El estudio

"La maraña"

Capítulo #7

Texto: Alejandra Colom
Edición: Enrique Naveda
Ilustración: Suandi Estrada

El estudio

"La maraña"

Capítulo #7

Texto: Alejandra Colom
Edición: Enrique Naveda
Ilustración: Suandi Estrada

¿Por qué se hace tan difícil y costoso disentir?

Las respuestas obtenidas en las entrevistas apuntan a que, mientras más vínculos dentro de la élite tenga una persona, más caro será proponer visiones e ideas alternativas y hacer frente al “siempre han sido así”. Conforme avanzaron las revelaciones en los casos de corrupción, cualquier disenso, por milimétrico que fuera, se convirtió en objeto de sanción.

El problema aquí es que, como decimos coloquial­mente, todo el mundo se casa con el primo del otro, que entonces es compadre del no sé quién, porque en­ton­ces el hijo es socio en el negocio de la otra persona y entonces la hija… Es como una maraña… Supongo que es una maraña de la clase alta donde todo el mundo para siendo conocido [o] pariente de alguien. (Participante 6).

La gente no olvida [la ascendencia], pues te puedes cruzar cuatro generaciones y va a haber [alguien] que te va a recordar, que de algún lado te sale lo de ser “no parte de”. Te lo recuerdan de una y mil maneras. (Par­ticipante 10).

Algunos participantes usaron la metáfora “maraña” para referirse a las estrechas y complejas redes sociales, familiares y empresariales de la élite tradicional de la Ciudad de Guatemala. Indepen­dientemente del término que usaran, los participantes reconocieron que su visión de los eventos del período 2015-2019, los roles que desempeñaron, y las consecuencias que sufrieron o no, fueron definidas en gran parte por su lugar específico en relación con estas redes.

Un grupo de sostenedores del presidente Jimmy Morales manifiesta a favor del gobierno, el día en que en el Congreso se debatió el antejuicio en contra del mandatario, en septiembre 2017. Simone Dalmasso

Para algunas personas, haberse movido desde la infancia y juventud en más de un mundo de la sociedad urbana, ladina, les permitió la biculturalidad necesaria para leer con cierta distancia lo que pasaba. En algunos casos, esa biculturalidad fue producto de venir de una familia indígena o de clase trabajadora o media, de haber estudiado en colegios no tradicionales, haber vivido fuera del país, o ser hijos de inmigrantes recientes. Esta distancia también los protegió de las presiones sociales más íntimas que experimentaron los participantes que sí estaban conectados por lazos múltiples y estrechos con quienes los vieron como traidores o antagonistas.

Varios de los participantes contaron cómo “no eran realmente parte de la élite”, aunque convivieran con ella. Una participante lo resumió con el ejemplo de cómo, desde niña, “los miraba de lejos y en algunas de sus piñatas” (participante 9). Esta misma persona cuenta cómo conocer a la élite no garantizó ningún tipo de apoyo para sus proyectos de comunicación. Le ponían muchas condiciones para decidir comprarle espacios publicitarios, mientras, por el otro lado, respaldaban a otro medio que publicaba en la línea de “persecución política” e “injerencia extranjera”. Finalmente comprendió que era diferente estar dis­puesta a escuchar la opinión de sus inversionistas que “ser una de ellos”, tanto en el sentido de pertenecer socialmente, como para otorgarles poder para decidir qué publicar y qué no.

Para comprender cómo funcionaron las redes de presión y control en el período 2015-2019 es necesario recordar que, en este medio social endogámico, las relaciones familiares y empresariales perpetúan el etnocentrismo respecto a otras culturas guatemaltecas. Esto permite, a su vez, que se reproduzcan las creencias y los valores que afirman que sus acciones son las correctas y legítimas y lo que los llevó a sentirse intocables. En su modelo cultural sobre la justicia y el poder no existía la posibilidad de salir vinculados a algún caso de corrupción. Varios mencionaron cómo la CICIG subestimó la capacidad de las élites para hacer un frente común. Si en los primeros casos no se percibió que se verían afectadas, conforme los vínculos con el sector privado se hicieron evidentes, la alegría que algunos habían expresado al principio se transformó en resistencia.

