Se es libre o se es esclavo. Se está a favor de la libertad o se está a favor de la opresión. Para saber si uno está a favor de la libertad no se necesita hacer ningún test, sobre todo si es de esos tipo revista de farándula para saber si uno está con la pareja adecuada, viste a la moda o debe ponerse a dieta.
La historia política de la humanidad gravita precisamente alrededor de la lucha por la libertad. En nombre de la libertad se han derrocado monarquías y establecido derechos civiles, pero en nombre de la libertad también se ha asesinado a inocentes, se han establecido dictaduras de facto y Estados hegemónicos rígidos, se han invadido territorios y se han masacrado poblaciones. La libertad es la bandera de arrebatos, actos barbáricos y persecuciones en los que Guatemala no ha sido la excepción. En nombre de la libertad surgen politicastros y figuras mediáticas construidas por (y afines a) grupos de poder concentrado, que consolidan, en consecuencia, las asimétricas cuotas de poder, ergo, de libertad individual para hacer. Fidel Castro liberó a Cuba de la intervención gringa, pero internamente estableció una dictadura de facto que restringió muchas libertades individuales. Los gringos, por su lado, acostumbran irrumpir agresivamente en países con el pretexto de establecer su agenda de libertad.
Ya Joseph Goebbels demostró cómo el poder mediático permite manipular masas acríticas, ingenuas o ignorantes a favor de metacausas favorables a la naturaleza humana. Los nazis usaron el eslogan «Arbeit macht frei» (el trabajo te hace libre) en la entrada a campos de concentración, y Hitler mismo argumentaba que los arios debían liberarse de lo que para él eran razas inferiores eliminándolas.
Así las cosas, toda esa parafernalia libertaria, libertina o liberal que un grupo de voceros del poder concentrado (el cartel libertario y compañía) repiten sin mucho juicio, pero con mucha propaganda en su discurso, pretenden, como fin, monopolizar la propiedad del concepto de libertad usándolo como el fundamento exclusivo de su ideología y el centro de su propaganda. Paradójicamente, sus miembros evidencian la esclavitud y la subordinación del pensamiento a una doctrina basada en dogmas, que limita su capacidad de discernir libremente, de construir entendimiento a través del intercambio y el aprendizaje de nuevas ideas y de contrastar sus fundamentos con otras formas de pensar, de manera que su ideología no se convierta en fundamentalismo[1].
Pero, más que eso, los mismos exponentes del cartel libertario (que piensan igual, hablan igual y tienen el mismo discurso en los medios donde se expresan) manifiestan su apoyo a un partido político, el PLG (Partido Liberal Guatemalteco), que no es más que otro partido con una agenda política determinada. Nada malo en una democracia. Sin embargo, es importante reconocer que lo único que han hecho los libertarios tropicales con la manipulación del concepto libertad es estar en campaña política permanente a favor de un grupo extremista y fundamentalista. Ojalá sus programas de radio, sus columnistas alineados y sus estrategias de marketing (Liberhéroes, etcétera) fueran una campaña por la verdadera libertad, que se enfocara en quienes viven oprimidos y excluidos sistemáticamente por agendas políticas impuestas, favorables a poderes concentrados. Ojalá su discurso fuera de tolerancia y apertura a nuevas ideas, al debate, a la concertación y al entendimiento. No. Su agenda es cerrada, doctrinaria y limitada (la antítesis de la libertad). Más aún, su agenda de «liberación de los mercados» y de «igualdad ante la ley», que pregonan por medio de sus organizaciones de activismo político (Pro Reforma, Pro Patria, Pro Líderes, MCN, CEES, UFM) para que el Estado se limite a defender la vida, la libertad y la propiedad, es tácitamente una agenda prooligopolios, proexclusión, proconcentración, que con palabras rimbombantes secuestra el concepto libertad.
La evidencia indica que, en mercados donde los factores productivos se encuentran estructuralmente concentrados, liberar la economía y limitar al Estado sin una estrategia de acceso a esos factores tiende a concentrarlos más. Con caras bonitas, usando los medios de comunicación de los que son dueños y al mejor estilo populista, su consigna es repetida sistemáticamente por líderes de opinión mediáticamente manufacturados y promovidos por ese grupo de poder que se ve favorecido. ¿Adivine quién patrocina los medios, los programas de radio, los movimientos cívicos y a columnistas del cartel libertario? Muchas de las empresas que eluden impuestos, que depredan el ambiente, que se inscriben en regímenes de maquila. Esas que concentran poder de mercado e imponen barreras enormes para competir en igualdad de condiciones a pequeños y medianos empresarios como usted.
Dicho lo anterior, para saber si está a favor de la libertad, no necesita hacer ningún test y mucho menos etiquetarse como libertario. Eso más bien limita. De hecho, para ser realmente libre, debe dejar de ser libertario y renunciar a sus dogmas.
Al final del día, a menos que a usted le atraiga la idea de ser esclavo, todos y todas buscamos libertad. Por lo tanto, somos intrínsecamente liberales.
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[1] Actitud que defiende los fundamentos de una determinada doctrina en su integridad o pureza más rigurosa (fuente: WordReference, 2017).
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