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Crédito: Imágenes de occrp para el proyecto Unblowing Smoke.

IQOS: el «nuevo enemigo» no legislado en el paraíso del tabaco

A la falta de restricciones, se añade que el IQOS en Guatemala y cualquier otro producto de tabaco, no son obligados a llevar un registro sanitario.
La pretensión es que utilicen exclusivamente el IQOS y abandonen los cigarrillos. Lo real es que algunos los alternan y son «fumadores mixtos»
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IQOS: el «nuevo enemigo» no legislado en el paraíso del tabaco

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Utilizando la idea de un «futuro sin humo», Philip Morris International/Tacasa busca hacerse un lugar preferencial entre los potenciales fumadores jóvenes de la mano de IQOS, un dispositivo electrónico que promete ser menos nocivo que los cigarrillos convencionales. Con este producto la tabacalera evita controles sanitarios y se beneficia de vacíos legales que subrayan la permisividad del Estado. Por eso, un grupo de médicos detrás de las iniciativas antitabaco ya lo identifican como «el nuevo enemigo no legislado».

IQOS es el nuevo producto de una de las tabacaleras más grandes del mundo, Philip Morris International (PMI), la dueña de la legendaria Marlboro. Se trata de un dispositivo del tamaño de un lápiz conocido como el cigarrillo sin humo. Está de moda, es glamuroso, exclusivo y en algunos países como Colombia y México, se promociona como una alternativa para dejar de fumar. Es también, la carta de presentación de un negocio de más de un siglo, que ha decidido subirse al tren de un «futuro sin humo», pero no libre de tabaco.

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«El IQOS 3 DUO reafirma nuestro compromiso de construir un futuro libre de humo. Con cada evolución del producto buscamos facilitar su adopción. También, contribuir a que el fumador pueda abandonar el cigarrillo por completo», indicó Alejandro Anzueto, gerente de PMI Guatemala en la presentación de la nueva versión del dispositivo en noviembre pasado.

Para PMI, los cigarrillos tradicionales son el pasado y el IQOS es el futuro. Por eso dejarán de producir los primeros, aunque todavía no le ponen una fecha.

Esto forma parte de la estrategia de la compañía de reconvertirse y mostrar su cara más consciente en todo el mundo, incluyendo países como Guatemala, aunque en ellos no se les someta a controles fiscales sustanciales, ni tampoco de sanidad, para desincentivar el consumo de productos de tabaco. 

Esta decisión también responde al boom del contrabando de cigarrillos que llevó a la Tabacalera Centroamericana, S.A, (Tacasa) empresa afiliada a PMI desde 1965, a cerrar su fábrica de producción en Guatemala en 2012, y permanecer únicamente como importadora.

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Cerca del centro de Retalhuleu, uno de los departamentos de Occidente de Guatemala, hay un bar y parrillada. Es el típico lugar donde se puede compartir una cena con los amigos, mientras se observa un partido de futbol y se conversa tranquilamente. Este restaurante es uno de los establecimientos que distribuye y permite abiertamente a sus comensales fumar el IQOS.

Hace 12 años que Guatemala prohibió el humo de cigarrillo en los lugares públicos cerrados, una restricción para refrendar el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la OMS, que el país firmó en 2003, para limitar su compraventa.

Pero la restricción no aplica para este nuevo dispositivo porque no está regulado en las leyes antitabaco existentes. «Están eludiendo la ley, pero no es un delito», dice Luis Fernando Cordón, doctor en derecho tributario y mercantil.

Otros países han logrado prohibir la publicidad y aumentar el cobro de impuestos de los cigarrillos para desincentivar su consumo, incluyendo a las versiones de cigarros calentados como el IQOS y el Glo, pero Guatemala no es uno de ellos. Es, más bien, casi zona franca para las tabacaleras. No solo por la falta de regulación sino porque la industria se apoyó en estructuras del sector privado para detener la actualización de las leyes antitabaco, como ha quedado registrado en notas de prensa, la primera de ellas: ambientes libres de humo de tabaco. Algo que el desaparecido Consejo Nacional contra el Tabaco denunció en 2007 y que fue confirmado por la entonces diputada Zury Ríos.

