Sin embargo, el año pasado la desnutrición aguda severa y las enfermedades vinculadas con la carencia de alimentos provocaron en Guatemala 6,575 víctimas fatales, 653 más que las causadas por la violencia, de acuerdo con datos oficiales.
Quienes más sufren la falta de suficientes y adecuados alimentos son los niños: casi el 51% de los menores de cinco años padecen desnutrición, según estimaciones del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cifra que tendría que conmovern...
Sin embargo, el año pasado la desnutrición aguda severa y las enfermedades vinculadas con la carencia de alimentos provocaron en Guatemala 6,575 víctimas fatales, 653 más que las causadas por la violencia, de acuerdo con datos oficiales.
Quienes más sufren la falta de suficientes y adecuados alimentos son los niños: casi el 51% de los menores de cinco años padecen desnutrición, según estimaciones del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cifra que tendría que conmovernos y avergonzarnos como sociedad, pues refleja que no tenemos en el centro de nuestras prioridades a los más vulnerables.
Muchísimas de las víctimas del hambre pudieron haberse evitado, pero el Estado en su conjunto ha incumplido con la Estrategia Nacional para la Reducción de la Desnutrición Crónica (Enredc), planificada para ejecutarse de 2007 al 2016. Esa estrategia contempla, entre otros aspectos, facilitar servicios básicos y de salud, educación alimentaria y nutricional, promover la lactancia materna y el mejoramiento de la economía familiar. Su objetivo estratégico era reducir la desnutrición hasta el 25.3%.
Durante la larguísima campaña proselitista, la única vez que la mayoría de los y las aspirantes a la banda presidencial concordaron en la necesidad de enfrentar la desnutrición infantil fue el 12 de julio, cuando junto con periodistas participaron en un encuentro de futbol, organizado por entidades privadas. Salvo eso, la mayor parte de sus menciones sobre seguridad alimentaria y nutricional fueron vagas y poco periódicas.
De cara a la segunda ronda electoral, sería importante que los candidatos Manuel Baldizón y Otto Pérez expusieran ante el electorado sus planes específicos. El Partido Patriota, por ejemplo, tiene la obligación de detallar sus tres componentes para erradicar la desnutrición: “la Ventana de los Mil Días (combate a la desnutrición en los primeros 2 años de edad), Seguridad Alimentaria Nutricional (Garantizar que todas las familias tengan acceso a una alimentación adecuada) y Fortalecimiento Institucional (Cumplir la ley y la Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional)”.
Mientras, Libertad Democrática Renovada (Lider), debería enfocarse en explicar, por ejemplo, qué significa “combatir el problema mediante la generación de empleos y el incremento de los ingresos de las familias” o detallar cómo garantizará “la adecuada atención a niños que ingresan con problemas gastrointestinales ocasionados por desnutrición, así como crear programas de atención”, aspectos que aparecen en su plan de gobierno.
Tanto Baldizón como Pérez tienen obligación de explicarle al electorado de dónde saldrán los recursos para llevar a cabo sus ofrecimientos. De lo contrario, como el ya saliente Álvaro Colom, serán víctimas de su retórica y de su falta de decisión para impulsar un pacto fiscal que garantice los suficientes fondos para enfrentar el flagelo del hambre que, junto con la violencia, atormenta a los más excluidos.