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El héroe y el delincuente en la narrativa periodística de Nuestro Diario

El 51% de los comentaristas en Facebook dijeron estar satisfechos con la muerte de Diego Monzón, reafirmando con ello su convicción de aplicar justicia por mano propia ante la notoria debilidad e incapacidad institucional para brindar seguridad ciudadana. En su mayoría usan lenguaje agresivo y llaman a eliminar físicamente a los malhechores.
Aunque la sociedad civil, los peatones iracundos en el primer acto, cometen igualmente un crimen al linchar a Diego Monzón, éste no se presenta como tal en la narración.
Ilustración de Nora Pérez
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El héroe y el delincuente en la narrativa periodística de Nuestro Diario

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El robo de un celular desencadenó otro hecho violento que cobró la vida de dos personas en la urbe guatemalteca. Un relato más del enfrentamiento entre el “bien” y el “mal” fue incluido en las ediciones de los medios de comunicación, mientras la opinión pública debatía acalorada sobre la idea de “lo justo” y “lo injusto”. Este es un análisis de cómo Nuestro Diario construyó en sus notas la narrativa del “héroe” y el “delincuente”.

Este artículo examina el desarrollo del caso de Leonel Guillén, estudiante del Colegio San Sebastián, y de Diego Monzón, su victimario. Para el análisis, se utilizaron las notas que sobre el caso publicó Nuestro Diario –medio escrito de mayor circulación en el país–, aplicando el método de análisis crítico del discurso[1]. También se estudiaron las reacciones de lectores mediante la codificación de 300 comentarios elegidos al azar a la nota titulada “La violencia nunca será el camino” publicada en el perfil de Facebook del diario. Esta publicación no apareció en la versión impresa. Además, es importante considerar que el acceso a internet es restringido para gran parte de los lectores del diario.

La investigación se presenta simulando el guión de una obra de teatro que reproduce la narrativa desarrollada en las siete noticias publicadas entre el 18 y el 29 de julio de 2013. Es importante aclarar que este trabajo no es un reportaje ni relata los hechos de una supuesta manera objetiva, sino que la caracterización de los personajes y la narración se apegan a las descripciones y lenguaje utilizado por el medio consultado, no a los de los autores de este artículo. Es un estudio de caso y no pretende establecer generalizaciones más allá de las notas consideradas. Se explora cómo los medios de comunicación enfatizan ciertos elementos del suceso y relegan otros. Esta práctica continuada influye en la opinión pública y en las reacciones de los lectores hacia lo acontecido.

Dos vidas y un celular en tres actos

Personajes

Leonel Guillén

El protagonista. Joven fornido de tez blanca y aspecto varonil. Estudiante excepcional que se desempeña como comandante de la banda de guerra del colegio San Sebastián. Hijo, compañero y futuro docente, desea convertirse en pediatra. Fue muerto por una bala al intentar frustrar el robo de un celular.

Diego Monzón

El antagonista. Joven delgado y alto, de tez morena. Delincuente armado que asalta y asesina al personaje principal. Se desconoce su pasado y sus motivaciones personales. Se le conoce también como el criminal, el malhechor y el maleante. Muere tras ser linchado y sin el aprecio de la sociedad.

La sociedad

Peatones, amigos y familiares de Leonel Guillén. Un grupo que al inicio reacciona con violencia al presenciar una injusticia y luego sigue con pasión la historia del héroe y la evolución de su estado de salud.

Sinopsis

Primer Acto

El escenario: centro histórico de la Ciudad de Guatemala. Leonel Guillén intenta frustrar el robo de un celular; Diego Monzón, delincuente armado, le dispara en el cráneo. Los peatones observan el hecho y persiguen al delincuente por la 6a avenida. Arma en mano, el malhechor se apropia de una motocicleta, pero el piloto pierde el equilibrio y los dos caen al suelo. La persecución continúa a pie. Un agente de la Policía Municipal de Tránsito –PMT– quiere detenerlo, pero el criminal lo encañona y continúa la carrera. Metros adelante, dos policías armados de la Policía Nacional Civil –PNC– lo detienen. En pocos segundos una turba rodea a Monzón. Comienzan los golpes y la sangre. Alguien toma una piedra y la destroza en la cabeza del malhechor. “¡Justicia, justicia!”, corean los peatones mientras patean al maleante. Llega una ambulancia y lo traslada al mismo centro asistencial que la víctima.

Segundo Acto

Estudiante y delincuente guardan cama en el hospital. El primero está recluido en el área de cuidados intensivos, tiene una herida en la cabeza y respira con ayuda artificial. Amigos y familiares rezan por su vida mientras exaltan las cualidades y aspiraciones de Guillén: es un líder nato apreciado y querido por compañeros y alumnos de práctica docente; siempre mantuvo buenos promedios y desea ser médico.

