O algunos a lo mejor sí. Se sabe que los estudiantes de Marjory Stoneman Douglas, en un afluente distrito escolar de Florida, reciben una educación pública de envidiable calidad. Poseen un currículo extracurricular comprensivo que incluye arte, civismo, periodismo y debates públicos. Esta sólida base crítica habría preparado con antelación y animado a muchos de los sobrevivientes de la masacre escolar perpetrada allí hace un mes y medio —como la hoy célebre Emma González— a organizar una serie de protestas y acciones que culminaron ayer con una de las movilizaciones más grandes de la historia de esta nación.
Lo cierto es que, en el cincuentenario del movimiento de marras, hay algunos ecos que reverberan en esta inédita campaña estudiantil surgida apenas hace algunas semanas. Las movilizaciones parisinas se caracterizaron por un triple aspecto: fue un movimiento universitario, social y político. El movimiento estudiantil contra las armas y por una sociedad sin violencia y mejor instruida comparte, de alguna forma, estos aspectos. Veamos cómo.
Si bien el movimiento #NeverAgain surgió a nivel de diversificado, los discursos de reclamo, propuesta y presión no están tan lejos de ostentar un nivel universitario por su calidad argumentativa. Lo que los une es también un propósito político. No hay un solo discurso de la marcha del pasado sábado que no apele al liderazgo político de los jóvenes, a la necesidad de hacerse escuchar para provocar cambios en las políticas públicas, a la importancia de visibilizar la violencia de las armas, que afecta desproporcionalmente a comunidades de color, y a lo razonable de regularizar la compraventa de armas.
Y aunque este movimiento no cuenta con una ideología ni con las tácticas y los elementos obreros y sindicales que lograron paralizar a Francia en una huelga general, los estudiantes han logrado priorizar en la agenda pública el tema de la violencia provocada por las armas, así como acaparar la atención de otros sectores sociales, como los medios de comunicación y las empresas. Otros movimientos como la Marcha de las Mujeres han apoyado también la iniciativa de los estudiantes. Y como hijos e hijas de las nuevas tecnologías, los jóvenes han sabido explotar al máximo las redes sociales para convertir su lucha en un fenómeno global.
Como sabemos, el Mayo del 68 tuvo repercusiones culturales de largo aliento, pues la agitación estudiantil logró cambios en las bases tradicionales de la sociedad francesa al rechazar la autoridad y la carencia de libertades individuales, así como la sociedad de consumo y la falta de reformas en el sistema universitario.
Sin embargo, en sus fases iniciales, los estudiantes estadounidenses también están desafiando a las autoridades y al statu quo abordando dos problemas de raíz en los que reposa esta sed insaciable de poseer armas letales. Por un lado, una alta tolerancia a la cultura de la violencia enquistada en la sociedad estadounidense, que no escatima las vidas de niños y de jóvenes. Y por el otro, el financiamiento de políticos en nombre de la sacra y desfasada Segunda Enmienda de la Constitución por parte de grupos poderosos como la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), que con su inescrupuloso lobby impiden cualquier medida para regular armas semiautomáticas o vigilar los antecedentes de los compradores, con lo cual nutren los bolsillos de mercaderes impunes.
Vale recalcar que estos estudiantes son los nietos de los baby boomers, de los sesentayochistas, de los que marcharon en contra de Vietnam y a favor de los derechos civiles y de las mujeres, de la revolución sexual y de la justicia social. Los mismos que, ya de adultos y en posiciones de poder, privatizaron el Estado empobreciendo a miles, no detuvieron ni las guerras ni la carrera armamentista, se dejaron seducir por las desregulaciones del mercado, de las finanzas y del medio ambiente en favor del gran capital y contribuyeron así a exacerbar las desigualdades. Esperemos que estos líderes políticos en potencia no caigan en las mismas contradicciones de sus abuelos y abuelas. #NeverAgain.
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