He sostenido la necesidad de defender el hecho de que no todos los empresarios son adictos a los privilegios y a la impunidad elitista, evasores de impuestos o corruptos. Sin embargo, para desgracia del conjunto del empresariado guatemalteco, al apoyar a Jimmy Morales y a su gavilla, la dirigencia actual del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif) quizá esté cometiendo uno de los peores errores en la historia de esa organización.
Estoy seguro de que los empresarios honestos y honorables que conozco sienten incomodidad y rechazo por la posición que han asumido las autoridades actuales del Cacif. Creen que se debe corregir la forma en la que se financian las campañas electorales y que la impunidad está haciéndole un daño muy grave a Guatemala.
Saben muy bien que, por décadas, el Cacif ha promovido esquemas ilícitos de financiamiento electoral y ha deformado la democracia guatemalteca en una plutocracia, en la cual el financista de la campaña tiene más poder que el votante. Que la política responde y sirve más al dinero que a las ideas, a la capacidad y a la honorabilidad. Que, por décadas, con dinero del empresariado agremiado en el Cacif se han sobornado y comprado las voluntades de políticos y funcionarios de gobierno, de modo que dicho ente ha constituido una cuota desproporcionada de poder, además de un mecanismo para crear y preservar privilegios abusivos e injustificados. Saben que de esa forma el Cacif ha impedido un desarrollo democrático legítimo en Guatemala y ha fomentado la corrupción y la impunidad.
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Los empresarios honestos y honorables saben muy bien que, por décadas, el Cacif ha promovido y defendido esquemas de impunidad para evasores de impuestos, contrabandistas y defraudadores aduaneros, especialmente vía sentencias y fallos de la Corte de Constitucionalidad hechos a la medida de sus caprichos e intereses. Lo saben porque, al ser honestos y honorables, pagan sus impuestos cabal y puntualmente, en desventaja frente a sus colegas de cámara que gozan de privilegios fiscales o se han procurado impunidad por sus delitos tributarios. Saben muy bien quiénes son y que, al no ser emprendedores de verdad, serían incapaces de prosperar sin los privilegios ilícitos e ilegítimos de los que dependen viciosamente.
Los empresarios honestos y honorables saben muy bien que, por décadas, el Cacif ha cubierto con un velo de impunidad la corrupción que beneficia a algunos de sus miembros con contratos con el Estado. Ya sea obra pública de infraestructura vial, provisión de medicamentos y de insumos hospitalarios o la venta de otros bienes y la contratación de otros servicios a entidades del Estado, ellas y ellos saben muy bien cómo se han ocultado los sobreprecios y se ha tolerado la mala calidad de los bienes y de los servicios en un marco de impunidad para quienes se enriquecen ilícitamente con el cuello blanco que les provee el Cacif mientas la población más necesitada sufre y muere.
Sigo convencido de que la gran mayoría de los empresarios de Guatemala son honestos y honorables. Lo que no puedo creer es que respalden y apoyen las acciones de la cúpula actual del Cacif. Quiero seguir creyendo que en sus mentes y corazones bulle la indignación por el apoyo asqueroso a un gobierno corrupto y que crece su valentía por renovar, depurar y limpiar el Cacif mediante la denuncia y la deposición de sus autoridades actuales.
Empresaria honesta, empresario honesto, ¡sé valiente y manifiesta públicamente tu rechazo al apoyo del Cacif a Jimmy Morales y a su gobierno corrupto! ¡Promueve la depuración de la cúpula actual del Cacif para reemplazarla por el empresariado honesto y honorable!
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