingreso de divisas de las remesas familiares. La variación acumulada al 17 de junio de 2021 respecto al mismo período de 2020 era un extraordinario 42.7 %, repunte que incluye el efecto aritmético de comparar las cifras actuales con las que evidenciaban la desaceleración que se registró a partir de marzo del año pasado conforme se agudizaba el impacto de la pandemia.
Para valorar la magnitud extraordinaria de este aporte económico de las y los migrantes, compáreselo con el crecimiento del valor de las exportaciones, del 14.8 % a abril de 2021, y con el respectivo a las importaciones, del 26.1 %. Así, en un breve análisis del sector externo de la economía guatemalteca, aunque el crecimiento de las exportaciones es muy alto comparado con el de años anteriores, es significativamente inferior al 22.9 % registrado en 2011 y al dinamismo de las importaciones, con lo cual la balanza comercial de Guatemala continúa deficitaria.
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Sin embargo, en conjunto, el sector externo de la economía guatemalteca no es deficitario, pues, cuando a la balanza comercial se le agregan otros rubros, principalmente las remesas, se tiene que la cuenta corriente de la balanza de pagos de Guatemala es superavitaria. Es decir, técnicamente son los migrantes, y no otros sectores como el exportador, los que sostienen el sector externo de la economía y con ello estimulan el crecimiento vía el consumo y la inversión de los hogares.
Y en este afán de hacer justicia a quien se lo merece por su contribución económica, Giammattei también debería referirse al sector económico informal con más respeto y agradecimiento. Porque en Guatemala el sector informal es mucho más importante y serio que esa suerte de mascota de Doña Chonita, que en boca del mandatario suena más a burla despectiva (y que puede ser muchísimo peor si en realidad se está refiriendo a doña Concepción Ramírez, la mujer tz’utujil cuyo rostro figura en las monedas de 25 centavos de quetzal, en cuyo caso hay que agregar que la burla de Giammattei es misógina y racista).
Cuando Giammattei se mofa de Doña Chonita, olvida o ignora que la economía guatemalteca es mayoritariamente informal, de modo que el informal es posiblemente el sector económico más importante. Las cifras del Banco de Guatemala así lo sugieren, ya que es el verdadero generador de empleo, con el 70 % de los puestos de trabajo existentes en 2019. Además, la economía informal representó el 22 % del PIB de ese año, y el 60 % de los hogares realizan actividades económicas informales.
Por tanto, bien haría Giammattei en abstenerse de sus jactancias económicas, ya que él y el resto de Guatemala deberíamos agradecerles la recuperación económica a los sectores más desatendidos por el Gobierno: migrante e informal. Especialmente, debemos agradecer a quienes por desesperación tuvieron que huir del país no solo para buscarse una vida mejor, sino también para contribuir a mejorar las de sus familias acá.
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