Ir

Testigo protegido: “Yo sí vi a Emma Guadalupe detenida”

Tipo de Nota: 
Información

Testigo protegido: “Yo sí vi a Emma Guadalupe detenida”

Palabras clave
Historia completa Temas clave

En la quinta audiencia del juicio en contra de cinco exjefes militares, por los crímenes que sufrieron Emma Guadalupe y su hermano, Marco Antonio Molina Theissen, un hombre con identidad protegida testificó que la vio cuando estuvo detenida en Quetzaltenango.

Oculto bajo un sombrero, barba y lentes, “el testigo G”, rindió testimonio el miércoles 14 de marzo, a través de videoconferencia ante el Tribunal C de Mayor Riesgo. El hombre, de quien solo los jueces, el Ministerio Público y querellantes –que lo propusieron– conocen el nombre, declaró bajo la condición de reservar sus datos al público como medida de seguridad.

Por ser un testigo de la fiscalía, el juez Pablo Xitumul le informó que solo podía responder preguntas relacionadas con cinco temas: cómo y cuándo conoció a Emma Guadalupe Molina Theissen, la relación y actividades que realizaban, los motivos por los que ella viajó a Guatemala previo a su detención, lo que le constaba de los hechos que le ocurrieron dentro del periodo del 27 de septiembre al 5 de octubre de 1981 cuando ella estuvo privada de su libertad, y las acciones realizadas por las fuerzas de seguridad como consecuencia de su fuga.

Ante la presencia de Emma Theissen Álvarez, la madre, y dos de sus tres hijas, María Eugenia y Lucrecia, que en días anteriores rindieron testimonio, el testigo relató que fue compañero de Emma Guadalupe en el Comité Regional de Occidente, una estructura de la Juventud Patriótica del Trabajo del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) que operaba en Quetzaltenango.

En la víspera del aniversario de la fundación del PGT, que se celebraba el 28 de septiembre, Emma Guadalupe viajó a la capital para coordinar algunas actividades. Se le esperaba de regreso el 27 de septiembre, con instrucciones y quizá algún pronunciamiento o comunicado de la organización. Nunca llegó.

El testigo protegido asegura que la ausencia de su compañera, que entonces tenía 21 años, los puso en “alerta”. En la capital confirmaban que ella había salido rumbo a Quetzaltenango y en ese departamento, sus compañeros aseguraban que no había vuelto. Junto a dos personas más, declaró, salió a buscarla por las calles de la ciudad. Uno de esos días, sin precisar la fecha ni la hora, pero con la referencia a que era un día soleado, la vio por unos instantes.

[relacionadapzp1]

“Venía un vehículo blanco de los que en aquel entonces nosotros conocíamos como broncos, utilizado por la policía secreta. Iba un conductor, (el carro) iba despacio y ella iba a la par del piloto…Como era una persona pequeña, solo los hombros y la cara era lo que se miraba. Pero una cosa característica es que llevaba un pañuelo blanco sobre la cabeza, casi como el que usan las monjas. Fue una cuestión así muy breve, en una esquina, era muy indicativo de que ella estaba detenida porque esos vehículos en aquel entonces eran característicos de los que utilizaba la policía”, respondió ante varias preguntas que le hizo la fiscalía.

Cuando le consultaron si ella lo había visto, señaló que no podía confirmarlo, y añadió: “lo que sí puedo asegurar y doy testimonio es que yo sí la vi, y ese lunar característico que he citado que tenía en una de las mejillas me aseguró que era ella la que iba en ese vehículo”.

El lunar al que se refiere, agregó, es como una mancha de unos dos centímetros de diámetro. Aunque no recordaba en qué mejilla lo tiene. La familia de Emma Guadalupe ha relatado que sus captores la sacaban a realizar recorridos por la ciudad para que les revelara las sedes donde se congregaban sus compañeros.

Con este testimonio, la fiscalía refuerza su tesis de la detención ilegal que ella vivió, por la cual se acusa a Francisco Luis Gordillo Martínez, quien fungió como comandante de la base militar Manuel Lisandro Barillas, en Quetzaltenango, sede en la que ella asegura, estuvo retenida durante nueve días.

Edilberto Letona Linares, quien fue subcomandante de esa base militar; Hugo Ramiro Zaldaña Rojas, oficial de inteligencia en esa sede; Manuel Antonio Callejas y Callejas, director de Inteligencia Militar (G2), y Manuel Benedicto Lucas García, quien era el jefe del Estado Mayor del Ejército. Los cinco están acusados de la violación continuada que Emma Guadalupe sufrió como parte de la tortura a la que fue sometida para revelar información. Los últimos tres también suman el cargo por desaparición forzada de su hermano, Marco Antonio Molina Theissen.

Nunca supieron en dónde estuvo retenida

El testigo asegura que, luego de verla, informó a sus compañeros del PGT. La agrupación, de acuerdo con su relato, organizó un rescate y movilizó a algunos de sus integrantes a Quetzaltenango. Pero la operación resultó fallida porque uno de ellos fue detenido por la Guardia de Hacienda.

Aunque el testigo aclaró que a pesar de haberla visto nunca supo en dónde la mantenían detenida, el fiscal insistió en preguntarle si se había enterado quién o en dónde estuvo capturada. Esto llevó a que uno de los defensores presentara una objeción, porque “el testigo ya había referido en dos ocasiones que había sido la policía secreta”. Como ha ocurrido en casi todas las audiencias, el juez denegó el pedido.

[relacionadapzp2]

El fiscal tuvo que repetir la pregunta dos veces más, hasta que el testigo respondió que ellos se enteraron “mucho tiempo después”,  a través de otra persona, lo que a ella le había sucedido: que la habían retenido en Nahualá, Sololá, que fue llevada a la sede militar en Quetzaltenango y que pudo escapar un día en que había una celebración en la sede militar. En aquellos días, ni siquiera sabía el nombre real de Emma Guadalupe, ya que todos los integrantes de los grupos subversivos optaban por resguardar su verdadera identidad. Ella usaba “el nombre social” de Margarita Chapetón.

Dos o tres días después de su fuga, supo que la familia “de su compañero” la puso a resguardo. Tiempo después les llegó la noticia de que Marco Antonio había sido secuestrado en su casa de la capital. Justo cuando ella se había fugado, vieron movimiento inusual del Ejército y la Policía en Quetzaltenango, pero a Emma Guadalupe “yo nunca la volví a ver”, aseveró el testigo. 

Autor
Edición
Autor
Edición