El criminal, quien se mantiene en segundo plano, permanece en el área roja del hospital (área destinada para los primeros auxilios) y muere por la paliza recibida. Mientras tanto, los médicos indican que el estudiante se encuentra en estado delicado pero comienza a estabilizarse. Cinco días después muere también el estudiante. Al conocer la noticia, su madre expresa: “Que Dios lo tenga en su gloria, porque se ganó el amor de todos en su corta vida”.

Tercer Acto

Homenajes al protagonista. Muchos acuden al sepelio del joven héroe; las muestras de solidaridad con la familia del estudiante son abundantes. El director del colegio le entrega la Medalla a la Perseverancia como reconocimiento póstumo. Se muestran imágenes que resaltan las virtudes del estudiante: Guillén con el uniforme de la banda de guerra; Guillén ganando el festival “Línea de viento”. La madre llora mientras el ataúd desciende al nicho entre emblemas militares y el redoble de la banda de guerra. El telón se cierra sin mostrar lo ocurrido tras la muerte del criminal.

Análisis[2]

Dentro de la cobertura periodística del medio se identificaron cuatro estrategias discursivas:

  1. Utilización de elementos emotivos para exaltar la figura de Leonel Guillén, el estudiante muerto.
  2. Exaltación del hecho delictivo cometido por Diego Monzón.
  3. Invisibilización del papel de Diego Monzón como víctima.
  4. Invisibilización de los victimarios de Diego Monzón.

El psicólogo Albert Bandura, reconocido por sus estudios sobre el aprendizaje social, indica que ciertos recursos persuasivos (mediáticos o no) ayudan a que una conducta reprochable se convierta en aceptable por medio de la elaboración de justificaciones morales y paliativas, que tienden a promover la  transgresión  a las normas establecidas[3].

En este sentido, el abordaje del medio tiende a crear dos polos opuestos en conflicto que, en la narración, se resuelve mediante el accionar violento de la población. En un extremo se encuentra al estudiante Leonel Guillén (imagen del bien) junto a la sociedad civil; en el otro, Diego Monzón (imagen del mal). Esta categorización facilita al lector la comprensión del hecho y asigna valores morales a quienes se ubican en cada uno de los polos. El conflicto se representa entre un delincuente y un grupo organizado y además legítimo (el estudiantado).

Durante el primer y segundo acto se resaltan las cualidades de Guillén buscando apelar a los sentimientos del lector y reafirmando la acción heroica del estudiante y su liderazgo estudiantil:

Amigos y familiares de Guillén rezan por su vida en las afueras del San Juan de Dios” o “El herido es comandante de la banda del Colegio San Sebastián, el grupo ganó en un certamen, la semana pasada”.

En el segundo y tercer acto se resalta la condición médica de Guillén y la consternación de su familia, amigos, docentes y el resto de la sociedad civil ante la agresión sufrida. En este punto, aumentan las referencias emotivas a las metas y logros del estudiante. En paralelo, la narración le niega esa misma condición humana a Monzón.

Al referirse al transgresor, se resalta el hecho delictivo que éste cometió y se enfatiza su rol de asaltante, malhechor y atacante. El punto de referencia para nombrar a Monzón en cualquier punto de la narración es el crimen que cometió, no el linchamiento que sufrió. Así, por ejemplo se indica lo siguiente al referirse a su muerte:

Luego de permanecer dos días en el área roja del hospital San Juan de Dios, el delincuente que baleó a un estudiante del colegio San Sebastián por robarle un celular, murió el sábado”.

Aunque la sociedad civil, los peatones iracundos en el primer acto, cometen igualmente un crimen al linchar a Diego Monzón, éste no se presenta como tal en la narración. Las frases que se refieren a la agresión contra el estudiante tienden a usar la voz activa, es decir que enfatizan la acción delictiva y la responsabilidad de Monzón en ella, como se ve en el siguiente ejemplo:

Pereira baleó en la cabeza al estudiante Leonel Guillén, de 19 años, a quien le robó un celular en las inmediaciones de la Plaza de la Constitución, zona 1”.

Por el contrario, las frases relativas al linchamiento tienden a ser pasivas, es decir ocultan la identidad de quien comete el hecho. Los responsables (peatones y supuestamente amigos de Leonel Guillén) se omiten de la escena:

Pereira fue pateado como castigo por balear al estudiante  (…)

“El delincuente fue vapuleado tras balear al estudiante (...)”

Reseña

La teoría de efectos limitados de Robert K. Merton, indica que los medios de comunicación no determinan las maneras de pensar y de actuar de la audiencia, sino simplemente las refuerzan dependiendo del medio social, político, económico y cultural del receptor. En otras palabras, los medios complementan y alteran las opiniones que la audiencia se ha formado a partir de su experiencia en sociedad.

Partiendo de este enfoque, el estudio analizó las reacciones de los seguidores de la página de Facebook de Nuestro Diario tras la muerte del asaltante, Diego Monzón. La nota, tal como se mencionó al inicio, hace un llamado a la cordura señalando que la violencia no se resuelve con más violencia.