Iván Velásquez, durante la rueda de prensa en el Ministerio Público donde se declara el antejuicio para el presidente Jimmy Morales por el caso de financiación ilícita del partido FCN Nación. Agosto 2018. Simone Dalmasso

Más que subestimar a las élites, [Iván Velásquez] no creyó que las élites se defenderían a sí mismas. Lo posible era que entregaran a los “malos” y que se sacudieran y que aprovecharan [la oportunidad] los buenos para limpiarse. Pero ahí, ahí hay vínculos que van más allá, sí hay vínculos que son de sangre, hay vínculos que son de visión de país, pervertida, pero visión, al fin. (Participante 1).

Este mismo participante reflexiona sobre cómo se perdió parte de la misión de la CICIG al no promover una ley de aceptación de cargos que generara confianza en los empresarios para denunciar y, así, reducir el número de casos penales.

Es que, en un país tan corrupto, no hay quien no –es muy poco el que no ha caído en las garras de corromper, o [pagar] para solucionar. En algún mo­mento se [sienten] justificados. Eso es. Y precisamente para eso [se tenía a] la CICIG, para que el que está siendo presionado a dar mordida [pudiera] ir a alguien y decir: “me está jodiendo”, porque no existía esa instancia [donde denunciar]. Ahí comienzan con el tema de la cola machucada, ¡si la había habido con el tema de genocidio! Ahora eso, y con el tema de la co­rrup­ción al centro, tenían una o las dos [colas machucadas]. (Participante 1).

El consenso para rechazar a la CICIG y acusar al MP de politizarse se construyó sobre esta sensación de estar todos, en menor o mayor medida, susceptibles a ser implicados en algún caso. Trasgredir la creencia de que “todos están involucrados” y desmarcarse de este grupo también se pagó con ostracismo y presión.

Los empresarios reunidos en la megasala del organismo judicial antes del empiezo de la audiencia por el caso Financiamiento Electoral Ilícito, en junio 2018. Simone Dalmasso

Me recuerda una vez que estaba en una cafetería. Era bien patoja y había alguien hablando. Yo escuché una conversación de alguien que estaba diciendo cómo “aquí toda la élite está metida en cochinadas” y yo, como era de alguna manera algo élite, decía: “qué cinismo”. O sea, no todo el mundo puede, no todo el mundo, [pensé que] era alguien que se estaba justi­ficando. [Refiriéndose a su opinión actual] Sí te voy a decir hay gente que no está metida, pero [es] bien contada. Es bien contada la que no está metida. Y eso es lo que pues, al final, con todo ese proceso, vimos. Es bien contada la [gente] que no está metida. O sea, además hay [que] contar la [gente] que no está dispuesta. Y eso sí, abarca un grupo más grande de gente que no está dispuesta a entrar en tratos con ellos y [eso] es transigir en cosas que son básicas. (Participante 9).

La fuerza para resistir ataques pareciera entonces sostenerse gracias a que se ha fortalecido un bloque homogéneo respecto a sus acciones y sus posturas. Un participante hizo referencia a cómo, hoy en día, la mayoría de las personas desconocen que hubo distintos grados de involucramiento de parte del sector privado en la lucha contrainsurgente. El permanecer como un solo frente, a pesar de que hubo grandes diferencias en el nivel de participación es, para él, un indicador de que las normas de comportamiento entre la élite no han cambiado realmente desde el conflicto armado. El silencio alrededor de las diferencias de entonces es similar al que se quiso imponer, particular­mente, a partir del 2016 cuando los casos por corrupción comenza­ron a involucrar a más y más empresarios.

