Ir

María

Tipo de Nota: 
Opinión

María

14 de Agosto de 2017

Pude haberme llamado Lucía, cuenta mi papá. Todavía no estaba decidido cuando en el hospital mi mamá lo apuró a otorgarme mi segundo nombre. El primero no era negociable: me llamaba ya María. Ella tenía 37 años y su último hijo estaba cursando preparatoria, así que desde el inicio del embarazo me encomendó con mucha devoción a la Virgen María.

Mientras iba creciendo, se me invitaba a ver en la Virgen un ejemplo de humildad, de generosidad, de perseverancia, de entrega, de obediencia. Era el ideal de la mujer católica. La síntesis de la virtud estaba en ella: virgen, esposa y madre. Es la mujer que sufrió en silencio mientras su hijo iba creciendo ya porque le anunciaban la muerte a sus 40 días de nacido, ya porque él se perdía en el templo, ya porque vio cómo lo condenaron a muerte en una plaza llena de hipocresía. Luego de la cruz...

Autor



Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. Plaza Pública ofrece este espacio como una contribución al debate inteligente y sosegado de los asuntos que nos afectan como sociedad. La publicación de un artículo no supone que el medio valide una argumentación o una opinión como cierta, ni que ratifique sus premisas de partida, las teorías en las que se apoya, o la verdad de las conclusiones. De acuerdo con la intención de favorecer el debate y el entendimiento de nuestra sociedad, ningún artículo que satisfaga esas especificaciones será descartado por su contenido ideológico. Plaza Pública no acepta columnas que hagan apología de la violencia o discriminen por motivos de raza, sexo o religión
Autor