Por otro lado, las tabacaleras se valieron de mecanismos legales para alegar el cobro de doble tributación y lograr que la Corte de Constitucionalidad (CC) anulara la base mínima sobre la cual se calculaban los gravámenes que productores y comercializadores debían de pagar al fisco.

En ese momento, la autoridad tributaria avizoró que dejaría de percibir 134 millones de quetzales por concepto de impuestos al tabaco y sus productos. La reforma fiscal del 2012 restituyó la base y la redujo, lo que permitió devolver un pequeño porcentaje de los impuestos a la industria, explicó Ricardo Barrientos, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI).

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PMI ha permanecido en silencio pese a que se les buscó desde mediados de abril hasta finales de mayo por teléfono, correo electrónico y por medio de la agencia de publicidad que les lleva la comunicación externa, Comarketing, en diez ocasiones.

También se ha blindado de asumir responsabilidades al enfocar la publicidad hacia el dispositivo y no hacia los cigarrillos que utiliza, llamados Heets o Marlboro Heets. Esta estrategia le da un ancho margen de maniobra para promocionar su producto como «libre de humo» sin siquiera mencionar que contiene tabaco.

Cigarrillos sin humo para eludir una prohibición

Para 2004, Reino Unido, Nueva Zelanda y Uruguay se convertían en los primeros países del mundo libres de humo. Y le seguirían otros más. Guatemala aprobó la ley en 2008 tras años de negociaciones en el Congreso. Y muy a pesar de las Cámaras de Comercio e Industria, y de la Amcham, de las cuales Tacasa y la British American Tobacco (BATCA) son socias.

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La ley funcionó, pero solo por un tiempo porque las grandes tabacaleras buscaron la forma de obstaculizar su cumplimiento. Unos meses después de su implementación, la Cámara de Comercio presentó un primer recurso de inconstitucionalidad general parcial en los que alegaba violación a la libertad de industria y comercio, y en el segundo argumentaba la ambigüedad del término «espacios públicos cerrados» y que «por tanto, se podía fumar», cuenta León Arango, fundador de la Asociación contra el Tabaquismo en Guatemala, creada en 1989.

Ambas acciones fueron rechazadas por la CC, pero el daño ya estaba hecho porque la normativa perdió fuerza.

Esta ley formaba parte de un paquete de propuestas antitabaco que prohibirían la publicidad, harían más notorias las advertencias sanitarias en los empaques del producto y que aumentarían su costo para desincentivar su comercialización. Ninguna de ellas fue aprobada.

Durante este tiempo, PMI apostaría miles de millones de dólares a crear un aparato que pudiera evadir estas restricciones y sacar al negocio -aquejado por los flujos de contrabando- a flote. El primer país en probar el IQOS fue Japón en 2014 y tres años más tarde, en agosto de 2017, ingresó al mercado guatemalteco, que había visto cómo los fumadores se dividían entre el cigarro tradicional y la nueva alternativa del cigarrillo electrónico o el vaping.

Guatemala es uno de los siete países de América donde se distribuye el IQOS y sus cigarrillos sin combustión, Heets.

Según usuarios consultados, el producto no deja mal olor o manchas en los dientes. Sus creadores aseguran que contiene 95% menos tóxicos.  Pero no hay pruebas científicas independientes que respalden estas declaraciones. La mayoría de los estudios existentes fueron financiados por la misma compañía u otras tabacaleras que también desarrollan la tecnología de cigarros sin humo o cigarros calentados, como la BATCA que comercializa el Glo en otros países del mundo.

Además, la negativa de la OMS y del FDA (la oficina de Administración de Alimentos y Drogas por sus siglas en inglés) de admitir que el IQOS es menos dañino que el cigarro convencional, puso en alerta a los médicos que durante las últimas dos décadas han impulsado iniciativas antitabaco ante el Congreso sin demasiado éxito: Miguel Garcés, coordinador de la División de Control de Tabaco de Una Voz contra el Cáncer (UVCC) y León Arango, de la Asociación contra el Tabaquismo en Guatemala; ambos exintegrantes del desaparecido Consejo Nacional Contra el Tabaco. Además de Mark Cohen, neumólogo y colaborador de la Asociación Guatemalteca de Neumología y Cirugía de Tórax.