La mayoría de lectores enfatizó la necesidad de justicia ante la inoperancia de las autoridades. Este vacío institucional, opinaron, debe llenarse a través de acciones violentas y espontáneas encaminadas a hacer justicia por la propia mano. En este contexto, muchos lectores recurren a citas bíblicas como “Ojo por ojo, diente por diente” y “El que a hierro mata, a hierro muere” para justificar lo acontecido.

La Gráfica 1 muestra las soluciones que los lectores sugieren a la problemática de la violencia. La gran mayoría (148 lectores) indica que “El pueblo debe hacer su propia justicia para enfrentar la violencia”. A este respecto, un usuario de Facebook comenta:

“Muy cierto, cuántas vidas tenía este tipo ya en su haber, claro no es la forma, porque nos volvemos igual que ellos, pero sí el gobierno no hace nada, entonces...”

Además, la mayoría de lectores (153 comentarios) se mostraron satisfechos con que Diego Monzón hubiese muerto a causa del linchamiento. A este respecto comenta un joven en Facebook:

Pues mi opinión es que ladrón atrapado, ladrón muerto, que los maten a todos esos mareros y si yo fuera presidente metería a todos los mareros y asesinos y violadores en una misma celda y les instalaba gas para pegarles fuego.[4]

Finalmente, la siguiente imagen muestra los términos más usados por quienes se manifestaron a favor de los linchamientos en sus opiniones. Como se ve, la mayor preocupación es que se haga justicia ante las acciones criminales a pesar de la aparente inoperancia de las autoridades. En los comentarios se refuerza la idea de la justicia por mano propia.

Conclusiones

1. La conducta y posturas de las personas ante la violencia se construye a partir de su experiencia en el mundo social. Los medios de comunicación influyen y refuerzan ciertos aspectos de ella, pero no la determinan. Es por ello importante atender a cómo los medios informan y las reacciones que puedan motivar. Las imágenes y el lenguaje pueden usarse de tal manera que gusten e impacten al público, pero por otro lado, también tienden a limitar la comprensión del fenómeno.

2. El ambiente en que se desarrollan los seres humanos causa el comportamiento, pero también el comportamiento modela el ambiente. Así, desde la perspectiva del aprendizaje social, las ideas dominantes en el imaginario colectivo, el tipo de abordaje mediático en torno al caso, y las consecuencias en el proceder de los actores involucrados afianzan modelos de actuación fácilmente repetibles en el futuro. 

3. La conducta delictiva se ve influida por procesos de rotulación o etiquetamiento que efectúa la misma sociedad. En este sentido, Diego Monzón es invisibilizado como persona y se exalta su rol de delincuente, sin considerar las circunstancias particulares que le llevaron a la comisión del delito y que, en buena medida, expresan las debilidades socio–económicas del país.

4. La “dramatización de lo malo” gira en torno a la figura de Monzón, el delincuente, y justifica moralmente o concede menor importancia al delito de linchamiento cometido por “la turba” que clamaba por justicia. La narración invisibiliza a los responsables de este hecho.

5. En contraposición a la figura del criminal, la narrativa del medio construye el personaje de Leonel Guillén como un estudiante prometedor y un líder nato. Esta oposición bueno/malo apela constantemente a la emotividad de los lectores.

6. El 51% de los comentaristas en Facebook dijeron estar satisfechos con la muerte de Diego Monzón, reafirmando con ello su convicción de aplicar justicia por mano propia ante la notoria debilidad e incapacidad institucional para brindar seguridad ciudadana. En su mayoría usan lenguaje agresivo y llaman a eliminar físicamente a los malhechores. 

 

Lesly Aguilar, Andrea Villagrán y Enrique Alejandro Noriega colaboraron con este estudio del Programa de Opinión Pública de la Universidad Rafael Landívar.




[1] El enfoque se basa en la propuesta metodológica de Norman Fairclough para el análisis crítico del discurso aplicado a medios de comunicación. Este contempla el análisis de prácticas discursivas, análisis textual y análisis de prácticas socioculturales subsumidas en el texto periodístico. Fairclough, Norman. (1995). Media Discourse. Londres: Edward Arnold.

[2] Esta sección resume el análisis textual y discursivo. El primero, busca patrones en el uso del lenguaje que evidencien la intencionalidad del texto (¿con qué fin se escribió de esa manera específica?). Para ello se consideró (1) la transitividad de las frases, (2) el uso de la voz gramatical, (3) los procesos de nominalización, (4) los procesos de categorización y, (5) la combinación y secuencia de cláusulas en las frases. El análisis discursivo se centra en cómo la información se produce y se consume mediante el análisis de las prácticas discursivas. Este análisis se complementa en la próxima sección del informe.

[3] Bandura, A (1996). Failures in self–regulation: Energy depretion or selective disengagementhttp://www.uky.edu/~eushe2/Bandura/Bandura1996PI.pdf 

[4] Se editó la ortografía y puntuación del comentario para facilitar su comprensión.

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