Allí era esperado por funcionarios públicos, asesores de estos funcionarios, diputados, pastores de toda jerarquía, personal de apoyo, maquillistas y periodistas complacientes. Sentados en las butacas de cuero, disfrutaron de la generosidad de este gran amigo invisible. Atrás quedaba un país desnutrido, pobre, explotado, convulso, ingobernable, corrupto y expoliado.
Mientras tomaban un vinito Manischewitz de bienvenida a 42,000 pies de altura, sus futuros anfitriones se encargaban de r...
Allí era esperado por funcionarios públicos, asesores de estos funcionarios, diputados, pastores de toda jerarquía, personal de apoyo, maquillistas y periodistas complacientes. Sentados en las butacas de cuero, disfrutaron de la generosidad de este gran amigo invisible. Atrás quedaba un país desnutrido, pobre, explotado, convulso, ingobernable, corrupto y expoliado.
Mientras tomaban un vinito Manischewitz de bienvenida a 42,000 pies de altura, sus futuros anfitriones se encargaban de realizar unas de las tantas masacres a las que están acostumbrados. Tras una malla, un muro, perros y armas de todo tipo, personas que luchaban por sus derechos morían asesinadas a sangre fría. Eso no se puede permitir. Con los elegidos, que no se metan.
Me imagino que los presidentes de los tres poderes se sentaron juntos, hablaron de los amigos comunes (esos que los llevaron al poder), los criticaron, hicieron chistes y contaron anécdotas: cómo fue que los llamaron, la torpeza de tal emisario, la prepotencia del otro. No faltó tampoco la conversación de conquistas a base de poder, de talonario y regalos de sus mujeres, de escapaditas y las trompas de las esposas. Pero al final ellas, las esposas y las amantes, saben a qué se metieron, concluían atragantándose con Macallan. Desde que lo descubrieron, ya no toman otra cosa.
Atrás, el resto de la troupe del deshonor, cantaba un bolero de Luismi. Este patojo me encanta, decía uno de ellos mientras pensaba en el antejuicio que tenía en trámite.
[frasepzp1]
Escoltados por cazas israelíes, aterrizaron en el aeropuerto internacional de Jerusalén y fueron tratados como se merecen: recepciones, placas conmemorativas, banderitas con la estrella de David y nuestro quetzal reflejados en los muros milenarios y sagrados de la ciudad antigua. Si esto no es un logro de mi gobierno, ¡qué diablos es!, le preguntaba retóricamente el presidente a su apóstol particular.
Inauguraron la embajada. Guatemala es independiente y hace lo que le da la gana: echar embajadores y comisionados o incumplir resoluciones de las Naciones Unidas. Ese fue más o menos el mensaje presidencial.
Tres días de presentaciones triunfales con el presidente de Israel, con el primer ministro, con el alcalde. Todos traen periódicos escritos en hebreo con sus fotos. Las van a enmarcar y las pondrán en sus oficinas oficiales o en las oficinas donde ven sus negocios particulares. Qué curiosa esa letra, comentaba un diputado. Es que es la letra original de Dios, sentenciaba una señora de la comitiva.
Un viaje así es para estrechar amistad, hacer recuerdos y fortalecer vínculos. Estaban todos los que tenían que estar: los actores principales en la estrategia de la Guatemala de siempre, los que toman decisiones y las ejecutan. El objetivo es claro. Los planes están acabados. Las tropas están listas. El #PactoDeCorruptos. Inspirados por una mística sobrenatural, regresan del retiro esperpéntico espiritual listos para dar testimonio de su fe en que este país funcionaba muy bien antes de la Cicig.
Ya de regreso, antes de bajar del avión en el aeropuerto autocertificado, oraron y repitieron: la Cicig es el maligno y hay que derrotarla, y a sus huestes del cambio aniquilarlas, por el bien de la nación. Amén.
Más de este autor