A la falta de restricciones, se añade que el IQOS en Guatemala y cualquier otro producto de tabaco, no son obligados a llevar un registro sanitario: un código alfanumérico asignado por el Departamento de Regulación y Control de Alimentos del Ministerio de Salud Pública a los productos de una empresa que ya fueron probados y aprobados. Por tanto, autoriza su fabricación, empaque y comercialización. Este es un código que se le asigna a alimentos y fármacos.

En México es obligatorio que las tabacaleras lo obtengan para dar un tratamiento fiscal más agresivo al producto y así, evitar que las personas lo consuman con facilidad, pero el IQOS no lo lleva, convirtiéndolos en mercancía ilegal. En Guatemala, el tratamiento es distinto y hasta permisivo. Los consumidores consultados saben que tiene el potencial de causar cáncer debido a sus componentes, pero no saben que no fue inspeccionado antes de ponerlo en sus bocas.

«Los productos del tabaco (sin importar qué tipo) no están sujetos a registro o algún otro tipo de autorización sanitaria. Esto se debe a que son productos cuya naturaleza es inherentemente dañina al consumidor. Extender un permiso sanitario significaría avalar su consumo», indica Ricardo Gossmann, asesor del departamento de Salud y Ambiente del Ministerio de Salud donde se reciben las solicitudes de diseños y contenido de publicidad de productos de tabaco que se difunden en las redes sociales y en los medios de comunicación, pero que también vigila y sanciona el incumplimiento de la Ley de Ambientes Libres de Humo.

«Un registro sanitario le brinda la certeza de que consume lo que dice la etiqueta», explica la abogada Isabel Elías. La ausencia de este código pone la balanza a favor de la tabacalera, según Joaquín Barnoya, director de investigación en la Unidad Cardiovascular de Guatemala (UNICAR), pues pagan menos impuestos por sus productos.

Todo esto ha dado pie a que los médicos consultados Garcés, Arango y Monzón, además del abogado en derecho tributario Luis Fernando Cordón, llamen al IQOS «el nuevo enemigo no legislado» en un país que registra 2,800 muertes al año por enfermedades asociadas al tabaquismo.

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Publicidad encubierta

En pleno siglo veintiuno, la tabacalera ya no se publicita en la televisión o radio sino que usa plataformas digitales que llevan el mensaje para segmentos de la población que todavía no consumen, los jóvenes. Estos pueden conocerlo a través de pruebas a domicilio sin costo o adquirirlo en una rápida compra en línea sin que se verifique si tienen más de 18 años.

Los Heets se comercializan en 123 puntos del país, la mayoría ubicados en gasolineras. El dispositivo solo se vende en 11 quioscos de IQOS, ubicados en centros comerciales. O bien, a través de eventos de invitación limitada como el Mercedes Benz Fashion Show.

 «Visitamos estaciones de servicios, automarkets y encontramos una alta prevalencia de publicidad de tabaco a menos de 20 centímetros de dulces y golosinas. Que es una estrategia que ha usado la industria tabacalera para atraer a nuevos clientes, sobre todo adolescentes y niños. Le apuestan a la publicidad en lugares de venta porque es poco regulado y muy efectivo», refiere el director de UNICAR.

Principalmente, la publicidad de PMI/Tacasa se centra en el dispositivo IQOS, al que también llaman «Producto de Riesgo Reducido», y no en los Heets, que son los que contienen el tabaco. Sus anuncios son sutiles y generalmente se relacionan con temas vibrantes, juventud y moda. En estos tiempos, son un accesorio de identidad y estatus.

Esta distinción entre el aparato y el cigarrillo ha conseguido que PMI no aporte más que el IVA por el IQOS cuando los Heets pagan el tributo al tabaco y el arancel de importación, pese a que Werner Ovalle, intendente de aduanas de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) sí lo considera un producto del tabaco.

