O qué tan previsor es el individuo en función propia y de su familia, como lo es en el papel de empresario, de sindicalista o de miembro gremial, y luego como puede serlo en papeles de formulador de políticas, de dirigente de la sociedad, o incluso en el papel dual de cualquiera de los anteriores con el de ciudadano o actor social.
Cuando el cambio de marea es abrupto y radical, cuando se vacía el mar océano y son impredecibles la forma y la velocidad en que se volverá a llenar, cuando...
O qué tan previsor es el individuo en función propia y de su familia, como lo es en el papel de empresario, de sindicalista o de miembro gremial, y luego como puede serlo en papeles de formulador de políticas, de dirigente de la sociedad, o incluso en el papel dual de cualquiera de los anteriores con el de ciudadano o actor social.
Cuando el cambio de marea es abrupto y radical, cuando se vacía el mar océano y son impredecibles la forma y la velocidad en que se volverá a llenar, cuando no hay ninguno que no esté afectado en cualquiera de los tres niveles ni hay para dónde escapar porque la humanidad total está afectada, crece el nivel de angustia al ver a aquellos que iban en cayuco y pantaloneta y saber que perecerán individual, empresarial o socialmente de forma más certera y masiva que los que iban en tiburonera y con hielera, que de igual manera sucumbirán antes que los que iban en buque y con despensa llena.
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Ahora el tema común para todos es esperar que el agua vuelva a subir y que se tenga con qué flotar. Con los de cayuco nadando, los de tiburonera sin hieleras y los de los buques con despensas racionadas, hay ángulos de sobra para conversar sobre cómo organizar la poscrisis. Si es el individual, pues claramente las redes familiares, de grupo o de gremio deberán tomar el relevo de lo poco que el Estado haya hecho llegar en su momento al trabajador del día a día, al asalariado de la empresa quebrada, al profesional liberal entrampado. Algunos de los miembros de las empresas familiares quebradas, empresarios pequeños cerrados y otros más de la capa media, aparentemente solvente pero carente de ahorro o endeudada, podrán recuperarse con el tiempo y arrancar el motor de su lancha y no pasarán a la base de la pirámide, a nadar en formación de cardumen, con un impacto directo en la baja del consumo de bienes y servicios que ralentiza el crecimiento o la recuperación de cualquier economía.
Los grandes buques saldrán cargados en el mejor de los casos, pero sin la certeza de poder descargar en puerto seguro. Su problema principal no serán las despensas, sino las bodegas, pues, si no pueden vender su mercancía, luego tampoco pueden comprar provisiones. Habrá que dinamizar el mercado, y eso lo pueden hacer aquellos que no abundan en rigideces económicas. Acá en nuestra parte del charco de la mar océano tendremos que aprender muy rápido a mantener el agua lo más alta que podamos y circulando, conectados al mundo, intentando vender nuestros productos con la brújula, temblando por los precios, ya que los volúmenes no dan para arriba, y haciendo algo a lo que ya no estábamos habituados: producir con el ojo muy puesto en el mercado local y regional, un nuevo inicio estilo sardinas, en los tres niveles. Pero a veces es mejor comenzar de cero y quizá algún día las personas, las empresas y la sociedad recuerden esta crisis como la tormenta perfecta, como la vaciada de marea que tenía que pasar.
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