Reactivar la economía luego del impacto de la pandemia es un desafío enorme para todos los sectores, con tareas difíciles tanto en el campo técnico como en el político. Existe incertidumbre sobre cómo diseñar adecuadamente ese proceso, esfuerzo que ya se ve aquejado por el choque de visiones ideológicamente contrarias.
En el marco del ejercicio de presupuesto abierto para 2021, el viernes pasado el Ministerio de Finanzas Públicas realizó un foro sobre el tema, con presentaciones de la Municipalidad de Guatemala, del Ministerio de Economía y del Cuerpo Consultivo para la Inversión y Desarrollo Económico de la Ciudad de Guatemala (Coincide). Independientemente de si uno está de acuerdo o no con el contenido de las propuestas de estas entidades, lo que quedó claro es la importancia del rol del Estado en el esfuerzo que Guatemala deberá hacer para reactivar su economía.
Sin duda, el sector privado empresarial seguirá siendo uno importante en la reactivación económica, pero me parece que ha llegado el momento de reconocer y recuperar el rol del Estado en este esfuerzo. Así como el mercado y el sector privado empresarial no habrían podido enfrentar por sí solos la emergencia sanitaria y económica generada por el impacto de la pandemia del covid-19, el gobierno del presidente Giammattei parece reconocer que el mercado y el sector privado empresarial no podrán reactivar la economía sin una intervención estatal mayoritaria y sostenible.
Con la intervención del Estado se agudiza el muy real problema de la corrupción. Por tal razón, más que un factor que —artificial y malintencionadamente— profundice las diferencias ideológicas, me parece que la lucha contra la corrupción debe recuperarse como un factor que logre terreno común en el que puedan acercarse posiciones ideológicas encontradas. Por supuesto, esto requiere superar con madurez el problema de que la lucha contra la corrupción en Guatemala goza de apoyo toda vez que se ataque y persiga a los corruptos del bando ideológico contrario. Con madurez política debemos aprender que la corrupción es un problema sin ideología, que golpea a todo sector.
[frasepzp1]
Si lográramos avanzar reconociendo que alcanzaremos la recuperación económica con intervenciones estatales transparentes, efectivas y sostenibles en el tiempo, entonces podríamos ocuparnos del siguiente problema: las prioridades y las fuentes de financiamiento de esas intervenciones estatales. Las propuestas del gobierno de Giammattei presentadas en el foro del viernes pasado se limitaron principalmente a obras de construcción de infraestructura de impacto económico, concentradas en la ciudad capital y con un claro y tradicional sesgo proempresarial.
Sin duda, de ejecutarse bien esos proyectos, Guatemala se beneficiaría. Lo que no está claro es si esa es la ruta óptima para reactivar la economía guatemalteca en el sentido de que esos proyectos posiblemente terminarían siendo más de lo mismo de siempre, de beneficio para una minoría, en detrimento de las grandes mayorías. Me parece que no dan el gran salto cualitativo de comprender que el motor de la economía de Guatemala no es el enriquecimiento adicional de una pequeña élite empresarial que genera una fracción de los empleos formales, una visión miope que continúa negándose a aceptar la realidad: el gran motor de la economía guatemalteca es lograr sacar de la pobreza y de la excusión a las grandes mayorías.
La reactivación económica será exitosa y sostenible cuando algún gobierno mueva al Estado con políticas de desarrollo social, que vayan más allá de construir pasos a desnivel en la ciudad capital y otras vías de comunicación y prioricen a los sectores económicamente excluidos.
Más de este autor