Si se ahonda en el tema de genocidio, hay gente, todavía en niveles de liderazgo, todavía viva, en todo caso, que disparó, gente del sector empresarial que sí tomó las armas o prestó su finca, prestó equipo, prestó armas, prestó helicópteros y avionetas, se involucró. Y algunos al nivel de “yo voy”. (Participante 1).

Fuera de la mega sala de tribunales, decenas de personas escuchaban la sentencia transmitida por altoparlantes en una velada nocturna, antes de que se pronunciara la segunda sentencia del juicio por genocidio, el 26 de septiembre 2018. Simone Dalmasso

[Hubo] beneficios de café que fueron quemados en la guerra, pero la del vecino, no. Empiezo a toparme con esa rareza, por qué uno sí y otro no. Me empiezo a dar cuenta [de] que dentro de los colegas cafetaleros había personas diferentes. Empiezo a interesarme [en el tema de las diferencias]. Por ahí y me empiezan a contar los viejos mozos de las fincas, y me empiezan a contar cómo era, cómo era la guerrilla, cómo llegaba el ejército […] cuando te han dicho tus amigos, te han contado que fueron los guerrilleros, [pero] comenzás a ver cosas [que te hacen dudar de que para todos fue igual], […] por eso la quemaron y a esta [otra] finca, no. (Participante 10).

Aunque las primeras opiniones disidentes en el sector privado surgieron alrededor del juicio por genocidio contra Ríos Montt, fue en el período 2015-2019 cuando las “batallas campales internas en las familias” se hicieron más evidentes. Así se refirió una de las personas a los choques de opinión que provocó la revelación de los casos de corrupción. Las diferencias internas se vieron, entonces, como una amenaza a la estabilidad del sector. Quienes disentían respecto a los hechos se vieron cada vez en minoría pues más y más optaron por dejar de expresar su opinión. El grado de cercanía al centro de la élite determinó entonces, para varios, el grado de libertad con el que pudieron tomar decisiones sobre apoyar públicamente el trabajo de la CICIG y del MP. Al preguntarles sobre qué los protegió mencionaron “no venir del mismo medio social, pero saber convivir con ellos”, ser exitoso como empresario, su desempeño en Agexport, etcétera. Algunos participantes dijeron que les ayudó el no haberse nunca identificado por completo con los valores y aspiraciones de la élite empresarial de la Ciudad de Guatemala.

No pertenezco a ningún club. Eso me da más libertad de operar, no soy Opus Dei, no soy evangélico, no soy YPO, no soy Rotario. Porque obviamente esos son clubs y cuando estás en el club hay que pagar una “membresía” o, si no, te sacan […] Eso es estar ahí, lo pagas con el comportamiento para que no te saquen […] Ya es bastante aspiracional. No te tienen que decir mucho [cuando te invitan], más bien un honor. [Declinar genera sorpresa] porque suena muy chilero. Si lo ves realmente, tienen a sus hijos en el mismo colegio, traen gente a darles charlas interesantes, acceso al conoci­miento, y suena muy chilero. Lo que pasa es que sí, amo mi libertad, prefiero mi libertad que pertenecer a. Y sí, sí creo que si yo hubiera estado en alguno de esos clubs no me hubiera metido en las cosas que metí [refiriéndose a opinar pública y favorablemente sobre el trabajo de CICIG y de Iván Velásquez]. (Participante 7).

El empresario Ricardo Méndez Ruiz, presidente de la Fundación Contra el Terrorismo, da las condolencias a Zury Ríos durante el funeral del padre, el dictador Efraín Ríos Montt, el 1 de abril 2018. Simone Dalmasso

Ya para el 2015 yo ya traía esa opinión [sobre la contraproducente actitud de las élites], ya me atrevía a decirla públicamente… Como era caficultor, [pero] nunca estuve metido en cámaras. Siempre estuve tras bambalinas, no tenía un… no era una figura pública. Jamás quise perseguir una cámara empresarial. (Participante 10).

