Cuando haya terminado de leer este texto, en todo el mundo aproximadamente 35 personas habrán muerto… ¡de hambre! Sí, de hambre o de causas directamente ligadas a la falta de alimentación, aunque no lo pueda creer. En un mundo donde se produce aproximadamente un 45 % de alimento más del necesario para nutrir bien a toda la población, la desnutrición sigue siendo uno de los peores flagelos de la humanidad. Flagelo, por cierto, totalmente extinguible. Si no se extingue, es porque el modelo económico-social reinante (¡el capitalismo!) no lo permite.
Esas presentaciones en las que se habla de seres humanos en cifras igual a como se puede hacer con mercaderías o con ganado son bochornosas, pero impactantes por lo veraces que son. Apelamos a ese recurso para llamar la atención sobre algo (recuérdese la cantidad: 15 muertos por minuto, 900 por hora, alrededor de 20,000 al día): ninguno de ellos tiene fijada una fecha en el calendario para evocarlos. Simplemente son números (que ni siquiera se publicitan, por cierto: se habla infinitamente más de la pandemia de coronavirus que de estas desgracias).
Comienzo así el presente escrito como reacción ante un comentario oído recientemente: alguien propuso establecer el 11 de septiembre como «Día Internacional contra el Terrorismo».
Terrorismo. Difícil dar una definición aceptable. ¿Dejar caer un avión sobre población civil no combatiente en circunstancias de absoluta indefensión, tal como ocurriera con la Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 (3,000 muertos)? Podría ser. O también dejar caer dos bombas atómicas sobre población civil no combatiente en circunstancias de absoluta indefensión, como se hizo en Japón al final de la Segunda Guerra Mundial (250,000 muertos). O dejar caer toneladas de napalm y de agente naranja sobre población civil no combatiente en Vietnam en circunstancias de absoluta indefensión (3 millones de muertos). Igualmente podría ser. O también, siempre dentro de esta lógica de indefensión de las víctimas y de su consecuente terror por la imposibilidad de defenderse, establecimiento de precios de las materias primas desde una bolsa de valores independientemente de los productores, fijación de políticas económicas donde la gente es variable de ajuste, tolerar más de 20,000 muertos diarios por hambre…
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Es difícil definir algo tan problemático como esto del terrorismo —palabra tremendamente manoseada, manipulada—. Y no es mala idea establecer alguna efeméride que intente rememorarlo. La discusión podría llevarnos muy lejos, pero quería llamar la atención sobre la fecha propuesta: 11 de septiembre. Independientemente de que se aceptara esa efeméride, ¿por qué ese día precisamente? ¿Se querrá rememorar el momento en que las fuerzas armadas chilenas desalojaron del poder a Salvador Allende en 1973 por medio de un sangriento golpe de Estado liderado por el general Augusto Pinochet (3,000 muertos), momento en el que se iniciaron los planes neoliberales en todo el mundo (que mataron de hambre y de exclusión a muchísima más gente, a tanta que es imposible de contabilizar)?
El 11 de septiembre de 2001 murieron varios miles de inocentes (3,000; como fue a las 6 de la mañana, eran básicamente afroestadounidenses y latinos que trabajaban en limpieza antes del horario de oficina). Eso fue visualmente muy impactante. Luego se dijo que ese acto terrorista había sido un montaje elaborado por el Gobierno de Estados Unidos, preparatorio de las posteriores guerras preventivas con las cuales se invadieron Afganistán, Irak y Libia, casualmente países donde había petróleo, gas o amapolas para fabricar heroína. Una explosión en el centro de Manhattan que fue impactante, pero igualmente impactantes son los miles que mueren a diario, sin tanta pompa, de hambre, de frío, de abandono.
¿Por qué no instaurar como recordatorio del terrorismo el día en que cayó la bomba sobre Hiroshima? ¿O el mismo 11 de septiembre, pero evocando el golpe de Estado de Pinochet en 1973? ¿O, en definitiva, cualquier día, ya que todos los días mueren 20,000 personas víctimas de un terrorismo contra la misma especie humana que ve en la defensa del capital privado su más sagrado interés?
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