Con ese ejercicio nos podría parecer que los taxistas son una competencia desleal para Uber.
Desde un ángulo nuevo veríamos que los autos de Uber no pueden tener más de cinco años de antigüedad para circular, en tanto que hay taxis destartalados, sin aire acondicionado y con fallas mecánicas. No dejan de ser chatarra aunque paguen revisiones técnicas.
Son competencia desleal porque los conductores de Uber están expuestos al juicio crítico de los usuarios, que emiten un reporte después de cada servicio. Mientras, los taxistas pueden comportarse como les dé la gana, ser groseros y hasta violentos sin que nadie pueda quejarse.
Puedo reportar que el de Uber conduce muy rápido o de manera abusiva (mientras los otros lo hacen con total impunidad). Puedo informar que puso la música que se le dio la gana sin consultarme. Que el volumen era demasiado alto. Que no fue cortés. Que el auto estaba sucio. El conductor tendrá que responder o perder su membresía. Un taxista, deslealmente, no está sujeto a esta dura supervisión por el usuario.
Es muy desleal que hasta se tenga que competir con otros colegas para ganar un cliente mediante ofrecer un mejor precio, mientras que los taxis no ofrecen esa posibilidad. Es tomar o dejar a secas. Y que no vaya a ser extranjero porque lo despluman.
Es desleal que algunos taxistas la tomen a golpes contra los conductores de la competencia, y hasta contra sus pasajeros, mientras que los otros irían a la cárcel rápidamente si cometieran un delito de agresión.
¿Y quién dice que los taxistas pagan más tributos que los de Uber? Aquellos hacen pagos anuales que juntos andarán por los 2,000 quetzales. Uber paga IVA por el servicio que presta (los taxistas no), y un vehículo de esta flota que facture diariamente unos Q1,500 estaría pagando Q105 diarios de impuesto, cerca de Q38,000 anuales. ¿Verdad que es desleal pagar 20 veces más impuestos que la competencia?
Y qué decir de los seguros. Un Uber debe tener el seguro al día, y un pasajero accidentado recibirá atención y compensación. Eso no sucede con los taxistas, por lo que la competencia es desleal.
[frasepzp1]
No hay Uber piratas, pero hay taxis que sí lo son, y sus intenciones no son nada buenas (ni pagan nada para circular). No sé si haya conductores salvajes en la gran empresa, pero me consta que hay taxistas que conducen como cafres, que son agresivos e irresponsables, que no saben ofrecer cortesía en el tráfico y que cuando la necesitan la arrebatan.
Y paremos aquí. Esta no es una defensa oficiosa de Uber. No consta a nadie, hasta donde conozco, que en realidad haga los pagos de impuestos que dice hacer. Aunque los haga, no publicará sus montos porque quizá lo considere un secreto comercial. Desconozco si sus choferes reciben algún documento en el cual figure el total de impuesto retenido o un comprobante de ingresos a las cajas fiscales. Como cliente, no recibo ninguna factura electrónica.
Pero adoptar aunque sea por un momento un punto de vista no convencional nos ayuda a la reflexión.
Tanto los taxistas como los conductores de Uber son ciudadanos con derechos y obligaciones. Ambos grupos tienen familias que mantener, deudas que pagar y sueños de un futuro mejor. En ambos colectivos hay gente simpática y antipática, con don de servicio o con interés en nada más que dinero.
La modernidad ha llevado a estos grupos a encontrarse en dos modelos de negocio totalmente diferentes, y no creo que el enfrentamiento vaya a resolver la situación.
Lo argumentos de la competencia desleal por el pago de impuestos no son auténticos. Son meras excusas para intentar inclinar la balanza. Pero la solución no es por ahí.
Tengo familiares y amigos que por años han sido fieles a su taxista de confianza. No los cambiarían por nada aunque resultara más barato. Ojo. Están satisfechos con el servicio que reciben y eso basta. Esa es la clave: ganar el corazón del cliente. No habrá otra manera de permanecer en el negocio. Hay que aprender a competir poniéndose en los zapatos del usuario.
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