La dualidad del producto también afectaría la aplicación de otras prohibiciones como la restricción de publicidad.

«Si llegáramos a tener una denuncia o si investigáramos de oficio, tendríamos que separar la publicidad y comercialización del dispositivo de la venta del tabaco en sí mismo. Nos enfrentaríamos a que Heets debe cumplir las reglas de publicidad, mientras que IQOS no. La comercialización del dispositivo no está regulada. No está sujeta a las disposiciones de publicidad de tabaco», explicó Gossmann.

Hasta ahora, la empresa no ha sido sancionada por promocionar el IQOS o los Heets, pero tiene tres procesos abiertos por publicitar los cigarros Marlboro sin autorización y se le ordenó pagar una multa de equivalente a 245 salarios mínimos, equivalente a 600,420.75 quetzales. Se ignora a cuánto ascienden las ventas de estas marcas dado que la empresa no respondió a las preguntas.

La sanción no es el problema, sino el vacío y la desactualización legal que permite la promoción del dispositivo sin repercusiones, aseguró el entrevistado.

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Fumar en tiempos de COVID19

«Estudios anteriores han demostrado que los fumadores son dos veces más propensos que los no fumadores a contraer la gripe y tienen síntomas más graves, mientras que también se observó que los fumadores tienen una mayor mortalidad en el brote anterior de MERS-CoV7», refiere el portal de Enfermedades Inducidas por el Tabaco.

Los doctores consultados aseguran que todo producto que contenga tabaco es nocivo, sobre todo si se consume en medio de la pandemia, ya que el humo puede servir como vehículo para transportar al virus COVID19. O bien, podría desarrollar otras complicaciones como neumonía, procesos alérgicos y asmáticos en los infectados.

Pese a las advertencias de la comunidad médica nacional e internacional, los hospitales de Guatemala hasta hace poco no relacionaban los casos de Covid19 y su severidad con el consumo de tabaco. Solo con enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y problemas cardíacos que Arango aseguró «son resultado del tabaquismo».

Antes de que terminara la primera semana de junio, el Ministerio de Salud reportó la muerte de cuatro personas menores de 30 años que fueron identificadas como fumadores. Una edad inusual para morir por los efectos del virus, ya que mundialmente ha afectado a las personas mayores de 60 años con afectaciones médicas prexistentes.

Al 7 de julio, el Ministerio de Salud reportaba 6,878 casos de coronavirus en personas menores de 30 años de los 24,787 infectados registrados. El Ministerio no fue capaz de explicar qué porcentaje de esta población infectada padecía de tabaquismo previamente a adquirir el virus.

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Aunque el IQOS no libera humo, los doctores Garcés, Arango, Cohen y José Carlos Monzón, epidemiólogo y director del Instituto de Investigación y Estudios Superiores en Ciencias de la Salud de la Universidad Rafael Landívar, advirtieron que sus consumidores no están fuera de peligro. Al ser un producto nuevo, todavía se desconoce el impacto que tendrá en la salud y algunos temen que las secuelas que provoque sean aun mayores.

De acuerdo al Atlas del Tabaco, en el país 798,000 jóvenes adultos son fumadores (de 15 años en adelante), también lo son 13,000 niños (10-14 años). Un estimado de 9,900 personas han migrado del cigarro tradicional al tabaco sin humo, pero estos datos no fueron respaldados por el Ministerio de Salud de Guatemala.

Los cinco consumidores de IQOS entrevistados, todos ellos con más de 15 años de tener la adicción, reconocen que el producto puede dejar secuelas y hasta provocarles enfermedades.

Julio Flores, de 31 años, dice que se interesó en pasarse a IQOS, un aparato que calienta cigarros de tabaco comprimido para liberar el sabor; porque quería dejar de fumar y un familiar se lo recomendó: «Probé los Heets una semana», dice. «Empecé fumando medio paquete al día y terminé fumando dos. Tienes que recargar a cada rato la batería y sabe como cuando a un cigarro le cae agua. Además daña como el cigarro convencional».

