¿Conoce usted esas imágenes que, vistas por primera vez, muestran un florero, pero que, observadas de nuevo, revelan las caras de perfil de dos personas? Hay otras, de burros y focas (como la imagen de arriba) o de calaveras y paisajes. En el campo cognitivo, estas imágenes se relacionan con la llamada psicología de la Gestalt, un movimiento que surgió a comienzos del siglo XX en Alemania. Esta escuela sostiene que la mente se encarga de configurar elementos que constituyen un todo según la percepción y la memoria de la persona. Para la psicología de la Gestalt, el todo es más que la suma de sus partes. Ver una fotografía no explica la película completa, pero incluso la película completa puede tener diferentes interpretaciones según quien la vio.
En esas líneas, es de interés observar los análisis que leemos en algunos medios sobre diversos temas hechos por diversas personas. Cada quien explica a veces el mismo fenómeno como lo ve, como lo interpreta y según sus paradigmas, sus creencias, su escala de valores, su experiencia y sus conocimientos. Pero solo explica su parte, su percepción, no el todo. Basándonos en ciertas leyes de la Gestalt, el análisis será parcial, subjetivo e incompleto. En el campo de la economía, por ejemplo, existen diferentes perspectivas sobre cómo comprender un fenómeno relativo a la economía política o las consecuencias de los shocks y de las políticas económicas asumidas. Quienes han sido formados desde particulares fundamentos teóricos, incluso limitados en la comprensión de ciertos fenómenos por presunciones o dogmas específicos (es decir, quienes siguen doctrinariamente algunas escuelas de pensamiento), se limitarán a percibir, analizar y dar sus conclusiones del fenómeno desde dicho marco de pensamiento. Una lectura posiblemente real pero sesgada.
Probablemente todas las personas lo hacemos. Y es por ello que debemos —como ciudadanía libre que vive en democracia— mantener un constante cuestionamiento de aquello a lo que estamos expuestos (lo que vemos, lo que leemos, lo que escuchamos e incluso lo que aprendemos).
Es imperativo tener cuidado ante los análisis, las opiniones, las recomendaciones e incluso las conclusiones en diversas materias públicas y en diferentes fenómenos políticos, económicos, sociales o ambientales a los que estamos expuestos cuando vienen de una misma matriz de pensamiento.
Es común ver personas y analistas formados desde diversas escuelas de pensamiento (libertarios, anarquistas, marxistas, etcétera) opinar sobre diversos campos (ecológicos, políticos, económicos y sociales) según como observan el fenómeno en cuestión, desde su particular perspectiva. Un ejemplo es la doctrina libertaria, que ve cualquier fenómeno desde su perspectiva de pensamiento, muchas veces fundamentada en dogmas aprendidos y repetidos sin reparar en un análisis crítico más completo y balanceado.
Nada de malo en el asunto. De hecho es lo esperado en el juego democrático y libre de las ideas expuestas públicamente. El problema es cuando existe un desbalance de poder que favorece desproporcionadamente la exposición en medios masivos de opiniones beneficiosas a ese poder, en detrimento de otras ideas y de otros puntos de vista alternativos. En la imagen (o en el fenómeno), algunos pueden observar fácilmente un burro y otros una foca. Luego de un examen más minucioso y profundo se podrán ver ambas figuras e incluso otras menos evidentes e intuitivas. Sin embargo, los medios secuestrados por la opinión hegemónica favorecen una única visión, digamos el burro por encima de la foca, con lo cual se establece un paradigma común en la ciudadanía acrítica, que solo escucha a expertos analistas de una escuela de pensamiento dogmática y hegemónica por estar sobreexpuestos en la prensa, la TV, la radio y otros espacios públicos virtuales y reales.
A modo de seguir ilustrando, para la pregunta «¿por qué existe pobreza en el mundo?» existen cientos de respuestas basadas en otro centenar de teorías y de explicaciones, incluso fundamentadas en dogmas que buscarán interpretar dicho fenómeno. ¿Quién tiene la verdad? Todos y nadie. Al final, la conclusión no es más que una interpretación del fenómeno y este puede verse desde distintas perspectivas. El todo es más grande que la suma de sus partes; y el fenómeno, mayor que las explicaciones exclusivas de una fuente de pensamiento.
Se observa en Guatemala un secuestro y una monopolización de los medios masivos. De hecho, la misma naturaleza de la existencia de un medio como negocio con fines de lucro tenderá a favorecer a quienes permiten al medio subsistir, en detrimento de un balance con más equidad en la distribución de opiniones y perspectivas.
Si usted tuvo el privilegio de estudiar, tiene la responsabilidad ética de exigir evidencia ante argumentos doctrinarios y debe evitar caer en la trampa del pensamiento hegemónico y del monopolio de las ideas y de la palabra. Pero no todos tienen ese privilegio en Guatemala, por lo que el Estado (es decir, toda la ciudadanía) también debe intervenir en las asimétricas exposiciones públicas cuando amenazan con convertirse en hegemónicas. Así las cosas, usted, como ciudadano o ciudadana, tiene la responsabilidad más que el derecho de cuestionar el statu quo y a los voceros de quienes concentran el poder.
Un libro respetado dice que en la multitud de opiniones está la sabiduría. Usted decida: burros, focas o tal vez algo más por descubrir.
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