Todos los gobiernos tienen sus operadores de negocios sucios. Uno de los del presidente Colom fue Gustavo Alejos, quien luego trabajó para los patriotas. Y quizá hasta habría trabajado para Baldizón si este hubiese sido elegido. Monzón, uno de los de Pérez y Baldetti. Son solo dos ejemplos notables entre muchos otros.
La gran diferencia entre estos dos personajes es que Monzón se vio acorralado y decidió cantar buscando los beneficios de la figura de colaborador eficaz. El otro continúa detentando cuotas de poder, desafiante desde las sombras de la reclusión en el VIP del Mariscal Zavala. ¿Qué pasaría si Gustavo Alejos cantara como lo ha hecho Monzón?
Es curioso que Guatemala deba agradecer la mezquindad extrema de alguien como Monzón no para enterarse, sino para confirmar lo que siempre se ha sabido sotto voce. La rabia y el enojo es confirmar que no se exageraba ni se era injusto al llamar corruptos y ladrones a Pérez Molina, a Baldetti, a Sinibaldi, etc. Se ha completado el tránsito desde el rumor y el convencimiento popular por sospecha inteligente hasta un hecho de valor judicial. La gran novedad es que salga a luz, con la formalidad de un testimonio ante un órgano jurisdiccional, la magnitud de la perversión, de la codicia y de la falta de escrúpulos de Pérez Molina, Baldetti, Sinibaldi y toda su gavilla.
Pero ¿son los desmanes relatados por Monzón cosa del pasado y hoy podemos relajarnos confiados en que no están volviendo a ocurrir justo frente a nuestras narices? ¿O Jimmy Morales tiene también sus operadores para negocios sucios trabajando hoy mismo, sus propios Gustavo Alejos y Juan Carlos Monzón? ¿La corrupción rampante, como está siendo documentada y probada en tribunales, continúa con Jimmy Morales?
En una entrevista concedida para un libro que publicó el Icefi, el comisionado internacional contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez, hizo una advertencia importante: se ha tenido éxito en acumular numerosos casos penales de alto impacto contra la corrupción, pero no en las reformas estructurales que permitan de manera efectiva reducir y prevenir la corrupción. Es decir, el mismo comisionado Velásquez nos ha venido advirtiendo que lo logrado hasta ahora no impide que la orgía de corrupción que describe Monzón se esté repitiendo en el gobierno de Jimmy Morales.
Y, por desgracia, pensar que Jimmy Morales podría ser un participante de una nueva orgía de corrupción no es difícil. Sobran los candidatos del círculo cercano a Morales que podrían ser el Gustavo Alejos o el Juan Carlos Monzón de turno: los posicionamientos políticos del Ejecutivo de Jimmy Morales, su canciller Jovel y la mayoría de su gabinete; del Legislativo de Álvaro Arzú hijo y de todos los diputados del pacto de corruptos; de la Municipalidad capitalina de Álvaro Arzú padre y de cientos de alcaldes bajo el liderazgo de Edwin Escobar; de una facción del sector privado empresarial; de grupos de militares de alta y exmilitares, el brazo armado del pacto de corruptos, etc.
Personajes sobran. Alertas también. Por ejemplo, ¿cuáles son las verdaderas circunstancias bajos las cuales Jaime Regalado fue nombrado embajador guatemalteco en Nicaragua?, ¿a qué se deben las escandalosas anomalías en ministerios como el de Desarrollo Social o el de Agricultura?, ¿y en la Dirección General de Aeronáutica Civil?, ¿en el Renap?, ¿en pasaportes?, ¿en la federación de futbol y en toda la institucionalidad del deporte guatemalteco?, ¿cuál es la relación entre Jimmy Morales y Álvaro Arzú padre?, y un largo etcétera.
En fin, ¿quién será el Juan Carlos Monzón de Jimmy Morales?
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