Un rasgo característico de estas comunidades es que la vestimenta de los hombres es bastante particular: visten al modo occidental formal (saco, pantalón de tela, zapatos, sombrero, camisa de botones). Se mantiene dicha tradición entre los mayores y, en general, durante festividades, pero ahora añade elementos k’iche’, como raldas de cortes femeninos en el saco y otros adornos, una forma de k’iche’izar la vestimenta. La región, además, es semillero intelectual del llamado movimiento ...
Un rasgo característico de estas comunidades es que la vestimenta de los hombres es bastante particular: visten al modo occidental formal (saco, pantalón de tela, zapatos, sombrero, camisa de botones). Se mantiene dicha tradición entre los mayores y, en general, durante festividades, pero ahora añade elementos k’iche’, como raldas de cortes femeninos en el saco y otros adornos, una forma de k’iche’izar la vestimenta. La región, además, es semillero intelectual del llamado movimiento maya desde mediados del siglo XX y referente intelectual para todas las comunidades mayas hasta hoy. Grandin menciona el caso de una fotografía tomada por el viajero William Brigham en 1886 al alcalde k’iche’ Florencio Cortez y a tres regidores (titulada Cuatro alcaldes de Quetzaltenango) en la cual, a diferencia de otras fotografías de autoridades indígenas en otras comunidades, los k’iche’ de Quetzaltenango aparecían incluso vistiendo calzado como una forma de reforzar su estatus de élite indígena (Grandin, 2007: 198, 279-280), pero también para mostrar que los indígenas no eran una «raza degenerada», como se los denominaba entonces (y ahora).
Si bien Grandin se centra en Quetzaltenango, este fenómeno era regional: Cantel, Zunil, Totonicapán y Momostenango, entre otras, eran bastante ricas y rompían el estereotipo del indígena pobre, menesteroso y atávico. Los quetzaltecos estaban por sobre el resto en términos económicos y demográficos: un visitante extranjero llamó a dicha ciudad: «La ciudad indígena más grande del mundo». El carácter políticamente conservador también es un rasgo de la élite k’iche’ quetzalteca: ha apoyado a gobiernos conservadores y de rasgos autoritarios por décadas, sobre todo para mantener sus privilegios. Esto es mucho más complejo en la práctica: en realidad, los k’iche’ quetzaltecos y occidentales negociaban con las autoridades coloniales y republicanas en un plano de igualdad, asumían que estas entidades políticas eran una versión más grande de su propia organización social. En otras latitudes (Egipto), ya Mohammed Bamyeh comentó que las comunidades locales entienden el Estado como una versión amplificada de ellas. La crisis de hace unos años privilegió algunas de estas comunidades por sobre otras y rompió un equilibrio muy antiguo. Todo, por no entender las lógicas locales de organización social.
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Aunque no abarca hasta finales del siglo XX, Grandin muestra que los k’iche’ sabían defender la comunidad —incluso de ella misma— cuando era necesario. De esta manera, igual que en el motín de 1815, entre 1952 y 1954 la élite k’iche’ culpó a los k’iche’ pobres de dividir a la comunidad. Y el autor ofrece como ejemplo el caso de dos Coyoy de diferente extracción, así como sus destinos al caer el gobierno de Árbenz. La discusión acerca de las tensiones y los conflictos internos de las comunidades mayas siempre es polémica porque contradice las visiones más románticas sobre estas, pero es algo necesario de analizar. Fue la élite k’iche’ quetzalteca la que, en su mayoría, se opuso al proyecto modernizante de la Revolución, aunque un par de décadas después lo retomaría a su manera (incluso, algunos de sus miembros formaron parte de los movimientos armados). Además, la región fue de las menos golpeadas, o quizá la menos golpeada, de todas las regiones indígenas durante la guerra, en parte por su fuerte organización comunitaria y en parte por el carácter conservador-comercial de sus poblaciones. Como menciona Tedlock (2002 [1982]), en el caso momosteco, los k’iche’ se empobrecieron, pero no sucumbieron en el conflicto.
Estas breves notas en torno al libro de Grandin muestran lo complejas que pueden llegar a ser las dinámicas comunitarias mayas a través del tiempo, así como el importante papel que han jugado —al menos algunas de ellas— durante varios momentos de la historia de esta región. Además, son una invitación a leer esta publicación, traducida hace varios años ya, pero relativamente desconocida para la mayoría de los guatemaltecos. Comprender la historia de los últimos tres siglos de los k’iche’ quetzaltecos puede dar luces —en su excepcionalidad histórica— para comprender mejor las dinámicas complejas entre las comunidades indígenas, las poblaciones ladinas/mestizas y el Estado guatemalteco actual, heredero de aquel liberal instaurado en 1871.
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