Luego pasó a ser esa suma de banquetas sucias, conquistadas por el comercio pirata, por el regateo sabroso, y por el rosario de piropos que las mujeres se tenían que aguantar. Eso sí, se encontraba de todo: desde aretes para la nariz, panes con pollo, calcetas, discos, al Buki sobre la novena calle…
Hoy la sexta es tan diferente. Se ve a toda hora personas caminar, a sus anchas, cosa poca común para una ciudad diseñada para cualquier tipo de automotor, y no para los de apie. Banquetas ...
Luego pasó a ser esa suma de banquetas sucias, conquistadas por el comercio pirata, por el regateo sabroso, y por el rosario de piropos que las mujeres se tenían que aguantar. Eso sí, se encontraba de todo: desde aretes para la nariz, panes con pollo, calcetas, discos, al Buki sobre la novena calle…
Hoy la sexta es tan diferente. Se ve a toda hora personas caminar, a sus anchas, cosa poca común para una ciudad diseñada para cualquier tipo de automotor, y no para los de apie. Banquetas extendidas sin negocios informales y nuevos comercios (cafés, bares, cevicherías, tiendas de diseño) que coexisten con algunas tiendas que dan cuentan de los pasados: desde “La Juguetería” hasta las pacas y las ventas de ropa de maquila o electrodomésticos a plazos. En pocos años he visto cambiar, mientras yo avanzo por ahí, a un espacio público, sin mucho qué decir o decidir.
La nueva era de la sexta fue una combinación de estrategia urbana de la Municipalidad de Guatemala junto a empresarios con la visión de aprovechar un espacio que recuerda a los centros históricos de cualquier ciudad cosmopolita. La pasarela de modas que fue montada hace alrededor de dos años fue el anticipo del cambio. Para muchos fue la invasión de hombres y mujeres emperifollados que se mezclaban con todos aquellos que miraban alterado su camino de regreso del trabajo. La amenaza de “privatizar” con restaurantes caros, el incremento de algunos alquileres y de encerrar en El Amate a todos los “informales”, además de la ola de rumores sobre la compra de edificios por algunas personas involucradas en la Municipalidad, es algo que se sigue respirando. Como todo en Guatemala, nada claro cuando se trata de lo que nos incumbe a todos.
Sin embargo creo que la calle es de quien la camina y de quien la disfruta. Más allá de una lógica que depende de hacer vendible hasta el aire, hay iniciativas (espontáneas y honestas) de hacer de la sexta una línea recta para el disfrute de lo público. Jóvenes que se sientan al borde de la calle que sigue esperando el Transmetro, a cantar a Mercedes Sosa, o dos violinistas en una esquina, o dos festivales de cine en Capitol y el Lux, un par de bares sobre la doce calle que tienen días de familia y tratan a todos por igual.
La sexta es, para los capitalinos, un referente vivo de muchas luchas políticas que se han dado, esas marchas que iba contra corriente desde el Centro Cívico hasta el Parque Central y la Concha Acústica. No debe dejarse que sea entonces, un símbolo sin sentido. Debe mantener el espíritu del encuentro, de la relación humana. Ahora es un momento para pasearse en esa avenida que tanta historia tiene, que tantas vidas ha visto y ha sentido, y no permitir que deje de ser un espacio para todos, sobre todo para aquellos que siempre han estado ahí.
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