Más adelante, el mismo participante ofrece un ejemplo que ilustra su capacidad de entender los códigos culturales implícitos y optar por no seguir las reglas tradicionales de esa sociedad. Estas incluyen saber quién es quién. No respetar el código de mostrar deferencia, según él, genera resentimiento y sospecha pues, siendo del mismo sector que ellos, no pueden adjudicar su comportamiento al resen­timiento social.

Los que me detestan más son los que no conozco. A los que les digo: “mucho gusto”, esos les molesta, porque yo debería saber quiénes son ya, pero ellos saben que me pelan y creo que eso les molesta. Les molesta mi irreverencia, que no me importe. Les molesta que no me pueden… ¿[De] qué me van a tachar? ¿De que soy un resentido? ¿Por qué un resentido? Yo no tengo resentimiento… “De plano no tiene pisto”. Sí tengo pisto. (Participante 10).

Empresarios imputados por el caso Construccion y corrupcion fase II, en septiembre 2018. Simone Dalmasso

Limitarse a amistades que piensan de forma homogénea es, al final, para algunos, también pertenecer a un club en el que van a presionarlos para que se alineen. Diversificar los círculos sociales ha representado, para varios, una oportunidad para ver la realidad desde otros ángulos y ser más escépticos ante rumores y mensajes de sus círculos cercanos.

Esto que te decía, que no pertenezco a ningún club. Tal vez no soy tan fácil de leer, no soy decididamente una cosa, soy varias cosas. No me caso con una ideología, con una forma específica de pensar, con un grupo, porque, aunque no tengas un club como tal, como YPO, tenés un grupo de amigos que tienen una ideología, aunque no haya club, per se, funciona de la misma manera. Entonces entre ellos tienes que decir ciertas cosas y no decir otras cosas, pero como tampoco la gente con la que normalmente me relaciono es así, como radicales obsesivos. Normalmente termino rodeado de gente libre, porque es lo que yo también aspiro, entonces terminas rodeándote con gente que está más o menos [en] tu misma frecuencia. (Participante 7).

Te vas dando cuenta de tus grandes defectos en posiciones de poder y te permitís ver para atrás, te permitís escuchar cómo te mira la demás gente. Te hacen hincapié en las estupideces que estás diciendo y cómo lo decís, en cómo lo actuás. [Menciona a alguien que lo reta a participar en las protestas del 2015]. Fui a la primera manifestación, porque me reta a mani­festar… A la segunda voy por mis papás. A la tercera, con mi esposa. Y así se empieza a volver esa parte de mi vida. La quinta voy con mis hijos. Creo que llegué al 2015 con una historia que me permitió llegar con sensibilidad. Creo que el 2015 me demuestra que en la zona uno sí se puede caminar. Muestra que hay un mundo que no conozco. Me enamoro de las pasiones de las diferentes personas que voy conociendo… Te das cuenta [de] que aquí [en su círculo social] no hay esencia. Y aquí [en la Plaza], es donde se está trabajando y viviendo pasiones con casi cero recursos. Me enamoro de ese como espíritu revolucionario y empiezo a meterme en los libros que debí haber leído y que todos deberíamos leer. (Participante 10).

Protestas en el parque central por los escándalos de corrupción del caso denominado Cooptación del Estado, en junio 2016. Simone Dalmasso

Este participante reflexiona sobre el miedo que detiene a otros empresarios a involucrarse y hace referencia al estudio sobre élites empresariales publicado en 2015 (Colom, 2018).

[Se] llama “miedo” en el estudio de las élites. Yo no creo que sea el miedo que estamos describiendo ahí: miedo a perder, suena mucho miedo a perder, el miedo a lo nuevo. Yo no creo. Yo creo que realmente es miedo el desconocimiento, ya que es gente muy, muy, muy mal educada. Si lo único que pude fue darme cuenta, en todo este proceso, es que yo era un imbécil y acepté ser un imbécil y la única forma que voy a poder cambiar es dejar de ser un imbécil, estudiar, educarte, conocer, hablar. Yo creo que ellos tienen miedo a eso. Tememos quedar expuestos. (Participante 10).