Julio prefirió cambiarse a los cigarrillos electrónicos de vapeo, un dispositivo que utiliza un líquido saborizado que se inhala en aerosol, el cual contiene nicotina, pero no tabaco y dejó atrás el IQOS.  

«Lo único que tiene de similar -al cigarrillo normal- es el sabor mentolado, pero la ilusión de recompensa del tabaco real no es superable por el IQOS. La cantidad de humo, carga de nicotina y alquitrán ni se acerca», expresa Gabriel Arana, de 40 años, quien fuma desde que era adolescente.

Andrea López, de 31 años, sostiene que desde que se cambió exclusivamente al IQOS, fuma más. López fue la única en mencionar que sintió alivió pulmonar tras migrar al dispositivo.

La pretensión de Philip Morris es que los usuarios utilicen exclusivamente el IQOS y que abandonen los cigarrillos convencionales. Lo real es que algunos fumadores los alternan convirtiéndose en «fumadores mixtos», afirmó el neumólogo, Mark Cohen. También observó que, pese a que el dispositivo es promocionado como una alternativa para dejar de fumar, los más jóvenes lo utilizan para iniciarse en el hábito.

A nivel mundial, la tabacalera asegura que más de 10 millones de fumadores se han cambiado al cigarrillo calentado. Y proyecta que para 2025, por lo menos 40 millones habrán migrado hacia alternativas sin humo.

Donaciones para combatir la pandemia

Al mismo tiempo que sigue promocionado el IQOS durante la emergencia, un producto que daña la salud y que podría dejar vulnerables a los fumadores ante los efectos del COVID19, PMI y su filial en Guatemala, Tacasa, ha donado recursos para combatir la pandemia.

En abril pasado donó fondos para financiar un vuelo de rescate para que el Gobierno pudiera retornar a más de treinta turistas varados en República Dominicana. Además, entregó equipo médico para el Hospital del Parque de la Industria.

Tacasa es socia de United Way, una organización privada que canaliza donaciones de decenas de empresas para proyectos de responsabilidad social empresarial, a través de la cual la tabacalera ha realizado proyectos sociales.

De 2010 a 2018, Tacasa ha donado 1.3 millones de quetzales (167 mil dólares) para proyectos sociales, equivalente al 0.96% de los 134 millones de quetzales (17.4 millones de dólares) que el Estado dejó de percibir en 2011 por contribuciones del tabaco, después que la BATCA lograra anular la base mínima sobre la cual se calculaban los gravámenes.

 La más reciente acción de United Way fue la entrega de kits familiares  de alimentos donados por IQOS Club, una membresía para usuarios del dispositivo que otorga descuentos por consumo. En sus redes sociales invitaban a los usuarios a seguir adquiriendo sus productos y por cada 300 quetzales de compra, donarían un kit. La organización privada no contestó las preguntas que se le hicieron por correo electrónico, tampoco las llamadas que se le realizaron.

La guerra de las tabacaleras

«Las tabacaleras siempre han intervenido, porque ellos únicamente ven sus intereses de lucro, comerciales (…) en Guatemala, el Ministro de Salud las invita para que den su opinión sobre el Convenio Marco», refirió Ríos en septiembre de 2008.

Si bien, el cabildeo no fue desempeñado directamente por las tabacaleras, sí lo fue por aliados estratégicos como la Amcham y la Cámara de Comercio.

La Amcham se presentó ante el Legislativo para exponer sus argumentos contra la iniciativa de ambientes libres de humo de tabaco. Antes bien, envío una carta disuasiva a Ríos y al resto de diputados el 11 de diciembre de 2007, solicitando que la «iniciativa (3309) no fuera aprobada».  El sector privado aseguraba que la restricción afectaría, sobre todo, los ingresos de los restaurantes y buscaban reducir la severidad de la propuesta.

A la vez, la OMS señalaba que uno de los métodos de la industria tabacalera para interferir en el Congreso era la financiación de diputados para impulsar iniciativas de contrapropuesta a la legislación.

