Llevo algunos días tratando de ordenar mis ideas en torno a una pregunta: ¿existe una derecha necesaria? Pese a que mi respuesta es afirmativa, luego me cuestiono: ¿necesaria para qué o para quién? Eso me lleva a pensar en la articulación política en un Estado democrático liberal y en la necesidad, por pragmatismo, de interactuar con mayorías o minorías que reivindican posiciones que nos resultan antagónicas.
Todo lo anterior pasa por la subjetividad de los conceptos de izquierda y derecha y por la proclividad de los extremos ideológicos a describir y satanizar a quienes no comparten su visión o sus intereses. Es decir, para la extrema derecha contrainsurgente y fundamentalista, los posicionamientos moderados, liberales, que reivindican la eliminación de privilegios, son tan izquierdistas como el movimiento para la liberación de los pueblos.
Pero debo regresar a mis preguntas iniciales y, en el intento de desentrampar las ideas, trato de describir la derecha necesaria situada en un tiempo, un espacio y un contexto en los cuales el poder económico, político y religioso está hegemonizado por la ideología neoliberal. Así las cosas, la derecha necesaria es aquella con la cual se puede dialogar para alcanzar consensos en la coyuntura o en torno a horizontes estratégicos como los plasmados en los acuerdos de paz.
Es necesario ahora algún recurso descriptivo que, con una mirada desde la izquierda, permita diferenciar a esa derecha necesaria de la derecha delincuencial, aquella que se subordina a los capos del narcotráfico, a las mafias que tienen capturado al Estado, y que responde a un sistema de creencias fundamentalistas y antiderechos.
En cuatro ejes, trato de sintetizar que la derecha necesaria:
- Afirma la importancia de un Estado democrático como vía para la construcción de consensos. Sin este eje, cuya interpretación puede ser amplia y compleja, es imposible un intento de diálogo.
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- Asume que la Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG), con todos los derechos allí consagrados, es el pacto social que, junto con los acuerdos de paz, sirve como referente para ejercer el gobierno.
- Reconoce que el Estado debe ser laico para proteger a todas las expresiones de conciencia en una sociedad moderna, precisamente porque la CPRG es la norma superior a la cual debemos remitirnos como nación.
- Expresa su compromiso de luchar contra la corrupción, que, como fenómeno transideológico, tiene el potencial de destruir el Estado democrático e impide el desarrollo del ideario liberal.
Nótese que esa derecha necesaria puede adherirse al ideario neoliberal, racista y patriarcal que rechazamos desde la izquierda. De hecho, esa brecha ideológica fundamental estará presente. Del mismo modo, la derecha necesaria hará lo posible por debilitar a la organización popular y continuar acumulando poder político y económico. Pero esa derecha, como anoté arriba, es consciente de que su hegemonía no puede sostenerse indefinidamente a través de la coerción y sabe que los circuitos globales de consumo requieren de un mínimo de coherencia y modernidad del Estado y del derecho.
Figuras políticas, periodistas, empresarios y líderes gremiales se han manifestado contra la corrupción e incluso han apoyado la persecución penal contra los ciacs y otras mafias que impiden procesos de acumulación en condiciones de competitividad. Esas personas que no se perciben representadas por mafias pueden ser de derecha, pero son la derecha con la cual debemos tender puentes, con la cual se debe discutir un proyecto de nación viable, moderno, laico, democrático y, por qué no decirlo, capitalista.
Quienes sostenemos que el capitalismo neoliberal es económica, social y ambientalmente un fracaso y que debemos plantearnos nuevas formas democráticas de organización social tenemos que lidiar con el hecho de que, en Guatemala, la gente tardará todavía algún tiempo en descubrir que global y localmente debemos enfrentar grandes transformaciones que no serán resueltas por la escenificación electorera. No sabemos si esa transición será violenta o si la gente cansada terminará votando por un proyecto radical. Pero en cualquiera de los casos habrá necesidad de dialogar con la derecha necesaria si aspiramos a construir un proyecto democrático y sostenible.
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