Ni el partido UNE ni Leopoldo Guerra tienen idea del alcance que ya está teniendo semejante manipuleo. Ese golpe a la democracia, aunque una sala de apelaciones o la Corte de Constitucionalidad enmiende la plana, ya tiene consecuencias, y vendrán otras que incluirán el ámbito penal. Quien habrá de tragarse hasta el postre será el director del Registro de Ciudadanos.
Acostumbrados como estamos los guatemaltecos a sacar agua hasta de las piedras, aprovecharé las circunstancias para hacer notar tres de muchos efectos positivos que está teniendo semejante güizachada.
El primero concierne a ese darse cuenta que la población está teniendo en relación con la gentuza que navega en las miasmas de los partidos políticos tradicionales de Guatemala. Porque haber argumentado un parecido del logo de Semilla con el de un partido político recién inscrito —salvo que se padezca de daltonismo o de alguna otra enfermedad que provoque una interpretación anormal de las figuras y los colores a nivel cerebral— llama a una profunda reflexión en cuanto al nivel de estulticia y de banalidad con que los politiqueros manejan sus más bajas pasiones y sus miserias humanas, necedades estas que ponen en riesgo el devenir democrático de Guatemala.
El segundo es atinente a una especie de vísperas de las elecciones generales del próximo año. Si así son estas, ¿cómo irán a ser las fiestas? Y las causas, aunque contrahechas, no dejan de serlo. Muchos diputados perderán su inmunidad en breve. El caso Odebrecht está avanzando, y muchos de ellos aparecerán en listas en las que nadie querría ver su nombre. Encima de ello, faltan pocas semanas para que el Departamento de Estado de Estados Unidos devele un registro de funcionarios y empresarios corruptos. Según la congresista Norma Torres, será a partir del 9 de febrero del próximo año. Y todo indica que muchos diputados tránsfugas no podrán reelegirse. Así, aunque la desesperación tiene rostros variopintos, la búsqueda de inmunidad es su común denominador porque, de no lograrla, el último recurso que tendrán a mano será la fuga. No del partido donde actualmente bracean (algo muy común en ellos). Me refiero a huir al mejor estilo de Puñalito Ovalle. Y de todo este entramado el pueblo está tomando conciencia. Se ha sabido al estilo de los decires populares, pero ahora el pueblo está encarnando tales verdades y se está aprestando para hacerles frente. Es que no se puede tomar otro derrotero.
[frasepzp1]
El tercer efecto positivo concierne a la población joven que se inicia en las lides políticas. Se han percatado de que los partidos viejos y marrulleros han puesto huevos y larvas en los grupos en formación ya sea a manera de asesores, de grandilocuentes que ofrecen su sabiduría para que los noveles no tropiecen, de financistas y de cualesquier otras ofertas cuyo verdadero fin es desplazarlos para seguir (los pícaros) montados en la rueda de caballitos. Ojo con ello porque ya no engañan. Su cantaleta se acabó. Quizá habría tardado un poco más la población en darse cuenta de quiénes son, pero el soberano desliz del partido UNE terminó de desnudarlos.
De semejantes escenarios se intuye una segunda oleada de ataques en contra de la juventud honesta que quiere rescatar la legítima manera de hacer política en Guatemala. Ha de ser un plan muy bien orquestado. Ya veo venir calumnias, difamaciones y publicaciones espurias demeritando a la persona. ¿Tendrán efecto? Creo que no. La verdad ya ha quedado a ojos vistas.
A manera de remate, consiguieron lo que solo Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti habían logrado: unificar criterios de izquierdas, derechas y personas que no gustan de la política partidista. Nadie estuvo de acuerdo con semejante impugnación ni con la posterior güizachada. Es que a un enorme sector de la población todavía nos quedan dignidad y vergüenza.
Como a muchos ciudadanos, la política partidista no me sopla al oído. No es lo mío. Pero esta cuestión va más allá de ideologías y de búsqueda de votos. Se trata de un golpe a la democracia, a la justicia y a la moralidad, aunque disfracen tan bajas acciones de una legalidad cimentada en lodo y arena. De tal manera, denunciarla es una obligación.
Más de este autor