El hermetismo homogéneo tradicional también se ejemplificó en casos de participación gremial, que confirman, hasta cierto punto, por qué Agexport es vista con más posibilidades de tender puentes que las otras cámaras.

Ese año (2009), a principios de ese y en la bús­queda de agremiarme, de vincularme con el gremio del sector organizado de empresarios de mi sector, busqué la cámara [que representa a su sector]... No encuentro espacio porque hay una camarilla que lo tiene, que la tienen controladita y que no la ha soltado y que tiene cierta, una dinámica que no me permitió encontrar un espacio donde apostar. Resulta que Agexport [también tenía una] comisión [sobre el tema] […] Aquí me siento como en mi casa y soy muy bien acogido, acogido rapidito a mi sector, ra­pi­dito a la junta directiva del sector. (Participante 1).

Estuardo Porras, miembro del movimiento La Cantina, en una entrevista de marzo 2018. Simone Dalmasso

Otro ejemplo de cómo la pérdida de homogenei­dad es vista como una amenaza a sus intereses empresariales fue el ruido que en el sector empresarial provocó “La Cantina”, creada después de que el presidente Morales declarara persona non grata al comisionado Velásquez. Se percibió rápidamente como un grupo que “dividía al sector privado”. El miedo, según algunos participan­tes del estudio que observaron las dinámicas, vino de que se proyectaba una imagen contraria a la homogénea y tradicional, con empresarios que se salían de la línea discursiva oficial y estaban dispuestos a sentarse a hablar con otros sectores, bajo otras reglas de juego. Además, este grupo también comenzaba a cabildear en Washington DC y eso puso nerviosos a quienes tradicionalmente representaban la voz unificada. Por eso, para algunos, el miedo del sector privado organi­zado también se vinculó a la amenaza de perder el monopolio histórico sobre la información que fluía entre la embajada de EE. UU. y el público y la interpretación de la postura del gobierno de Estados Unidos respecto al rol político y económico que jugaban en Guatemala los sectores tradicionales. “La Cantina” no fue la única con acceso. Nuevos actores pudieron acercarse a La Embajada, diversi­ficando la información y las interpretaciones.

Yo creo que también hay que ver, la sartén por el mango ya no la tienen las mismas manos, este ya es un sartén con muchos mangos y hay mucha gente agarrando cosas. Tiene como todo el mundo, tiene su agarrador y esa olla está agarrada por muchos lados. Y antes no era así, antes, y eso era muy claro, era “hablaban unos y los demás obedecían”. Y esa pérdida de verticalidad de la onda ha sido, le cuesta a mucha gente entenderla. (Participante 13).

Los esfuerzos por neutralizar su relevancia se concentraron en generar miedo a represalias. Escuchar rumores sobre estas amenazas, aunadas a la presión social en espacios laborales y de amigos, fue suficiente para silenciarlos. Es importante acotar que “La Cantina” fue relevante como amenaza sólo para el sector privado organizado pues representaba una postura alternativa, que por primera vez tenía acceso a las mismas esferas de poder. Sin embargo, existe consenso entre quienes estuvieron en y cerca de ella de que la percepción de su poder fue exagerada y que, fuera de sus círculos inmediatos, era percibida como un grupo con buenas intenciones y disponi­bilidad para escuchar, pero sin mucho poder real y aún parte de la élite.

Otros capítulos del estudio

Capítulo #1

Antecedentes

Capítulo #2

La Línea trazada

Capítulo #3

El tercer gran actor

Capítulo #4

Fragilidad

Capítulo #5

Formas de control y presión

Capítulo #6

¿Qué alimenta el miedo?

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