Las medidas improvisadas de emergencia son ineficientes por el desmantelamiento del Estado que impulsaron y con el cual disminuyeron la inversión social, anularon la previsión y dejaron que lo público naufragara para darle paso a la privatización de servicios y de bienes que le pertenecen al pueblo. Importan más la economía y la concentración de capital en manos de la oligarquía criolla que la vida de la gente de la Guatemala occidentalizada y de los pueblos originarios, segmentados por el muro de la dominación, la exclusión, el olvido y el desprecio.
Los centros urbanos medianos y grandes están padeciendo una alta concentración demográfica, con servicios públicos deficientes y enfrentados al alejamiento social, a la vulneración de sus ingresos, al alto riesgo de la propagación de la epidemia y, en el futuro, a la escasez de agua como el problema central que marcará negativamente la vida urbana.
Si el futuro para lo urbano es incierto, más lo es para las comunidades rurales, cuyo único soporte ante la ausencia del Estado son sus autoridades comunitarias, que ante la posible propagación del virus no están en su mejor momento por razones históricas que es necesario entender.
Los pueblos indígenas son los más vulnerables y excluidos del Estado en materia de servicios públicos, vitales para enfrentar los riesgos generales a la salud y que impiden el buen vivir. Las autoridades comunitarias se han encargado de implementar sistemas de agua pública y domiciliar gracias a la posesión de fuentes ubicadas en las montañas cercanas a los territorios de resguardo y resistencia que logran mantener. Sin embargo, la gestión hídrica es un asunto técnico, económico, cultural y político, lo cual, a mi criterio, hace complicada y compleja la satisfacción de ese derecho humano.
Dice Jean Piel que, a partir de la política de reducción de la población indígena en pueblos agrupados en las tierras altas, según el modelo ibérico, estas se vuelven, a partir de 1580, «la base real de la sociedad indígena guatemalteca […] La Corona termina de organizar el régimen político y religioso interno, reglamentando el sistema de cargos de la comunidad y, además, el de las cofradías organizadas por barrios o clanes. De ahí el origen de la autoridad ancestral que indujo la colonización, adaptada al contexto violento y como espacio de resistencia social y cultural, cubriendo el vacío institucional de autoridades propias arrasadas por los invasores».
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Han hecho una labor heroica en la defensa del territorio, de la vida y de la comunidad. Sin embargo, ante el incierto futuro poscoronavirus y la consolidación de la élites coloniales, de los pactos de corruptos y de la antidemocracia se debe cuestionar el modelo del Estado y repensar las autoridades comunitarias para superar la función de sobrevivencia material y subjetiva y ser alternativa contra el Estado colonial con el fin de lograr pautas de desarrollo no ancladas solo en el pasado, sino proyectadas al futuro desde lo propio.
Por el coronavirus, el derecho al agua se ha relegado al punto de devenir en el más grave problema del futuro, que con el tiempo nos pondrá de frente al dilema de la sobrevivencia.
Por ello debe haber un proceso de autocrítica desde las autoridades comunitarias, de apropiación tecnológica que garantice el derecho humano al agua, de previsión del crecimiento demográfico, de garantía del acceso democrático, de no utilización del control de los recursos naturales como factor de poder, de sistematización del modelo de gestión comunitaria para que el Estado lo reconozca legalmente y de implementación de medidas técnicas y sociales que eviten el deterioro ambiental en las comunidades sin dejar de lado la superación de la pobreza y la exclusión de los pueblos. Esto, a la par de la concientización y la acción de sostenibilidad asumidas por las ciudades, podría evitar que el Estado colonial convierta un derecho en una mercancía.
Dice Naomi Klein: «El sistema capitalista siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la ganancia». Por eso en Guatemala el Cacif orienta las medidas contra el coronavirus a favorecer a su sector y clase en perjuicio de la población.
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Lee las partes primera y segunda de esta serie.
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