Según Garcés y Arango, quienes han participado en las últimas dos décadas en el proceso de estudio y aprobación de los proyectos de ley, las tabacaleras buscaron aliados en las Comisiones de Economía y Salud del Legislativo para proponer una reducción a los impuestos que seguían vigentes, y para detener otras iniciativas antitabaco como la ley de pictogramas, o reducir su severidad.

A su parecer, los diputados que eran aliados o tenían vínculos con la industria les ayudaron dentro del Legislativo. Uno de ellos sería el exdiputado Mariano Rayo, quien fue Ministro de Salud en 2015 pero presidió la Comisión de Economía en 2011, desde esta última se habría encargado de detener algunas propuestas que afectarían a las tabacaleras, según afirman.

En una entrevista telefónica, Rayo aceptó que siempre ha estado en contra de las iniciativas antitabaco por el impacto económico que conllevan y porque considera que son «ineficaces» en la aplicación. Aceptó que las tabacaleras, dijo no recordar cuáles, lo buscaron para reunirse con él e incidir en su opinión, pero rechazó la invitación. Posteriormente, recibió cartas donde le transmitían sus proposiciones respecto a las iniciativas. No especificó ninguna de estas propuestas durante la llamada.

«Si quiero cambiar su hábito tengo que incidir de otras maneras. Mucho es educación, mucho es información, pero para alguien que es enfermo de tabaquismo el hecho que le aumenten el precio está demostrado que no es muy efectivo», argumentó Rayo.

El exparlamentario, quien también fue ministro de salud durante el Gobierno de Alejandro Maldonado, presentó un proyecto para disminuir el pago de impuestos al tabaco en 2011. Un año antes, dio dictamen favorable a una iniciativa que intentaba combatir el contrabando de cigarros colocando el mensaje «Venta autorizada únicamente en Guatemala» y que prohibía la venta de cigarros sueltos, un problema que aquejaba a la industria. Ninguna de sus propuestas fue aprobada. 

En tanto, en 2016, los exdiputados Roberto Kestler y Carlos López Girón, y a su vez en 2018, la diputada Karla Martínez, respaldaron públicamente iniciativas regulatorias, pero alteraron el proceso de negociación al invitar a sus reuniones a representantes de la BATCA y Tacasa. Este detalle podría pasarse por alto sino fuera porque el Convenio CMCT lo prohíbe como un mecanismo autoprotección.

«Kestler dijo que quería trabajar la iniciativa en la Comisión de Salud y no pasó absolutamente nada. Luego, vimos cómo había negociado con las tabacaleras ciertas cosas de la ley, que se modificaran artículos y que todo fuera más suave. Él negoció que se bajara el tamaño de los pictogramas en las cajetillas. Entre muchas otras cosas. El tema de los impuestos ni pasó», contó Garcés.

López Girón fue señalado de haber sustraído fondos públicos y continua prófugo de la justicia hasta este día. Mientras tanto, Kestler fue capturado en 2017 por el caso de corrupción Negociantes de la Salud, en donde habría beneficiado a empresas vinculadas con él para prestar servicios al Seguro Social.

La diputada Martínez no respondió a los mensajes ni a las llamadas para conocer más sobre las discusiones que mantuvo con las tabacaleras. Su madre, la diputada Sofía Hernández, quien también se involucró en iniciativas regulatorias del producto, dijo que estas compañías participaron del proceso porque forman parte de los sujetos interesados en la temática.

Ambas tabacaleras fueron consultadas  por correo y teléfono, pero no respondieron a los cuestionamientos del medio.

Desde entonces, la palabra «tabaco» no ha vuelto a mencionarse en el hemiciclo del Congreso y no hay planes de retomar las iniciativas existentes. Mientras tanto, las regulaciones vigentes siguen siendo tan permisivas como siempre.

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Así, la visión de un «futuro sin humo» pero no libre de tabaco es cada vez más real en un país que deja una puerta abierta para llegar a un consumidor más joven e inexperto, acostumbrado a comprar con tan solo presionar un botón.

*Esta historia es parte del proyecto «Blowing Unsmoke» coordinado por www.occrp.org, con la ayuda de 20 periodistas de 11 países, donde PMI comercializa sus productos.
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